Michael Lee Wolfe (Pittsburgh, Pensilvania, 1962) es un músico y promotor que lleva 32 años en Asturias. Ha trabajado junto a Xuacu Amieva, Anabel Santiago y Eduardo Martínez Torner, entre otros, y en proyectos como la Asturiana Mining Company. Desde hace dos años organiza el Festival de Jazz de Ribadesella, cuya 22ª. edición comienza mañana, viernes, y se desarrollará hasta el domingo, día 24, patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA. Las actuaciones se desarrollarán en la plaza del Ayuntamiento viernes y sábado a las 23.00 horas y domingo a las 22.30 horas.

-¿Qué lugar ocupa el festival riosellano en el panorama musical asturiano?

-Ribadesella es una de las pocas ciudades en España que puede presumir de contar con un certamen musical con una trayectoria tan larga y prestigiosa. Se ponen poco más de doscientos asientos, pero tiene un promedio mil o mil y pico personas, todos los demás de pie. Sin embargo en Asturias no es tan conocido para la trayectoria que tiene, pues cumple 22 años y pocos pueden presumir de eso. Para organizarse en un pueblo y con un presupuesto limitado es de los más sólidos que hay, claro. Los artistas lo conocen bien a nivel estatal y hay mucha demanda para intentar entrar y tocar. Lo que quiero es ofrecer calidad y diversión y siempre apuntar hacia arriba.

-¿Qué criterio ha seguido para la selección de los artistas que actuarán entre mañana y el domingo?

-Buscando un poco de todo, la variación, un plato fuerte y luego la economía, tienes que meter esas tres cosas. Hemos seguido el criterio del jazz internacional, en el que entra todo: blues, heavy metal, todo tipo de músicas. Hoy día un festival de jazz no necesariamente se refiere al jazz tradicional, aunque también hay muchas ofertas. En cierto modo abarca músicas del mundo pero de alto nivel, de nivel internacional. El criterio que hemos seguido es que la gente lo pase bien y no se pierda la esencia de la improvisación. Traiga a quien traiga, quieres que la gente perciba una música que se está dialogando en el momento. Que se esté haciendo algo irrepetible y no se haya hecho nunca, no de partitura ni mucho menos, aunque esto no quiere decir que no haya. Es crear algo cada vez que sales al campo a jugar.

-¿Cuál es el plato fuerte de este año?

-La noche de fados es el tema novedoso y podría ser plato fuerte por la gente que traemos. María Emilia, acompañada de Miguel Ramos, es una figura joven pero una estrella ascendente de la música portuguesa y además traen una banda tremenda, unos acompañantes excepcionales a la viola baixo, guitarra clásica y portuguesa, que tocará Mario Pacheco. El plato fuerte del festival se servirá el segundo día, con la Big Funk Band de Miguel Blanco. Habrá unas dieciocho personas en escena y Blanco es de los mejores arreglistas de España, con más de 600 arreglos hechos con gente como Paquito Herrera, la Vieja Trova Santiaguera, pasando por orquestas de México y Rusia, entre otras. Por ejemplo, el jefe de los metales de la Big Funk Band lo está también en la banda de Luis Miguel. Son grandes músicos, grandes arreglistas y un buen repertorio que toca el swing, soul y funk.

-¿Por qué el fado?

-Está de moda, la gente la está descubriendo en todas partes. Tanto con sus fusiones como la tradición están en todas partes, en los festivales de jazz. Sé que gusta muchísimo en Asturias y casi, vayas donde vayas en España, está y pensamos que era buen momento para cerrar el festival. Este año además se aprovechó la disponibilidad de estos artistas.

-Y para abrir el festival, una acordeonista gijonesa.

-Sí, Maraya Zydeco, quien ofrecerá una sesión de blues con una calidad y trayectoria excepcional, es de las mejores blueseras del acordeón de este lado del Misisipi. Conozco a algunos de los mejores y más activos, pero como bluesero y del estilo Zydeco, María es única. Es una pequeña joya asturiana con una larga trayectoria en festivales y conciertos. Es muy divertida, será una buena apertura.

-¿A quién le gustaría ver sobre el escenario del festival riosellano?

-Llevo promoviendo conciertos en España desde 1992 y antes de la crisis la actividad era mucho más vigorosa. Los contratos siguen y hay dónde escoger, hay muy buenas opciones del jazz y cosas suficientemente relacionadas como el fado. Es cuestión de ver lo que te puedes permitir. Creo que el público no quiere ver a Frank Sinatra, sino calidad y que les guste. Hay que empezar a programar temprano, sortear dificultades, y lo importante para mí es que sea variado, todo muy distinto cada día. Por gusto me encantaría traer a gente como Bill Frisell, uno de los guitarristas más interesantes del mundo en este momento. Carminho trabajó para mí antes de romper y fue tremenda, si pudiéramos contar con ella sería estupendo, aunque creo que hoy día no nos alcanza el presupuesto.

-¿Se planteará en algún momento cobrar entrada en el festival o apuesta por mantener la entrada libre y gratuita?

-La apuesta es mantenerlo gratis. Todo el mundo habla, a partir de la crisis, de la necesidad de que el público vaya pagando. Sí creo que con el tiempo España tiene que resolver esta cuestión para que se mantenga un nivel artístico alto en los festivales. Claro que cuando promovían los ayuntamientos y las cajas de ahorros era muy difícil cobrar. El modelo de financiación de festivales tiene que cambiar legalmente en España para que el público empiece a colaborar más, y a pagar por lo que quiere ver. Esto está cambiando, pero es difícil que el público ayude a financiar algo totalmente subvencionado por el ayuntamiento.