Oviedo, Pablo GONZÁLEZ

«Cruces y vírgenes no molestan». Ésta es la voz casi unánime de buena parte de los amantes de la montaña asturianos después de que se haya conocido que la pequeña figura de la Virgen de las Nieves desapareciera hace dos meses de la cumbre del Urriellu (Naranjo de Bulnes) tras haberse convertido en todo un símbolo de la cima asturiana.

Los montañeros asturianos, entre los que aún se mantiene la indignación por lo ocurrido, dan por perdida la figura de caliza, que en una primera versión fue colocada el 5 de agosto de 1954 para conmemorar el cincuenta aniversario de la primera ascensión al mítico macizo protagonizada por Pedro Pidal y Gregorio Pérez, «El Cainejo». Hace unos veinte años ésta fue destrozada y reemplazada por la actual, ahora en paradero desconocido. Ante esto, la Federación de Montaña del Principado baraja la posibilidad de reponer la figura si al final no aparece.

Pero la desaparición de la virgen del Urriellu no es la única que se ha producido entre los símbolos que, fundamentalmente los grupos de montaña, utilizan para marcar su paso por las distintas cimas, como son los buzones o cruces de cumbres, o los belenes de cumbres. «Estos símbolos están desapareciendo de bastantes cimas», aseguraba ayer Juan Rionda, presidente de la Federación de Montaña del Principado.

«A nosotros nos hicieron una parecida hace un tiempo con el buzón de cumbres que subimos a la Pica del Jierru en homenaje a Emilio Ribera, el Noi», apostillaba Joaquín Cipitria, directivo del grupo de montaña surgido del seno del astillero Naval Gijón. «Son cosas que no se acaban de entender», prosiguió Cipitria «porque no molestan a nadie».

Este grupo tampoco ha tenido suerte con los belenes de cumbres que son una tradición entre los grupos y en su última salida del año. «Los últimos belenes que pusimos, uno de ellos en la cumbre del Tres Concejos, nos duraron cuatro días», señalaba.

Por su parte, Alfredo Íñiguez, que cuenta en su haber con más de trescientas ascensiones al Urriellu, sabe que «ya han desaparecido algunas cruces históricas», aunque también entiende a aquellos a los que aseguran que «en las cumbres no puede haber una colección de chatarra». De todas formas, es el primero en defender la presencia de la Virgen del Uriellu. «Era de todos porque era un símbolo del Naranjo y de la montaña asturiana», recalcó. Y es que Íñiguez habla en pasado porque, como casi la mayoría de sus compañeros, da por perdida la imagen. «Si se la hubieran llevado, como ya ocurrió otra vez, para cumplir una promesa, ya la habrían devuelto. Me temo que está pulverizada».

Lo peor para muchos , como es para José Manuel Suárez, es que el culpable «no es un dominguero que pasaba por allí. Subir al Urriellu no es fácil». Así que la culpa de la desaparición de la virgen recaería sobre algún colega de escalada. Aunque simplemente «puede haber sido el viento, que alguien se apoyara para hacerse la foto de rigor y echara a rodar», terciaba el montañero Javier Fernández más conocido como «Moreno».

Y aunque nadie quiere convertir lo sucedido en una guerra de símbolos, en el caso de la Virgen del Urriellu se da la circunstancia de que después de su desaparición aparecieron el cumbre -también se han documentado algunas en Peñaubiña- banderas de oración tibetanas. En este caso también hay unanimidad. «Es complicado decir si están bien o mal, pero lo que parece claro es que está bien para el Himalaya, pero con el Urriellu poco tiene que ver. Es como si en el Himalaya quitaras una bandera para poner un crucifijo. Poner este tipo de símbolo puede parecer más "in", pero para mí supondría una perdida de identidad», manifestó Rionda.

Más claro fue Francisco Ballesteros, abogado, montañero y experto en la historia del Urriellu. «Si no queremos símbolos religiosos en las cumbres, está fuera de lugar que se opten por otros que no corresponden a nuestra cultura, religión y costumbres», afirmaba. Como experto en los hitos de la mítica cumbre asturiana, Ballesteros no oculta que lo ocurrido con la imagen del Urriellu supone «la desaparición de un página de su historia. La imagen, dejando a un lado lo religioso, era un símbolo, un testimonio para los montañeros de que habían hecho cumbre». No obstante, y como resaltaba Alfredo Íñiguez, «no hay un alpinista "cum laude" español que no haya pasado por el Urriellu, y por tanto que no tenga una foto con la Virgen».

Envíe su foto junto a la Virgen de las Nieves

La edición digital de LA NUEVA ESPAÑA ofrece a sus lectores la posibilidad de enviar sus comentarios y fotos junto a la Virgen del Urriellu a lne.es. Uno de los primeros lectores en enviar su recuerdo del la Virgen ha sido Miguel Ángel Muñiz Escobar, en la foto de la izquierda. «Estuve en la cumbre en septiembre de 2003 con Fernando Calvo y Erik Pñerez y fue una gran alegría ver y abrazar a la Virgen de las Nieves que seguramente nos ayudó en la subida y bajada», señalaba el protagonista de la instantánea.