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"Las gafas y las rastas me ayudan a separar el personaje de lo que soy"

"Mis padres siempre me han apoyado en todo, tengo la suerte de contar siempre con su comprensión y apoyo en lo laboral y en mi vida personal; incluso cuando les dije que era homosexual fue mucho peor lo que yo mismo me formé en mi cabeza"

Ácido. Así es Torito, el personaje televisivo del que se enamoró la televisión hace ya quince años y detrás del que se esconde un tímido Quique Jiménez, nacido en Ciutadella (Menorca) en 1977 y que iba para pintor. Alocado, descarado, besucón, extremadamente perfeccionista, testarudo, aparentemente frívolo y, como dice María Teresa Campos en el prólogo de este libro, "imposible de olvidar". Torito acaba de publicar "Ácido", en el que se ha dejado entrevistar por más de cincuenta artistas a los que él lleva "dando por el saco" muchos años y en los que descubre su parte personal, la de Quique Jiménez. Ahora que acaba de tomarse un respiro para ser padre y a punto de cumplir 40 años era el momento de "echar la vista atrás".

-¿Por qué elige el nombre de "Ácido"?

-Lo tenía claro desde un principio porque buscaba una palabra que representase estos quince años de carrera y que recogiese también la esencia de Torito, que es en realidad un personaje que siempre tiene ese punto ácido que además creo que ha quedado muy bien plasmado en este libro. Al principio cuando me puse a escribir mi intención era que este libro fuese un homenaje a estos años de carrera, a desgranar todas esas anécdotas divertidas que me han ocurrido, pero luego uno se pone al trabajo y se da cuenta de que comienza a fluir también toda esa parte sentimental que es la que más me asustaba contar, porque en realidad yo soy una persona muy tímida. Sacar a pasear a Torito es algo que llevo haciendo muchos años, pero contar la vida personal de Quique, lo que siente, su vida íntima, es algo que me daba miedo y tuve que hacer un par de parones mientras estaba escribiendo el libro para plantearme si realmente quería hacerlo. Pero al final, cuando eres sincero, te quitas un peso de encima y la gente responde con cariño; quiero decir con esto que finalmente este libro está también escrito por Quique.

-Un tipo con semejante desparpajo televisivo resulta difícil imaginarlo tímido en su día a día. ¿Lo pasa mal cuando la gente le reconoce por la calle?

-A veces es difícil. Cuando la gente te hace una broma por la calle y no se encuentra con una persona tan audaz, muchos se han sentido defraudados conmigo. La gente no tolera que le digas que no, pero con los años he aprendido a dar a la gente lo que quiere. No se trata de que yo tenga dos personalidades, no, no es eso, yo no soy Aida Nízar. No hablo de mí en tercera persona, pero he aprendido a sacar un poco más al personaje a la calle y, sobre todo, a quedarme en casa cuando tengo un mal día para no defraudar a nadie.

-¿Quién se esconde detrás de esas rastas y esas gafas de pastas sin cristal?

-Para mí, las gafas y las rastas son como la nariz para el payaso, son el escudo para separar el personaje de lo que realmente soy, y cuando me quito las gafas pues ya estoy entre amigos, pero si me las pongo me dan la seguridad de salir a trabajar. Los tímidos tenemos que buscar artilugios que nos den la seguridad para salir al ruedo y yo he tenido mucho miedo escénico. El otro día una señora me decía que a ella le pasaba lo mismo y ella buscaba esa fuerza en el maquillaje, pues genial. Todo lo que te ayude a superar tus miedos bienvenido sea.

-Escribe un libro de vivencias a los 39 años? ¿No es un poco pronto?

-Era el momento. Estoy a punto de cumplir los 40, acabo de ser padre con mi pareja mediante gestación subrogada y he decidió tomarme un descanso de la tele, pero decidí tomármelo yo, y cumplo quince años de profesión, pienso que era un momento ideal. A mí me echaron de la televisión una vez y desde ese batacazo pienso que cada vez que salgo a la televisión puede ser mi última intervención. Cuando sales en la tele todos los días piensas que la televisión no puede vivir sin ti y de repente dejan de llamarte y si las acciones de Torito valían un precio, pues al día siguiente no valen una mierda. Pasé una época muy mala sin trabajo, pero soy muy orgulloso y decidí que de la tele me tenía que ir cuando yo quisiera, no cuando me echasen, y conseguí volver. Ahora valoro todo eso, la trayectoria y el momento que estoy viendo y por eso sale este libro.

-Era una promesa de la pintura y desbarraba más de la cuenta en sus primeros programas porque sus padres en Menorca no le veían. ¿Cómo se tomaron su cambio de rumbo?

-Es verdad. En esa época empecé en una televisión local en Barcelona y siempre me decían que les mandase la cinta, pero yo nunca se la mandaba. Al final empezó a correrse la voz y fueron surgiendo más proyectos. Como a todos los padres, con lo que cuesta que los hijos saquen los estudios (estudió Bellas Artes), al principio, como siempre, les extrañó la decisión. Pero mis padres siempre me han apoyado en todo, tengo la suerte de contar siempre con su comprensión y apoyo en lo laboral y en mi vida personal, incluso cuando les dije que era homosexual fue mucho peor lo que yo mismo me formé en mi cabeza. A veces nosotros mismos hacemos una paella de un grano de arroz.

-De verdad tiene gana de cortarse las rastas?.

-Algún día hay que cortarlas, reina, que me llegan casi al culillo, pero ahora mismo no es el momento, hay que esperar un momento clave para hacerlo, pero sí, algún día lo haré por una buena causa.

-En este libro desvela cómo nace su apodo de Torito a colación de un comentario que usted le hizo a Jordi González?

-Sí, él me dijo un comentario en una publicidad, yo estaba muy nervioso y le contesté "eh, toro bravo, no te pases conmigo". A la gente le hizo gracia y desde ese día él me empezó a llamar Torito; en realidad, nació de un nerviosismo televisivo.

-Acaba de ser padre por gestación subrogada junto a su pareja. ¿Ser padre era como usted se lo imaginaba?

-Supera todo lo que uno se plantea para bien y para mal. Me hace mucha gracia esta gente que quiere tener un hijo para afianzar su pareja, porque es un error absoluto, es como si te entregan un ordenador sin instrucciones. Pero a nivel positivo puedo decirte que yo jamás me había muerto de amor con una sonrisa, por eso ahora me da pereza irme de promoción porque justo cuando me tengo ir por la puerta me regala esa sonrisa y ¡ay! Es que me derrito. Es verdad que los primeros meses son bastante malos porque yo tengo 39 años y las noches sin dormir no se aguantan como cuando teníamos 20 años, pero es lo que nos ha tocado vivir? Tenemos hijos cuando antes eran abuelos. Pero es maravilloso.

-¿Quién disfrutará de su libro "Ácido"?

-Pues yo creo que los fans de Torito y los que quieran conocer a Quique, también los que odien a Torito y toda esa gente que quiera pasar un rato divertido de anécdotas con las personas que han colaborado en este libro, a las que estoy tan agradecido, y que desde luego han sido mucho más benevolentes conmigo de lo que yo he sido con ellas en estos quince años. Gente como Pablo Alborán, Alejandro Sanz, Melendi, Rosario Flores, Malú, Carlos Latre, Martín Berasategui, Màxim Huerta, Nacho Vidal o Tania Llasera, entre otros. En este libro he ido de cara con mis sentimientos y me he dado cuenta del cariño que me tiene la gente de la profesión, y estoy muy agradecido. No es un libro de psicoanálisis, pero si puede ayudar a alguien a luchar por conseguir lo que quiere saliendo de la nada, pues aquí está mi historia.

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