Oviedo, M. GANCEDO

Aunque las palabras peregrino y rapidez parecen opuestas, lo cierto es que están más unidas de lo que se pueda pensar. En la última década ha ido surgiendo un nuevo perfil de peregrino, que viaja rápido montado sobre dos ruedas y que guiado por un buen GPS llega a Santiago de Compostela motivado por algo más que la inquietud religiosa. Son, por llamarlos de alguna manera, los «bicigrinos.»

Actualmente, únicamente el 10% de los peregrinos que se embarcan en la ruta a Santiago por Asturias lo hace en bicicleta. Dentro de este pequeño porcentaje se encuentran Carlos Coronado y Marta Corredor, una pareja de alicantinos que se ha unido a la ruta jacobea a través de Oviedo, elección que les permite disfrutar del trazado del Camino Primitivo, tramo en el que han tenido que emplear su GPS y una buena equipación.

El hecho de haber elegido los pedales en lugar de los pies les permite «evitar ampollas», como asegura Coronado, razón por la que a pesar de pasarse todo el día pedaleando llegan con «ganas de dar un paseo para estirar las piernas y recorrer el casco antiguo», asegura la pareja.

Al ir en bicicleta puede pensarse que se pierde el contacto con la gente, o que no se siente el ambiente peregrino, pero ellos lo desmienten: «En el albergue es donde realmente nos conocemos y charlamos». En los hospedajes son los terceros en las preferencias a la hora de ser acogidos, «precedidos de los peregrinos a pie en solitario y a pie en grupo», según explica Toni Montes, propietario del albergue de Grandas de Salime. Aunque esta preferencia va desapareciendo, como sucede en la asociación de Amigos del Camino de Santiago de Oviedo, regida por Pablo Antonio Sánchez desde hace once años. «El primero que llega se queda», asegura.

Unos pasan por Asturias cumpliendo con el viejo dicho de que «Quien visita a Santiago y no San Salvador visita al criado pero no al señor», mientras que los asturianos suelen elegir el Camino Francés. Éste es el caso del mierense Remigio Sánchez. Su hoja de ruta: «Roncesvalles-Santiago, en nueve etapas de 110 kilómetros».

Si las vías para alcanzar Santiago son infinitas y cualquier parte del mundo es un buen punto de origen, más lo son las razones. Tradicionalmente se ha hablado de cuatro motivos fundamentales para ir a ver al apóstol, pero lo cierto es que cada cual tiene el suyo.