En el cole de Santolaya educan a los niños para que sepan pensar como científicos

"Buscamos críos que sean autónomos, que sepan resolver problemas"

ASTURIANOS EN CABRANES: David Balsera

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

David Balsera, maestro de Primaria en el colegio público de Santolaya de Cabranes. Tiene 56 años y desde hace siete años es maestro en el colegio de Santolaya de Cabranes, donde junto con su compañera de Infantil, Covadonga Laviada, está aplicando un modelo educativo basado en el aprendizaje por proyectos. Un sistema para el que se ha formado de la mano del programa "El CSIC en la escuela", que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas lleva años desarrollando para implantar el pensamiento científico y experimental en las aulas.

"Yo era, no sé cómo decirte, un electricista que a los 34 años decidió cambiar de vida y que estudió Magisterio porque creía que era su vocación. Yo tenía una FP, tuve que hacer el curso acceso a la universidad, aprobar el acceso a la universidad y después hacer la carrera con treinta y tantos años y luego las oposiciones".

"Mis padres tenían una tintorería. Si preguntas en Arriondas, donde nací, yo soy David el de la tintorería. Eran los años en los que, digamos, las perspectivas de los padres no eran tan altas con respecto a sus hijos. Mis padres tenían pocos estudios y el hecho de que su hijo ya fuera electricista, un profesional, estaba bien. Además, yo tenía una cierta vocación de irme de casa. Con 14 años calculé que con una FP en 5 años tenía un oficio y a los 18 años me podía ir. No porque estuviera mal en casa. Siempre me quisieron muchu, soy un hijo muy queridu. Pero yo siempre fui un hiju muy independiente".

"De pequeño era piragüista y luego también fui empresario de una empresa de turismo náutico que llegó a ser muy grande. Empecé a la vez que Tom y Calo Soto en Arriondas (pioneros del turismo rural en Asturias a principios de los años 90). Somos muy amigos hoy todavía. Yo me enteré que ellos estaban montando una empresa aquí en Arriondas. Yo estaba viviendo en Villarcayo (Burgos), porque en aquel momento daba clase de electricidad en un centro de FP. Tenía unos 22 años más o menos, y monté una empresa de piraguas en el Alto Ebro. Luego me arruiné, estuve en la ruina absoluta".

"Antes me dedicaba mucho al deporte. Era monitor de varios deportes y entonces fue cuando te das cuenta de que te gusta enseñar. Había tenido también esa experiencia educativa esporádica haciendo la sustitución en la FP. Así que siempre había tenido la sensación de que la docencia me atraía. Y luego mi pareja es maestra de vocación, casi desde antes de nacer. Es hija de maestra, nieta de maestra y bisnieta de maestra. Así que, bueno, un día al venir del trabajo –estaba en la Campa Torres de Gijón montando las instalaciones de Repsol– me dije: ‘Yo tengo que valer para algo más, yo así no puedo vivir la vida’. Así que a buena parte con mi compañera, que enseguida me dijo: ‘Pues mira, hay un curso para preparar la entrada en la universidad’. Pues para adelante me fui. Estuve andando por todos los coles de Asturias hasta que llegué al de Santolaya de Cabranes hará unos siete años, tras sacar las oposiciones".

"El aprendizaje basado en proyectos, como trabajo yo en Primaria, y también mi compañera de Infantil, Covadonga Laviada, que es una crack, va muy en la línea de la nueva ley educativa. Es la primera vez en mi vida que me siento protegido. La nueva ley es una perspectiva que te da mucha tranquilidad. Yo llevo desde hace mucho peleando, siempre a contracorriente, yendo de interino a colegios que siguen el ‘método tradicional’. Me da mucha rabia llamarlo así. Prefiero llamarlo el método ‘habitual’. Es un método que nació con el franquismo, el método memorístico con todos los niños sentaditos viendo la nuca del vecino y memorizando y haciendo ejercicios repetitivos. Pero antes del franquismo en España no se daba clase así, por eso no entiendo que se le llame tradicional. Yo no invento nada. Muchas veces hablamos de enseñanzas alternativas y modernas y son cosas que nacieron en el siglo XIX".

"Cuando empecé a dar clase, empecé siendo un maestro muy normal, pero un día me di cuenta de que algo no iba bien. Hubo una especie de epifanía. Estaba en Llanes y les estaba explicando a los niños, según decía el libro, la concordancia entre género y número. Les hice el examen que mandaba el libro y empecé a ver que los niños escribían cosas muy raras. Luego se lo mandabas leer y entonces sí se daban cuenta de que era incorrecto lo que habían escrito. ‘Algo estamos haciendo mal’, pensé. A partir de ahí empieza lo duro, empiezas a formarte de verdad, empiezas a darte cuenta de que existen un montón de cosas que no sabías y que nadie te enseñó en la carrera, empiezas a acumular horas de formación, a leer un montón y vas aprendiendo. Hasta que un buen día, hará unos diez años, me dicen que hay un programa que se llama ‘El CSIC en la escuela’, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que viene a contarte cómo trabajar con la ciencia en la escuela. El CSIC, a través de su formación, me dio mucho armazón teórico y práctico. Yo ahora tengo un cierto nivel en Física, en Química, en Aeronáutica, en un montón de cosas… Llevo ya muchos cursos con ellos y su metodología es una maravilla. Para mí es la clave. Llevan ya 35 años trabajando en esto y ahora la nueva ley también avala mucho esta forma experimental de trabajar".

"Después de conocer la metodología del CSIC me entregué a esa causa y ahora aquí trabajo siempre así, es un aprendizaje basado en proyectos, aplicando el método científico a todas las áreas. Y los críos están todo el día haciendo cosas, no hacemos fichas. Se trata de que los niños aprendan, no de que yo enseñe. Por ejemplo, ahora estamos haciendo un proyecto de Mates cuyo objetivo final es hacer una máquina que cierre automáticamente una puerta corredera que tenemos en el cole. Para ello hicimos un arco de madera para poder hacer poleas y ahí aprovechamos para estudiar las poleas. Y al estudiar las poleas tenemos un dinamómetro y un peso. Entonces les pongo todas las herramientas a mi alcance para que ellos consigan entender que si vas aumentando el número de poleas va disminuyendo proporcionalmente la fuerza que hay que hacer para subir el objeto, pero también disminuye en la misma proporción el espacio que eres capaz de subir el objeto. Se trata de que ellos generen leyes, que entiendan cómo funciona".

"En primero, segundo y tercero de Primaria, no importa tanto que sepan cosas como que sepan hacer cosas. Que sean capaces no tanto de saber como de saber hacer, de tener habilidades. Si tienes un crío que sabe trabajar en equipo, que entiende y respeta a los demás, que a la vez comprende la importancia de trabajar con un orden y con un pensamiento científico –lo que se llama ahora el pensamiento computacional–, que es capaz de razonar, de resolver problemas, de reflexionar y pararse a pensar cómo soluciona un problema, pues ese crío, a la hora de meterle conocimientos en la cabeza, va solu".

"Para las cosas más básicas yo ya hice unos vídeos. Ellos lo tienen en el vídeo. Y luego también hago mucho la ‘clase invertida’. Es decir, en lugar de explicar yo en clase y que hagan deberes en casa, yo preparo explicaciones que pueden ver en casa y luego hacemos los ejercicios en clase. Porque para oír una explicación pueden verla ellos tranquilamente. En clase nos dedicamos a aplicar sus conocimientos o a reforzarlos, a solucionar las dudas».

"Cuando nuestros alumnos van al instituto, que yo hago aún seguimiento porque tengo bastante relación con la gente del instituto de Villaviciosa, por lo general lo que nos dicen es que son alumnos participativos, que saben escuchar, saben hacer cosas. Les dicen que haga una presentación y la hacen en un powerpoint muy bien. Saben comportarse, son educados, respetuosos, saben escuchar, tienen un perfil de ciudadanos, muy importante. Todos los años tenemos una reunión con los profesores del instituto y siempre nos dicen lo mismo. No les piden tanto que sepan gramática y un montón de cosas, nos piden que sean independientes, que sean autónomos, que no se queden parados porque se rompió la punta del lápiz ya no saben qué hacer. Eso es lo que buscamos. Con este método buscamos críos independientes que sean capaces de trabajar por su cuenta, que sean capaces de buscar información, capaces de resolver problemas. Yo estoy harto de ver niños que me dicen que saben multiplicar muy bien. Les pones una cuenta y la resuelven muy bien. Pero eso no me está diciendo que sepan multiplicar. Porque yo les pongo un problema que hay que resolver con una multiplicación y no saben qué hacer. Esa es la diferencia. En cambio, fíjate, nosotros intentamos hacer personas que, si no saben multiplicar, que sean capaces de resolver el problema igual. La multiplicación es una suma reiterada. Pues, entonces, si para multiplicar por diez sabes que tienes que sumar eso diez veces es que entendiste lo que hay que hacer".