Las técnicas vigentes diagnostican el Alzhéimer cuando se encuentra en un estado avanzado y los daños en el cerebro son ya irreversibles. Conseguir detectar la enfermedad en sus estadios iniciales supondría un gran avance en el tratamiento y prevención de la misma.
Los cambios cerebrales asociados a esta demencia se producen mucho antes de que se manifiesten los trastornos, dejando además huella en la sangre. Investigadores de la Universidad de California han descubierto que los enfermos presentan altas concentraciones sanguíneas de determinadas proteínas, observables durante los 10 años previos a la aparición de síntomas típicos de la demencia como la pérdida de memoria. Estas proteínas podrían servir de marcador para la detección temprana de la enfermedad.
