Gijón, R. NOGUEIRA

Hace 152 años la reina Isabel II peregrinó, con todo su séquito, a Covadonga para rezar a la Santina. Ahora, caminantes de todo el mundo recorren parte de ese «camín de la reina» en la «Marcha Gijón-Covadonga».

Año tras año, desde hace veinte años, la gijonesa Tertulia Cultural «El Garrapiellu» recorre, con todo aquel que quiera sumarse a la iniciativa, este camino que va de Gijón a Covadonga y que atraviesa los concejos de Gijón, Villaviciosa, Piloña, Parres y Cangas de Onís. «Todo empezó hace 38 años por una promesa propia que cumplí con un amigo», recuerda Tino Lozano, el primer «garrapiellu» en hacer la ruta y presidente de la asociación. «Mi amigo y yo estuvimos año y pico pateando el terreno para recuperar los senderos y ahora, míranos. Todos los años guío a la asociación por esos caminos que descubrí sin querer».

Tres etapas, este año realizadas entre el 9 y el 11 de julio, hacen de la «Travesía andariega de Xixón a Cuadonga» una ruta para descubrir esa Asturias que muy pocos conocen. Empezando en «el llavaderu» de Deva, los «garrapiellos» caminan, en su primera etapa, hasta Sietes. De camino allí, donde se pasa la noche, los senderos llevan por diferentes capillas de ánimas, iglesias y parroquias como el templo de Santiago, en Pión, la capilla de ánimas de Grases, la iglesia románica de San Juan, la parroquia de Fuentes en Les Vegues, la iglesia de los Mártires de Coru, la capilla de ánimas de Breceña y, ya en Sietes, el templo renacentista de Santo Mederu y las capillas de ánimas en Perviao. Este año, la primera etapa viene con sorpresa, porque la asociación incorpora la visita a la «Fayona de la Triguera», última haya que queda en esa zona.

La segunda etapa arranca de Sietes hasta Llames de Parres, donde la asociación gijonesa tiene reservado el albergue «La Pesa d'Arriba» para hacer noche. Esta etapa recorre los municipios de Llares, Caparea, Borines, Vallobal, Miyares, Sorribes, el puente-Soto Dueñes y, finalmente, el Colláu Llames o Llames de Parres, donde se encuentra el templo medieval de San Martín de Escoto.

Tras pasar la noche en el albergue, los «garrapiellos» empiezan su última jornada de peregrinación. El primer tramo que se recorre es el Camín de la Reina, que siglos atrás recorrió Isabel II. La etapa prosigue caminando a través de los pueblos de Romillu y Romillín y Vega de los Caseros. Continúa por Villanueva, donde se encuentra el Monasterio de San Pedro Villanueva, y por el Contraquil, la entrada al casco urbano de Cangas, destacado por la capilla y el dolmen de la Santa Cruz. Una vez en Cangas de Onís se recorre el «puente romano» para continuar por Susierra, Calorio, Soto Cangas y La Riera. La etapa concluye al llegar al Camín del Príncipe, la subida a la Cueva, el final del trayecto a Covadonga.

Para sorpresa de muchos, el camino hasta la Santa Cueva no es algo hecho solo por asturianos. «Todos los años se nos une gente de fuera de Asturias y hasta algún que otro extranjero», cuenta Tino Lozano. «Este año tendremos a una americana», añade.

Hay varios tramos del camino en el que los peregrinos de la Santina se confunden con los peregrinos del apóstol Santiago. Por eso, los «garrapiellos» tienen un truco para diferenciarlos: «si caminan de derecha a izquierda van hacia Covadonga, y si van al revés, peregrinan a Santiago». «Nuestra ruta no es la única que existe para llegar a Covadonga», explica el presidente del Garrapiellu, «hay senderos alternativos, pero a final de cuentas, todos los caminos van pa Covadonga».

«Este camino empezó hace 38 años por una promesa propia», cuenta el presidente de «El Garrapiellu»

Peregrinos de la Santina

Los miembros de la asociación «El Garrapiellu» son los primeros en apuntarse a la marcha. Pero a ellos se les unen peregrinos en sentido estricto, personas que quieren conocer un poco más Asturias, senderistas, e incluso cuatro sportinguistas de incógnito que año tras año prometen a la Santina que subirán andando si su equipo cumple.

El equipamiento

Playeros o calzado de monte son los indispensables para la marcha, junto al bocadillo para comer el primer día. Fuera de eso, cada caminante debe elegir cómo va a estar más cómodo para hacer las tres etapas, que suele salir por no más de 130 euros por persona. Un chubasquero y un equipo antiampollas no están de más, ya que vale más prevenir que curar.