Negre Studio, formado por Jorge Bibiloni, Juan Manrique y Neus Barceló, han sido los encargados del interiorismo y Project management del Weyler, el que se ha convertido desde el mismo momento de su apertura en uno de los locales de asueto indispensables de Palma. Todo el diseño, el seguimiento y la gestión entera del proyecto han estado en manos de este equipo joven capaz de implicarse desde el primero de los bocetos hasta el último detalle de la obra.

Un local difícil era la base de partida de un proyecto que debía desarrollarse en un espacio reducido, pero perfecto para el propósito del cliente. Y eso sí, la ubicación, en la Plaza Weyler, resultaba inmejorable, algo recóndita, pero céntrico en extremo y con un entorno bellísimo. La intención fue la de crear un lugar algo secreto, algo casi clandestino, difícil de encontrar a la primera. Algo que no sea obvio ni una moda pasajera. Un espacio que sorprenda a cualquiera por su ubicación y decoración. Un centro de reunión tanto para extranjeros de pasada como para el mallorquín de toda la vida a menudo reacio a las novedades invasivas. Un espacio que evocara buenas sensaciones tanto para adultos como para jóvenes. Eso sí, todos ellos con ansias de algo diferente y acogedor.

Un espacio con el sabor de toda la vida, un punto underground aunque elegante, casi de club privado, muy cool. Un guiño a los antiguos bares clandestinos de los años 20, donde la ley seca imperaba. El alcohol bajo llave, los clubes privados, los momentos de evasión.

Destaca sobre todo el resto de la decoración un juego casi infantil. Un guiño al buen humor en la estantería metálica de aire industrial que abarca toda la pared.

Los libros, las bolas del mundo, las jaulas de hierro cerradas bajo llave, las muñecas de madera, los coches de juguete de hojalata la inundan creando un juego continuo que ayuda al entretenimiento de la vista. Pone de buen humor.

Un espacio lleno de carácter, donde las formas siempre están relacionadas con las propiedades de los materiales.

Las diferentes zonas del local se enfatizan mediante las lámparas doradas a techo, verdaderas protagonistas. Las zonas dos de sofás Chester, haciendo un guiño a lo más clásico de una coctelería mundana, la barra, las contrabarras...todas ellas quedan remarcadas por la iluminación.

Los elementos inacabados como las paredes de cemento y el metal en bruto, se confrontan con los sofás en piel o la barra en mármol de carrara. Piezas en bruto enfrentadas a piezas manufacturadas artesanalmente. De gran lujo. Todo diseñado integralmente a medida.

Mármol, piel, madera, baldosa mallorquina, hierro y paredes de cemento vigilados por la genialidad surrealista de los dos cuadros de Dalí.

La apuesta empresarial de su propietario, Alberto Seguí, La Granja de Esporles, Agroturismo Canet, Discoteca Victoria, Harlem Café, han sido otras de sus apuestas exitosas, nace de la carencia y consiguiente demanda de un nuevo espacio social, moderno pero acogedor, con historia, con algo que contar, ver y descubrir al entrar, un diseño que no deja indiferente a nadie, transgresor, sorprendente, innovador pero cálido, en el que te sientes a gusto, casi como en casa. La idea era simple. La mejor ubicación, la mejor terraza con sol, buen diseño, servicio profesional con trato humano y simpatía natural pero sobretodo precios razonables en un entorno de lujo. Pensado para un público exigente. Me confiesa Alberto que el libro ´Queridos Mallorquines´ es uno de sus favoritos y lo tuvo presente durante la etapa de creación, apostando incondicionalmente por lo nuestro, lo mallorquín, con productos de aquí, artesanos, ecológicos y de altísima calidad gourmet. Eso, también es diseño.