"A las vacas hay que darles forrajes de calidad, con la ayuda de un neutrólogo (nutricionista animal), y conseguir que estén cómodas, sin estrés". Al margen de la genética, ésas son las claves principales para la producción de leche de calidad, según apunta Carlos Santoveña Celorio, llanisco de 31 años, casado y padre de dos niñas, que es la cabeza visible de la ganadería Sancel, con sede en Turancias (Llanes), que con 200 cabezas y 1.150.000 litros de leche entregados al año es una de las mayores de la comarca oriental.
¿Cómo se aleja a las vacas del estrés? Teniéndolas sueltas y procurando que tengan alimento y agua fresca durante todo el día, una cama cómoda, cepillos para que se rasquen... hay mil opciones", indica Santoveña, quien subrayó que las empresas que compran la leche toman muestras en cada recogida (en su caso cada dos días) y analizan en el Laboratorio Interprofesional Lechero de Asturias (LILA) el porcentaje de grasas, proteínas, células somáticas, bacterias, inhibidores y agua. En función de los resultados pagan un precio u otro. "Lo que más se paga es la proteína, el doble que la grasa", indica el ganadero llanisco, que produce la mayor parte del forraje (maíz y "verde") que da a sus vacas y que considera "fundamental" el papel del neutrólogo (normalmente veterinarios), que es el que decide las raciones y la composición de las mismas para aumenta la calidad de la leche.
¿Y la genética? Por supuesto que influye también en la calidad de la leche, de ahí que en la actualidad se busquen sementales que destacan por el porcentaje de proteína de la leche que producen sus descendientes. Pero Santoveña insiste en que "lo más importante" es, de un lado, el "bienestar animal" y, de otro, contar con buenos neutrólogos. Pero como ambas cosas pueden hallarse en cualquier lugar, la razón por la que la leche asturiana es la de más calidad de toda España radica en buena parte, en su opinión, "en los pastos, en la tierra".
A cada ganadero se le paga un precio diferente. Hay un precio base, 0,27 euros por litro, aproximadamente, y extras en función de factores como la calidad de la leche o la cantidad entregada. En todo caso, se les paga "muy poco", según Santoveña, pues los márgenes son tan escasos que hacen muy difícil acometer inversiones. "Se vive, simplemente", afirma.
