¡La esperanza de la estrella!

D. M. Loynaz

La trascendental visita de Obama a La Habana ha actualizado la democratización de la isla y la necesidad de terminar con el lacerante e injusto bloqueo. Me ilusiona infinito que ambos objetivos inexorables lleguen pronto.

Un buen amigo me resalta que junto a Barack Obama, en su trato con la oposición, está fotografiado Manuel Cuesta Morúa, "¡que me presentaste en la cafetería Jena, donde hizo declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA!"

En efecto, compruebo que se trata de esa admirable personalidad de la socialdemocracia: Cuesta Morúa vino hasta Oviedo a seguir el reciente proceso electoral; poco antes estuvo en las presidenciales argentinas.

Loable esfuerzo estudiar los procedimientos para normalizar el entrañable país de Lezama, Carpentier, Loynaz, Baquero, Cabrera Infante, Padura... Sueño con un país caribeño a la altura de sus hitos en las letras. Bien recuerdo también cómo los españoles de la clandestinidad seguíamos todo lo que ocurría en Francia y al final Portugal. ¡Cuánto me recuerda el tardofranquismo la cínica afirmación de Raúl Castro de que "no hay presos políticos"!

Supe de Cuesta Morúa, joven líder, culto y cordial, gracias a Luis Yáñez, expulsado en su día de La Habana. En el Grupo Socialista Europeo, Luis nos acercó varias veces al pensamiento y la praxis de este cubano singular. Lo resalto porque en mis visitas a la isla aprecié mayor arraigo a la dictadura en la población de color, como es el caso de Cuesta Morúa y aún de Fariñas y de varias dirigentes de "Damas de blanco", democristianas, a las que tuve ocasión de saludar y apoyar en Bruselas por su heroica lucha. Blanco era Eloy Gutiérrez Menoyo, con familia ovetense, al que recibí en la Alcaldía tras veintitantos años de duro presidio, y blanco es el poeta Raúl Rivero, amigo de Ángel González, hoy exiliado, al que pudimos escuchar en el Aula Magna de la Universidad.

El día anterior a las elecciones, nuestro eurodiputado Jonás Fernández me pidió que recibiese "a un observador cubano, que viajaba patrocinado por una ONG austriaca". Estuvo en mi casa, acompañado por Amanda, ciudadana del mundo e hija de Ramón, un buen compañero, con domicilio laboral en Praga, a la que, siendo estudiante, yo había conocido en Estrasburgo.

Al día siguiente, Cuesta y Amanda me acompañaron al colegio en el que yo era interventor, constatando el ansiado y premioso proceso que tanto deseamos para una Cuba libre, próspera... ¡democrática!