Gijón, Lara A. CHARRO

Lo dicen y lo repiten los jinetes y amazonas. Pocos concursos hay en el mundo como el de Gijón. A falta de grandes premios económicos, que no los tiene -será uno de los obstáculos para poder pasar a la «superliga» de la hípica, lo que se decidirá el próximo mes de noviembre-, lo que desde hace años garantiza en Las Mestas la presencia de destacados deportistas y equipos es la calidad del concurso.

Buena pista, excelentes obstáculos, un recorrido muy cuidado, una buena organización..., repiten los expertos. Y todo hecho en casa. Porque del Patronato Deportivo Municipal, con la colaboración de la Federación Hípica del Principado, depende la organización de un evento que mueve cifras por miles. En las bambalinas de ese evento están todos los días casi sesenta operarios, con Reinerio Suárez -jefe de instalación del Patronato- al frente; Salva Gómez y Gonzalo Cueto -del área de gestión y mantenimiento-, Estela Álvarez -al frente del servicio médico-, Conchita Valdés, Victoria Suárez, Cristina Martínez y Mirta García -en la gestión económica y administrativa-. Son los nombres propios sin los que el hípico no sería lo que es.

Pero a esos pilares casi no se les ve figurar. Lo que figura y destaca, en Las Mestas, es el colorido, la ornamentación y el diseño de los obstáculos, que son los que arrancan siempre palabras de felicitación entre los entendidos de la hípica que acuden cada año al recinto gijonés. Detrás hay una labor de meses de preparación por parte de los operarios de Las Mestas, que acumulan en los días de concurso su grueso de trabajo, con jornadas que requieren más de dieciséis horas para que todo quede a punto para los caballos.

El conjunto total de operarios del hipódromo de La Guía se divide en tres grupos, cada uno de ellos de una procedencia diferente. Por un lado se encuentran los operarios permanentes, que se encargan durante todo el año de los diferentes eventos que acoge el recinto de Las Mestas. Se trata de cuatro personas que dependen del Patronato Deportivo Municipal y, por tanto, del Ayuntamiento, y de otras cuatro que proceden de Lacera, una subcontrata. A estas ocho personas se les han sumado para esta edición del hípico gijonés otras 45 personas procedentes del plan de empleo Gijón Imserta, entre las cuales se encuentran dos carpinteros, dos pintores, dos albañiles, dos jardineros y dos encargados. En total, 53 personas que trabajan a destajo, con jornadas que se dividen en dos turnos que comienzan a las 08.00 horas y que terminan pasada la medianoche.

El trabajo de estos operarios empezó ya en junio, con el acondicionamiento de las instalaciones. «Hubo que preparar las tribunas, poner los obstáculos a punto, instalar la carpa VIP y la carta restaurante?», enumera Reinerio Suárez, jefe de instalación del Patronato, que lleva desde 1997 ocupándose de la supervisión de los trabajos en el hípico. Su labor continuará hasta finales de mes, ya que una vez finalizadas las pruebas todo tiene que quedar recogido y preparado para volver a comenzar el año próximo. Quizá entonces en «superliga».

Durante los días de concurso se vive el grueso de trabajo. La misión del personal de servicio en estas jornadas consistió en preparar los diferentes recorridos que trazarán los caballos y reparar los obstáculos que van siendo dañados. «La cantidad de trabajo es similar cada día, aunque siempre depende un poco de lo brutos que sean los jinetes», bromea Suárez. «Nuestra labor estos días consiste sobre todo en minimizar el impacto en el público», explica. Se trata de estar pendientes a los imprevistos y ser rápidos en caso de avería para que desde fuera se note lo menos posible. Una tarea nada fácil, pero de nuevo este año hubo un triunfo entre bambalinas.

Durante el concurso hasta 4.200 niños pasaron por los parques infantiles y el pony park de Las Mestas. También la guardería y ludoteca contaron con afluencia de público infantil.