Los miembros del grupo Relais & Châteaux se han comprometido a proteger el mar dejando de servir especies en peligro de extinción y a eliminarlas progresivamente de los menús en el transcurso del año que viene. En concreto, los restaurantes que pertenecen a esta agrupación no servirán atún rojo a partir del 1 de enero de 2010.

El atún rojo es un pescado codiciado precisamente por su alto precio en el mercado. En Japón se han llegado a pagar miles de euros por un ejemplar, en función del peso, que puede ser de hasta 300 kilos. Existen empresas que capturan vivos los atunes para después engordarlos en jaulas en alta mar. Su situación en estos momentos es de urgente peligro por causa de una explotación masiva; la disminución de la población atunera se ha acelerado en los últimos años tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo siempre por encima del 50 por ciento.

¿Qué hace tan especial al atún rojo? Fundamentalmente, la facilidad con que se presta su carne a cualquier aplicación culinaria de moda. El poco trabajo que exige en las cocinas de los restaurantes, la gran aceptación por parte de los clientes, en general, y de los japoneses, en particular. Limpio, sabroso, fácil, bonito y caro. Por esa serie de cualidades tan apreciadas el atún está condenado a muerte.

Lo que queda entonces es revertir la situación. Lo primero, obligarnos a no comer algo que nos gusta, pero que, si no lo hiciéramos, en tres años podría dejar de existir. Lo segundo, aplaudir toda iniciativa en defensa de esta especie en extinción, como esta de Relais & Châteaux, un grupo que cuenta con 475 establecimientos hosteleros de prestigio en 57 países y que en la actualidad coopera con Seafood Choices Alliance, organización no gubernamental que establece estándares en el sector de la pesca. Que cunda el ejemplo.