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Los fondos abisales de Aurelio

A punto de cumplirse trece años de su muerte, la monografía "Peces aurelienses" refleja uno de los símbolos más primordiales del pintor gijonés

Los fondos abisales de Aurelio

Cerca ya de cumplirse trece años de su muerte, la obra hermética y personalísima de Aurelio Suárez (Gijón, 1910-2003) parece inagotable. El testimonio más reciente de ello es "Peces aurelienses", la última incorporación a la colección de monografías del pintor con la que su hijo, Gonzalo Suárez Pomeda, mantiene vivo el trabajo paterno. De las 55 obras que reproduce el libro, 22 son inéditas, algunas de las cuales ilustran estas páginas.

Este nuevo libro comparte con los anteriores la organización en torno a una unidad temática, que es, según Gonzalo Suárez, la mejor forma de adentrarse en una producción extensa y variada. Con el añadido de que "Peces aurelienses" se acerca a uno de los principales núcleos simbólicos del pintor, el de las criaturas de las profundidades, tan incorporadas a Aurelio que forman parte de su singular firma invertida. "El pez es el símbolo por excelencia de su pintura", explica el profesor Antonio Alonso de la Torre (Gijón, 1964), autor del texto de la monografía. Los peces tienen para Aurelio Suárez la fuerza del origen, lo primordial, que adquiere una trascendencia especial para quien como el pintor vive cerca del mar y mantiene con él vínculos incluso familiares. "Son formas simples, elementos de gran fuerza evocadora y una de las figuras más presentes en la obra de Aurelio", añade Alonso de la Torre, cuya tesis doctoral está centrada en Luis Pardo, pintor y dibujante de la generación de Suárez, de quien fue amigo. Asunto más complejo es, para el autor del texto, "decodificar lo que ese símbolo tan presente esconde". El pintor nunca quiso hacerlo en vida. Fiel a su divisa personal de "en nada creo, de todo me río", atribuía el pez que incorpora a su firma a una rutina adquirida carente de cualquier trasfondo. Alonso de la Torre apunta que, con los peces, Aurelio "quizá reivindicaba y comparaba su propia libertad creativa con la de esos seres acuáticos que él bien conocía". La variedad de los peces aurelienses es desbordante, vinculados todos por el común de un mundo sumergido que se escapa de la pesada realidad de lo terrestre para adquirir las formas caprichosas, risibles unas veces y de pesadilla otras, de las criaturas que habitan los fondos abisales de Aurelio.

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