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"Somos la generación de la incertidumbre"

Casandra Forcelledo no sabe dónde ni en qué va a trabajar mañana. Pero ya casi ni le preocupa. Su generación, dice, es "la de la incertidumbre" y por eso está acostumbrada a los cambios bruscos. "A mi edad (tiene 27 años) mi madre ya tenía la vida encaminada, con dos hijas de 6 y 3 años, un piso y algo donde agarrarse gracias a que mi padre tenía un trabajo estable", cuenta esta vecina de Infiesto. A Forcelledo la maternidad no le asusta. De hecho, le gustaría ser madre en cuestión de un par de años, pero descarta la idea porque ni ella ni su pareja cuentan con un trabajo estable. Aunque estudió un módulo de Administración de Empresas, su último empleo, de cinco meses de duración, fue en una confitería local como ayudante gracias a un curso del paro. "En teoría trabajaba 16 horas semanales, aunque eran muchas más, y con los 350 euros que ganaba me daba poco más que para pagar el alquiler del piso, pero estaba contenta de hacer lo que me gustaba", explica la joven, que con 16 años se marchó de Sevares para independizarse en Gijón. Al ver que no le salía empleo (el 85% de currículums los envía por internet) no dudó en hacer las maletas para pasar un par de temporadas de invierno en Schruns (Austria), pero el hotel en el que trabajaba limpiando cerró. "Lo más duro fue volver a casa de mi madre, fue un golpe tremendo. Sé que hay mucha gente de mi edad a la que le gusta estar en casa con todo pagado, pero eso no va conmigo. Yo no soy mamítica", asegura la joven. El sueño de Forcelledo es conseguir un empleo que le dé estabilidad económica, aunque lo ve "complicado". "Con la reforma laboral, el abaratamiento de despidos y los contratos precarios que hay, los jóvenes somos los más perjudicados. No estamos cotizando y a ver quién nos paga las pensiones. Las expectativas de futuro no son halagüeñas", apunta. Para conseguirlo no está dispuesta a renunciar ni a su septum, ni a su dilatación en una oreja ni a sus cuatro tatuajes, "porque no impiden desarrollar el trabajo con eficacia". Cuando lo consiga, su sueño no es el de comprar una casa, "porque la vida es muy cambiante y es mejor la mentalidad nórdica de alquilar una vivienda". Entonces se comprará un coche con el que poder viajar y acudirá a todos los conciertos de heavy metal y rock que pueda, un lujo del que la crisis la ha privado durante demasiado tiempo.

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