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Gastronomía

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Los mosqueteros de la cocina asturiana desvelan sus preferencias gastronómicas

Los cocineros asturianos aseguran que la región tiene una despensa privilegiada

Los cocineros asturianos aseguran que la región tiene una despensa privilegiada

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Los cocineros asturianos aseguran que la región tiene una despensa privilegiada Luis M. ALONSO oviedo

Podrían ser los mosqueteros de la cocina asturiana. Siete chefs con estrella Michelin, fruto en buena medida del progreso que desde hace un tiempo han venido experimentando los restaurantes del Principado. Un Paraíso Natural está obligado a serlo también de la comida, que encuentra en el Cantábrico una auténtica despensa. Pedro y Marcos Morán (Casa Gerardo Prendes), José Antonio Campo Viejo (El Corral del Indianu, Arriondas), Gonzalo Pañeda (Auga, Gijón), Esther Manzano (La Salgar, Gijón), Jaime Uz (Arbidel, Ribadesella) y Ricardo González Sotres (El Retiro, Pancar), en la foto, celebran la nueva etapa de "La Vida Buena" ensartando con sus cuchillos las manzanas que son símbolos de la belleza y la sabiduría. Faltan Isaac Loya (Real Balneario, Salinas), que no pudo asistir a la cita, y Nacho Manzano (Casa Marcial, La Salgar), representado por su hermana. Como si estuvieran.

A los cocineros asturianos de élite les guía el sentido común, no hay estridencia, huyen del divismo que sobra en la cocina actual y, pueden estar tranquilos con ellos, jamás les ofrecerán en sus menús, por ejemplo, insectos. Son decididamente partidarios del gran producto autóctono: la prueba es que en las cartas de los restaurantes que dirigen se puede comer un pedazo de Asturias. Dado que la fabada es el plato que ha distinguido y distingue a esta región, si se les pregunta por una alternativa fiable enseguida salen a relucir el pote asturiano, los callos, la merluza y los oricios, que escasean pero de los que nadie es capaz de prescindir en temporada. Naturalmente, el respeto por la satisfacción del cliente debe ser la gran preocupación de cualquier establecimiento de hostelería. Por eso cuando tienen que pronunciarse sobre qué les atormenta, los cocineros asturianos aluden de inmediato a la felicidad de los comensales. Acto seguido están la perfección, el estrés propio de la cocina y de mantenerse arriba. Creerse el papel que desempeña uno mismo ayuda a mejorar.

Creen, o al menos así lo expresan, que para progresar y crecer hay que hacerlo unidos. Precisamente, "uno para todos, todos para uno", era la frase extraída del latín que utilizaban para darse ánimos los mosqueteros de la novela de Dumas.

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