Si la cámara de la máquina del tiempo se aproxima a la bocana del puerto de Avilés, observará sin esfuerzo el camino que va desde la ría protoindustrial de 1941 a la que produce a este lado del siglo XXI cantidades industriales de aluminio, acero, zinc, vidrio y mucho más. A la izquierda, en una fotografía del Centro Cartográfico y Fotográfico (CECAF) del Ejército del Aire, arrancaba la década de los cuarenta y el entorno fabril avilesino se circunscribía a la Real Compañía Asturiana de Minas. A la isla de San Balandrán, en el centro de la ría, le quedaba poca vida, a punto como estaba de que los dragados para facilitar la entrada de buques se la llevaran por delante. La "curva de Pachico" tenía su trazado original, luego modificado también con la llegada de la gran industria, y no había nadie en el terreno que hoy llena el polígono de Las Arobias. A la derecha, la línea de llegada ha alterado notablemente el paisaje de partida con la exuberancia industrial de hoy, la que ha pilotado los progresos y los declives de la Villa del Adelantado en más de medio siglo de la agitada historia de aquella vieja población de pescadores.
