Dice el ganadero José Manuel Pérez que una buena leche es el resultado de una adecuada higiene en el ordeño y un buen manejo, es decir, cama limpia, agua fresca y limpia y adecuada dosis de alimento. "Hay que intentar que el animal esté cómodo, normalmente son agradecidos, así que si están bien, producen más", añade este tapiego, que regenta desde hace 25 años una ganadería en el barrio veigueño de Viladaelle. En su explotación se cuida hasta el mínimo detalle y tienen incluso unos ventiladores para mantener fresca la estabulación en verano: "Hay un veterinario que me dice que la vaca está bien cuando el ganadero está con chaleco, es decir, con un poco de frío". Desde el principio entrega su producción a Reny Picot y asegura que nunca ha estado tan analizada la leche como en la actualidad, ya que se la recogen cada dos días y en cada recogida le sacan muestras. Actualmente le pagan el litro a 0,31 céntimos, siempre que registre unos parámetros mínimos de grasa (el mínimo es 3,7), de proteína (3,2), células somáticas (debe de estar por debajo de 250) y bacteriología (por debajo de 30). Si las cifras de grasa y proteína son superiores a lo exigido puede cobrar un poco más de lo acordado, cuestión de unos céntimos, y, en cambio, si supera los niveles de bacteriología (marca el grado de higiene en el manejo) y células somáticas (hace referencia a las posibles infecciones en la ubre de la vaca) recibirá una penalización.
Este ganadero, que tiene alrededor de un centenar de vacas en ordeño y produce 100.000 litros al mes, considera que las industrias asturianas deberían de sacar pecho de la buena calidad de la leche y, sobre todo, pagar más al ganadero. "Sólo pido un precio justo y digno", precisa, y sitúa esa cifra en 0,36 céntimos por litro. Pérez se muestra muy orgulloso de una profesión que eligió por vocación a los 38 años, y exige la necesidad de profesionalizar lo máximo el sector: "Éste es un negocio como los demás, aunque con unas características especiales que exigen más dedicación".
