Una señora de aire cañí allanó mi morada, yo estaba dentro, oí ruidos (no castañuelas) y la sorprendí en mi dormitorio, en la planta primera, destripando el xifonier; erizado y con el corazón en la boca me dirigí a ella, la agarré del brazo, no era un fantasma; reprimí un grito, por no ofenderla, le reproché su intrusión en mi intimidad, o lo que es peor, en mi xifonier, la saqué de la habitación y, escaleras abajo, le pregunté con quién tenía yo el disgusto de hablar, pero haciéndose la sorda, en perfecto castellano, sin acento caló (¿sería romaní?), me pidió que le diera comida. Para freír huevos estaba yo. Le dije que no suelo guardar tupperwares en el xifonier y que... Hoy conozco a Ben Innes, el británico que se hizo una foto con el secuestrador del avión egipcio, y me arrepiento de no haberme hecho una con mi ladrona, que me robó el alma, ya os diré por qué.
