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La alegría de la huerta

Es la hora de las bayas

Arándanos, frambuesas y moras ofrecen lo mejor de aquí a septiembre

Arándanos.

¿Quién no ha recogido moras entre los bardales en las calurosas tardes de verano para luego aplastarlas en un colador y beber ese líquido granate y grumoso como si fuera el mejor zumo del mundo? Los niños de antes lo tenían como uno de sus entretenimientos preferidos, además de los chapuzones en los ríos o salir a cazar grillos. Los de ahora quizás nunca lo hayan hecho en su mayoría y lo más cerca que han visto una mora es en las cajitas de plástico del supermercado.

Ni lo primero es la panacea ni lo segundo un pecado, ya que al fin y al cabo se trata de disfrutar de uno lo de los sabores típicos del verano. Los frutos rojos están ahora en pleno apogeo y de aquí a septiembre se convierten en uno de los mejores recursos de temporada para tomar de postre, hacer zumos o utilizarlos como ingredientes en muchas y cada vez más recetas, tanto en dulce como en salado.

En Asturias estamos acostumbrados a que su cultivo sea más bien salvaje y desordenado. Las moras de toda la vida se encuentran a puñados entre los zarzales que bordean cualquier camino y se pueden recoger sin mayores problemas. En el caso de los arándanos y frambuesas la cosa cambia y su cultivo, extraño y aislado hace décadas, se extiende ahora a velocidad de rayo. La cuestión es que las plantas no necesitan excesivos cuidados para sacarles rendimiento, gustan del sol, pero pueden crecer en zonas de sombra; agradecen además los suelos húmedos y, como se animen a producir, son capaces de dar alegrías durante todo el verano a su propietario, no en excesiva cantidad, pero sí regularmente.

El cultivo casero es posible, con cierta mañana y espacio, pues en algunos casos necesitan soportes (las frambuesas y moras) y libertad para crecer en el huerto. Hay que tener mucho cuidado con los pájaros, que pueden dejar las plantas esquilmadas. La prueba de que el suelo y el clima asturianos son propicios para los frutos rojos es que su cultivo se ha ido profesionalizando y existen ya grandes plantaciones por toda la región. Como sucedió con el kiwi hasta hace muy poco tiempo, es siempre más fácil comprar en la frutería un arándano americano que uno cultivado en Pravia o Siero, aunque todo se andará. El objetivo de hacerse con los que crecen al lado de casa es claro: el sabor y la frescura siempre serán superiores a los de otros que han viajado almacenados y en congeladores durante días.

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