No me pude aguantar, y aprovechando las rebajas me compré tres pares de zapatos de tacón. Es lo que tiene cruzar la calle Uría dos veces. La primera vez llevaba prisa, y sólo pude catar de reojo las últimas tendencias. Pero a la vuelta, sucumbí. Ahora tengo que volver a decirle a mi madre que son préstamos de mis dadivosas amigas, que saben que no hay nada que me haga más feliz. Ya dice Manolo Blahnik que «el zapato plano hace a la mujer caminar como un reno». ¡Qué contenta estoy con cinco centímetros más...!