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Así comenzó a fluir un río de negocio turístico por el Sella

Los descensos de aventura, que comenzaron hace ahora 25 años, son un sector clave en el turismo asturiano pese a que al principio los bancos negaban el crédito a las empresas pioneras: no veían futuro en su proyecto

Calo Soto con algunas de sus canoas en la sede de su empresa en Arriondas. Ramón Díaz

El río Sella se ha convertido en el último cuarto de siglo en fuente de riqueza y uno de los principales focos de atracción turística del norte de España. La navegación turística en ríos, nacida en 1991, genera en la actualidad una facturación de unos cuatro millones de euros al año y alrededor de 25 empleos fijos y 200 eventuales. La actividad tiene una enorme repercusión en hoteles, restaurantes y comercios, así como en proveedores de material y empresas de transporte. Pero es que, a partir de la aparición de las canoas turísticas en el Sella, "explotó en la comarca oriental el denominado turismo activo o deporte aventura". Y a continuación se ha "exportado" al resto de Asturias. Tanto así que en la actualidad se pueden practicar en la comunidad autónoma actividades como el rafting, el kayak de mar, el coastering, las vías ferrata, el esquimotaje o el descenso de cañones, de las que muchos ni siquiera habían oído hablar hace dos décadas y media. Un ejemplo de la pujanza del sector es que en la actualidad son más de un centenar las empresas de deporte aventura existentes en Asturias.

El cambio ha sido radical. Un cambio de mentalidad. Hasta hace veinticinco años sólo bajaban el Sella en piragua los deportistas, compitiendo o entrenando, y, si acaso, algún aficionado extranjero o de Madrid o el País Vasco. En la actualidad el número de turistas que bajan el Sella en canoa supera ya los 250.000 al año, con más de 4.000 en días concretos de agosto. Y subiendo. El crecimiento de la actividad ha sido exponencial. Si en 1991 había 23 embarcaciones dedicadas a la navegación turística en Asturias, en la actualidad hay más de 2.100 sólo en el Sella, donde de una sola empresa se ha pasado a 23, con otras tres a punto de abrir sus puertas.

¿Qué ha ocurrido en el Sella para que se haya producido esta explosión del turismo activo? La respuesta tiene nombres y apellidos; entre ellos, los de los pioneros de la navegación turística en España: los hermanos Ricardo y Antonio Soto Zaragoza, "Calo" y "Ton", quienes junto con el también piragüista José Manuel Martínez, que posteriormente dejaría la sociedad, creaban en 1991 la primera empresa del sector en todo el país. Un modelo que en los años siguientes copiarían, también fuera de Asturias, decenas de emprendedores.

La pasión de los hermanos Soto fue desde niños la piragua, vivir esa sensación inigualable de avanzar a toda velocidad por el río, impulsado por la sola fuerza de sus brazos y el impulso del agua. Lo suyo fue un auténtico "salto al vacío", porque entonces sólo había una empresa parecida en un departamento perdido de Francia. El tremendo éxito de su iniciativa y de las que llegaron detrás hace que hoy el río Sella sea un auténtico "hervidero" de empresas. Y de canoas.

"Ésta es la aventura empresarial de mi vida", asegura Calo Soto, de 58 años, natural de Cangas de Onís, que aún hoy, un cuarto de siglo después y pese a las incontables dificultades a las que ha tenido que enfrentarse, asegura que la piragua y la canoa le siguen apasionando. Además de un excelente piragüista, con destacados triunfos en su haber, como el Descenso del Sella o varios campeonatos de España, Calo Soto siempre ha sido un enamorado de Asturias. Y una persona inquieta y emprendedora. Desde muy joven le dio "vueltas a la cabeza" para "hacer cosas" en su tierra y vivir de lo que más le gustaba, porque la Geología, disciplina en la que se licenció, no acababa de llenarle.

Un día, no sabría precisar si en 1981 o en 1982, fue a competir a Dinamarca, al Tour de Gudena. Allí vio cómo cientos de personas salían con sus embarcaciones tras los deportistas: abuelos con sus nietos, progenitores con sus hijos, familias enteras... Le llamó mucho la atención y pensó: "¡Ah, qué guapo sería esto en el Sella!". Había una idea en ciernes: la navegación turística en ríos estaba cerca de hacerse realidad.

O no tanto, porque había un serio "problema tecnológico": entonces las piraguas se construían con fibra de vidrio y eran por lo tanto muy frágiles. Así que un negocio basado en alquilar ese tipo de embarcaciones a turistas resultaría con casi total seguridad una ruina: "Me di cuenta de que no ganaríamos para piraguas", rememoró Calo Soto. Todo cambió al saber que en la zona de Ardeche, en Francia, funcionaba una empresa de navegación turística y que había una empresa gala que fabricaba piraguas de plástico. "Esto ya es otra cosa", pensó. A los pocos días hubo un viaje a Francia para conocer el modelo de negocio. La conclusión, era factible trasladarlo a Asturias.

Poco a poco, los tres socios fueron desarrollando la idea. "Testábamos con los amigos. Los bajábamos por el Sella y les preguntábamos si la gente pagaría por ello. Como todos nos contestaban que era 'guapísimo', decidimos ponerlo en marcha", señaló Calo Soto, convencido "desde siempre" de que cualquiera, asturiano o visitante, pagaría por "bajar el Sella y subir al Urriellu".

Faltaban los cuartos. El padre de Calo y Ton era director de la oficina del Banco Herrero en Cangas de Onís, lo que les llevó a creer que el crédito para crear la empresa sería coser y cantar. Se equivocaba: el departamento de riesgos del banco no veía viabilidad al proyecto y dijo que no. Total, que la empresa salió adelante gracias a un préstamo personal de 2,5 millones de pesetas (unos 15.000 euros) avalado por su padre. Consiguieron la gestión del albergue de Arriondas; encargaron la primera remesa de canoas a Francia: 23 embarcaciones, 10 individuales y el resto dobles, y compraron un remolque y un furgón.

Los primeros tiempos de los empresarios de navegación turística en Asturias fueron "muy duros", sobre todo, por la "incomprensión" de la Administración, contra la que fue necesaria una "lucha" enconada, interminable. "Intentábamos hacer entender a los administradores que la navegación turística en ríos era compatible con otras actividades y que encajaba en el Sella", rememoró Calo Soto, convencido de que en el río, entonces "coto de cuatro", había "sitio para todos". Se enfrentaron a una "una visión muy estrecha", que en su opinión "sigue ahí latente" ante cualquier iniciativa novedosa. Una "mentalidad", en general sobre "el mundo rural", que a su juicio choca frontalmente con la mayoritaria en países muy cercanos, como Francia, donde se ayuda a la gente joven a "integrarse en la zona rural" y donde se conjugan la "conservación" con las iniciativas empresariales.

También hubo "serios problemas" en los primeros tiempos con algunos pescadores, que se resistieron a compartir el río con personas a las que consideraban "intrusas". Según los empresarios turísticos, fue un "problema generacional", que ya está "superado", pues la pesca y la navegación turística en ríos conviven en el Sella, y en general en todos los ríos asturianos, "sin mayores problemas".

Sólo un año estuvieron solos en el Sella los hermanos Soto Zaragoza, pues en 1992 abría la segunda empresa del sector en Arriondas, impulsada por Monchu Cerra y Fernando Fondón. "Vaya, no nos dieron tiempo ni a rentabilizar la inversión", pensó en aquel momento Calo Soto. Era sólo el principio: pronto abrirían otras empresas: seis en 1994, quince en 2000, veintiuna en 2005 y veintisiete (máximo histórico) en 2008 .

En un primer momento, todas las empresas del sector estaban en manos de piragüistas o expiragüistas. Después llegaron personas ajenas a esa disciplina. Y Arriondas, que hace un cuarto de siglo era poco más que un lugar de paso para los turistas que se dirigían a los Picos de Europa, Cangas de Onís o Covadonga, se convirtió en la "capital" asturiana del descenso en canoa.

Ahora mismo, en cualquier sábado "normal" del verano, parten de Arriondas más de 2.000 turistas en canoa. La estacionalidad, acusadísima, es uno de los grandes problemas de la navegación turística en ríos: la actividad se centra principalmente en el verano, y en especial en agosto. Esta circunstancia limita enormemente la creación de empleos fijos. Y favorece la "atomización" empresarial. La lluvia es otro de los "enemigos" de la actividad. Aunque, según los propios empresarios, quizá los principales problemas a los que se enfrentan son la falta de unión, el individualismo, la masificación, la "guerra de precios" de empresas "low cost" con servicios e instalaciones de baja calidad y la oferta ilegal de servicios.

La subida del impuesto sobre el valor añadido (IVA) del 10 al 21 por ciento en el sector, a causa de los ajustes impuestos por el Gobierno de España, ha supuesto también un severo varapalo para las empresas, la mayor parte de las cuales han mantenido los precios, por lo que han visto reducidos sus beneficios en un 11 por ciento. Eso sin contar el impacto de la crisis.

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