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En busca del arca del río Marañón

En busca del arca del río Marañón

Dos horas de carretera (vías locales, en su mayoría, casi todo sin asfaltar) desde la ciudad más cercana (Bellavista). Dos horas y media más por una pista de montaña con piso de puro barro (y eso que a finales de noviembre aún no ha comenzado la temporada de lluvias), donde el coche circula siguiendo rodadas de hasta medio metro de profundidad, desplazándose en transversal para poder avanzar. Y, una vez alcanzada la aldea que servirá como base, Plataforma, así llamada desde que instalaron por allí una plataforma de estudios sísmicos (su nombre real es Flor de Café, aunque nadie lo usa), aún restan tres horas más de dura caminata por una empinada "trocha" (senda), con pronunciados toboganes y amplios tramos embarrados y encharcados, bajo un calor sofocante. Todo para alcanzar el territorio del capito, como lo conocen los locales, o cabezón de Loreto, por su nombre oficial en español: un pájaro endémico de Perú (es el que figura en la portada de la guía de aves del país, la más emblemática de sus 1.800 especies) y con una distribución extraordinariamente restringida. Plataforma es el sitio "fácil" para verlo. El otro lugar accesible (no hay más) exige tres días de aproximación, en coche, en barca y a pie.

El capito es una de las aves más especiales que se pueden observar en Perú y, como tal, uno de los objetivos principales del viaje de dos semanas que realizamos un grupo de cinco amigos, dos de ellos guías ornitológicos profesionales, a la cuenca media y baja del río Marañón, en el norte del país. Tal como van las cosas, pronto será también una de las más complicadas, pues al ritmo de deforestación actual no resistirá mucho en Plataforma. Este lugar alberga otra especie aún más exclusiva: el pasado julio fue descubierto aquí un nuevo hormiguero, todavía sin nombre. Los locales conocen sólo un par de parejas (otras dos fueron cazadas como especímenes tipo para describir la especie), y es un pájaro muy esquivo.

Pero la expedición no comenzó en Plataforma, y tampoco fue esta la única zona apartada que visitamos. Al inicio del viaje hicimos una incursión en los bosques amazónicos del curso bajo del río Marañón. El vuelo de 50 minutos en avioneta entre Yurimaguas y San Lorenzo (no existe acceso por carretera) nos proporcionó una visión excepcional del manto forestal, tanto para apreciar sus cambios de estructura y composición entre la "terra firme" (zonas que se mantienen siempre por encima del nivel del agua) y la "varzea" (áreas inundables con las crecidas) como para comprobar el implacable avance del hombre sobre la selva, a fuego y sierra. Resta, con todo, una vasta mancha de bosques amazónicos al norte de los ríos Marañón y Ucayali (cuya confluencia da origen al Amazonas), hogar de una rica avifauna, con elementos tan singulares como el hormiguero castaño, nuestro objetivo prioritario. Más pistas y caminos embarrados, pero llanos, que exigen botas de agua y donde quedan trabadas las mototaxis Honda, que son el medio más popular de transporte rodado. Otra forma de recorrer estos bosques es hacerlo por el río, en canoas con motor fuera borda.

La selva amazónica, los bosques de llanura, tienen poco que ver con los que se desarrollan en las áreas de montaña, hasta casi 4.000 metros de altitud. Estos últimos, que comprenden los bosques nubosos y enanos, muy húmedos y cuajados de musgos, líquenes y plantas epífitas como las bromelias, están bien representados y cuidados en el área privada de conservación Abra Patricia-Fundo Alto Nieva, gestionada por la ONG Asociación Ecosistemas Andinos (ECOAN). Aquí vive el mochuelo peludo, un diminuto búho endémico de esta región de Perú. En su área de influencia se encuentra el Centro de Interpretación de Huembo, gestionado igualmente por ECOAN, que alberga el único bebedero de colibríes al que acude el colibrí admirable, endémico del valle del Utcubamba y del tamaño de un abejorro, salvo por sus largas rectrices ornamentales. Viven muchos otros colibríes en la zona, pero ninguno rivaliza con esta diminuta joya de la evolución.

Siguiendo el Marañón curso arriba se llega al extraordinario cañón de su tramo medio, con desniveles de hasta 3.000 metros y un paisaje árido y abierto que contrasta fuertemente con el de los bosques húmedos y que es el hábitat de una avifauna igualmente bien diferenciada. Era la última de las maravillas que nos tenía reservadas el arca del río Marañón, tan rica, exclusiva y sorprendente como amenazada.

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