El otro día me decía un amigo que por qué todo el mundo hablaba ya del fin del verano si todavía quedaba casi un mes. Toda la razón. Aunque es verdad que muchas cosas llegan a su fin en agosto, como este turno de verano, en el que durante nueve semanas hemos repasado las tendencias más punteras y le hemos sacado punta a las menos acertadas. Pero, nos hayan gustado o no, cuando nos vengan dentro de diez años imágenes de camisetas por encima del ombligo, de tatuajes metalizados de quita y pon y de looks enteros realizados en tejido vaquero, sobre todo si hay un mono de por medio; nos volverán los recuerdos del verano 2015.
Un verano en el que se confirmó que por la mañana nos gusta antes y por la tarde preferimos después. O lo que es lo mismo, que nos gustan el aperitivo y afterbeach. Que lo de beber en vasos corrientes ya no se lleva, mejor en tarros de cristal. Y que llevar sandalias Adidas de las de toda la vida con calcetines no queda restringido a los guiris. Que eso de hacer una fiesta en la terraza y poner la vajilla de hilo de oro de tu abuela, mejor dejarlo para el año que viene. Ahora se lleva el mix, en la mesa y en la ropa.
En el verano 2015, preferimos meter la cartera y el móvil en una mochila que en un bolso, y preferimos dejar claras nuestras intenciones con mensajes en camisetas y en sudaderas que decirlas a viva voz.
Este verano nos deja muchas cosas, pero lo mejor es que todavía no se ha acabado.
