Tras la muerte reciente de Inés, su mujer, no me esperaba en absoluto la rápida desaparición de Lolo, tan buen amigo, tan buen concejal, la representación constante de Olloniego, antes de acceder al Ayuntamiento y aún después.

En mi contestador todavía dejó la preocupación por la deriva política de nuestro partido y del país estos mismos días.

A veces tenía formas heterodoxas pero era un comunicador entrañable, no solo en la política local, sino en el fútbol, con su club Nalón; en el sindicato, desde el que logró que abriéramos, aunque efímeramente, el pozo Olloniego; en la radio directa, donde sus charlas marcaron un hito que, años después, otros siguen.

En fin...