Riberas (Soto del Barco),

Ignacio PULIDO

Los veranos se disfrutan a tope en la granja escuela Palacio de la Bouza. Estos días sus instalaciones acogen a tres niños de la Asociación de Padres y Amigos de Cardiopatías Congénitas (APACI). Es la sexta vez que varios miembros de la entidad gozan del estío en el bajo Nalón, en la localidad de Riberas. De este modo, APACI pretende que los pequeños se integren con el resto de chavales, participen en las actividades y «se olviden un poco de los hospitales».

El día 1 de agosto el Palacio de la Bouza recibió a los niños de APACI. Está previsto que durante medio mes disfruten de numerosos talleres de artesanía, realicen excursiones, hagan ejercicio, convivan en contacto con los animales de la granja y, en definitiva, disfruten de un verano como cualquier otro niño. «Nuestra meta es que sean conscientes de que pueden hacer lo mismo que cualquier otro niño», señala Verónica Gómez, trabajadora social de APACI. Estos pequeños padecen cardiopatías congénitas que los obligan a llevar, a lo largo de su vida, un control de su afección. «Es muy importante que se olviden un poco de los hospitales», subraya. El sol y el aire libre son la mejor terapia para estos días estivales.

En concreto, diez niños de APACI disfrutarán de la experiencia a lo largo de todo el verano en diferentes turnos. «Les encanta y el trato de los monitores es estupendo», comenta Juana Jara, presidenta de la entidad que agrupa a unas quinientas familias en Asturias. «Existe un elevado número de casos de cardiopatía congénita», explica Jara. Los últimos recortes en materia de Sanidad y de ayudas a estos colectivos ha puesto contra las cuerdas a APACI, que ve mermada su capacidad en favor de los enfermos y sus familiares. «Se necesitan más profesionales y más recursos», subraya la presidenta de la entidad.

A lo largo de todo el año la asociación APACI realiza numerosas actividades entre las que se encuentran una fiesta de la primavera, un rastrillo benéfico, unas jornadas nacionales sobre cardiopatías, maratones solidarios y la formación de voluntarios. Destaca también el apoyo prestado a las familias y su acogida en un piso de Madrid, próximo a los hospitales de La Paz y Ramón y Cajal. Allí, los pequeños acuden para sus revisiones o para hacer frente a sus intervenciones quirúrgicas. «Se trata de una gran ayuda para los familiares», sostiene Verónica Gómez.

Lejos de los pasillos de los centros hospitalarios, el tiempo sigue su curso en el Palacio de la Bouza, donde los veranos se viven con mucho corazón y con los latidos saludables de la vida en el campo.