Riberas (Soto del Barco),

Ignacio PULIDO

La granja escuela del palacio de La Bouza, en Riberas, vive su verano más internacional. Un centenar de niños procedentes de diversos países disfrutan durante la primera quincena del mes de unas vacaciones en medio de la naturaleza. Algunos de ellos han llegado desde puntos tan dispares como Houston (EEUU) o Moscú (Rusia). La experiencia está resultando ser un éxito. Los pequeños han participado en excursiones por el bosque, han realizado diversos talleres de artesanía, han perfeccionado su inglés o castellano y han entrado en contacto con diversos animales. Conchita González, gerente de La Bouza, señala que estos chavales son un ejemplo de tolerancia y convivencia para los adultos.

Este estío es especial. La granja escuela ha recibido a diecinueve niños procedentes de varios países y está al tope de su capacidad. «Tenemos a cien niños», subraya González. Muchos de sus visitantes acuden a este rincón para perfeccionar su inglés o su castellano. «Realizamos actividades bilingües. Unos se ayudan a los otros y todos salen ganando», explica. Sin embargo, los juegos al aire libre y los animales que pululan por el recinto siguen siendo el entretenimiento estrella.

Natalia Redestowicz reside en Madrid y sus padres son naturales de Polonia. Durante los últimos días ha disfrutado con sus compañeros de un paseo a caballo por las inmediaciones, de varias visitas a la playa o de actividades tales como hacer galletas con huevos de avestruz. La aventura está siendo inolvidable. «Los animales son lo que más me gusta, especialmente los caballos», matiza.

Javier Camino, natural de Calí (Colombia), también selecciona a los equinos como sus favoritos. Su estancia en La Bouza está llena de descubrimientos. «Nunca había visto en mi vida a alguno de los animales que hay aquí. Me han llamado la atención unos pollos», reconoce. Javier ha hecho buenos amigos este verano. Entre sus nuevas amistades se encuentra Kevin Goicochea, de Mar de Plata (Argentina). Kevin se encuentra en la granja en compañía de su hermana, Abril. «Hemos estado cuidando de unos gatitos», señala la pequeña. A los mininos se han sumado también otros nuevos inquilinos en La Bouza. A principios de mes, nació un burro bautizado por los niños como «Algodón». «Es muy suave. Nos gusta acariciarlo», señalan.

Nikita, un moscovita de ocho años de edad, se subió a un caballo por primera vez en La Bouza. Apenas habla castellano e inglés. «Nikita se entiende muy bien con los monitores. Es un niño muy activo y ha hecho muy buenos amigos», afirma Conchita.

María Martínez procede de Calcuta (India) y reside con su familia en Zaragoza. Su intención era permanecer en La Bouza durante una semana pero al final decidió prolongar su estancia otros siete días más. «El paisaje es muy bonito. Hemos ido a la playa y también hemos hecho excursiones. Una de ellas fue a Cudillero. Me parece un pueblo muy bonito», explica. Su amiga Nerea Vidaña, de Cantón (China) y residente en Valladolid, también está encantada con el entorno. «Las montañas y la playa están muy cerca. Nos llama la atención», señala. Nerea reconoce pasarlo genial con los talleres de artesanía.

La Bouza es un reducto de diversión y donde cada minuto es más entretenido que el anterior. Los niños se despiden con la intención de repetir. Tal es el caso de los hermanos Alex, Carolina Beatriz y Sofía Snyder Pérez, de Houston (Texas). Sus antepasados eran naturales de Peñaullán (Pravia) e emigraron a Cuba. Su plan para este estío fue conocer la tierra de sus ancestros. El viernes, después de varios días de diversión abandonaron la granja.

El verano sigue en la granja escuela de Riberas.