Ana G. DUQUE

Los avilesinos se empaparon ayer del espíritu celta por los cinco sentidos en la jornada de apertura del Festival «Beltaine». Hubo buena música para regalar a los oídos, vistosos bailes y atuendos para alegrar la vista, deliciosos postres y comida para alimentar el estómago y despertar el olfato; las ganas de fiesta eran tantas que casi podían tocarse.

«Beltaine» se desplegó por las calles de Avilés, llenando todos los rincones del centro de la Villa. Las bandas de gaitas procedentes de Asturias, Irlanda, Galicia y Escocia amenizaron la tarde, llevando su espectáculo a las principales calles de la ciudad. Las terrazas se animaron y se convirtieron en palco de lujo para seguir las actuaciones de música y baile y comentar los estilos y vestuarios de cada agrupación.

Así «Allen Irish School of Dance», una reconocida compañía de danza irlandesa, compuesta por jóvenes de entre 4 y 24 años, cambió de vestuario en las dos actuaciones que ofreció a los avilesinos y en las que hizo una exhibición de sus bailes tradicionales. A lo largo de la mañana los irlandeses se presentaron con un uniforme de sport, reservando los trajes más vistosos y representativos de su país para la actuación que ofrecieron por la tarde en la plaza de España.

Pero para representativos de una cultura, los músicos de la banda de gaitas «Mckenzie Pipe Band» que cruzaron las calles avilesinas luciendo pierna con su tradicional «kilt» o falda con diseños de cuadros rojos.

El festival «Beltaine» está presente en cada rincón de la ciudad, y así será hasta el 27 de este mes, día en el que se clausurarán las actividades. La animación en la calle es sólo una de las muchas atracciones que se podrá ver estos días en la ciudad. En la plaza Hermanos Orbón se encuentran instalados varios puestos que acercan al público las antiguas costumbres celtas y son un festín sensorial.

Alrededor del recinto se ubican establecimientos que ofrecen comida y bebida, y en el interior de la plaza se encuentran los puestos dedicados al aspecto cultural del festival, que nutre el espíritu del visitante. Objetos como llaveros e imanes, hechos de carbón, de cerámica y de madera, son algunas de las cosas que se pueden encontrar en los puestos de la plaza, todo ello artesanal. Librerías que ofrecen publicaciones en asturiano sobre la historia del Principado o discos de música tradicional, también se pueden adquirir en este «mercado celta».

La comida tiene su espacio en los puestos interiores de la plaza Hermanos Orbón, donde se puede degustar, entre otras viandas, el embutido de Tineo, quesos y miel, así como diversos tipos de pan, cervezas y vinos hasta perder el sentido.

En las primeras horas del «Beltaine», las actividades del festival celta no contaron con un público numeroso pero a medida que iban pasando las horas los avilesinos fueron sumándose, poco a poco, llamados por las notas de las agrupaciones musicales que ayer instauraron el reinado celta en Avilés.

El centro neurálgico de la actividad se encuentra en la plaza Hermanos Orbón, donde está instalado el escenario para las actuaciones que se celebrarán durante los diez días de «Beltaine». Esta ubicación es una de las grandes apuestas de los organizadores, pero también despierta incertidumbre entre algunos de los espectadores que consideran el recinto demasiado pequeño para grandes bandas. Una buena acústica será uno de los principales retos para este festival que llega con fuerza y dispuesto a consolidarse con próximas ediciones.

En definitiva el «Beltaine» reina en Avilés: se ve, se toca, se oye, se huele y se come.