Cheres Quintín, actriz integrante del grupo de teatro "Les Ayalgues". Son uno de los grandes tesoros de Candás. Las catorce mujeres integrantes del grupo de teatro "Les Ayalgues", dirigido por Gemma de Luis, tienen todas más de 64 años y alguna actriz llega a los 89. Tradicionalmente, ellas abren el Salón de Teatro Costumbrista, una de las joyas culturales del concejo que, temporada tras temporada, repite un desbordante éxito de público. Cheres Quintín, de 78 años, asegura que para ellas no hay mejor terapia y que cuando toca ir a actuar "marchamos para allá que nos pelamos".

"Mi nombre completo de por sí ya es puro teatro. Me llamo Fredesvinda, pero todo el mundo me conoce como Cheres. Mi segundo nombre es Mercedes. Fue para hacerme un favor. Y el apellido es Quintín, como la batalla de San Quintín. Sí, todo es un poema. El nombre se supone que es de origen alemán. Ya era mi abuela Fredesvinda. Parece ser que había muerto recientemente y mi madre, en un momento sentimental, pues me lo cascó".

"Soy nacida en Gijón, pero hice más de la mitad de mi vida en Carreño. Me siento muy candasina. Tengo 78 años. Ahora estoy jubilada, pero, más o menos, mi vida transcurrió prácticamente la mitad en casa y la otra mitad, en plan profesional, trabajé en inmobiliarias".

"En el teatro ya empecé en el colegio. Yo fui a un colegio de monjas y sabes que en todo colegio de monjas que se precie el fin de curso es teatro. Empecé con 6 años. Había una monja que era muy teatrera y el afán de ella era hacer teatro, teatro y teatro. Era en las dominicas en Gijón. La primera obra que hice con les monjes fue ‘Lentejita’. Pero si te soy honrada tengo que decirte que yo no era Lentejita. Era otra nena que tenía una memoria genial y nos apabullaba a todas. Luego, con 14 años, hice María Estuardo, pero en versión de monjas, que ya te puedes imaginar. Pero, escucha, sí, sí, con unos trajes de época tremendos".

"Total, que quedó la semilla y ya con muchos años encima, aquí en Candás me apunté a unos cursos que patrocinaba el Principado para mujeres mayores de 50 años, para esa gente que en un principio no tuvo tiempo para ellas y luego, ya en la jubilación, había que darles una salida para entretenerse. El programa se llamaba ‘Tiempo propio’. Todavía existe, gracias a Dios. Ahí empezamos un curso que era iniciación al teatro y quedamos todes tan entusiasmades que hablamos con la concejala de Cultura, que era Amelia de aquella, hoy nuestra querida alcaldesa. Siempre nos alentó a hacer este grupo. Empezamos a enrollarnos con este tema del teatro, hablamos con ella, y con unas ayudas anuales que da el Ayuntamiento para estas iniciativas pues seleccionaron a Gemma de Luis, que es una gran directora. Tenemos una directora que eso es medallita de San Luis. Es muy buena, de academia, puede dirigir perfectamente a Concha Velasco. Con ella empezamos a meternos poco a poco y ya nos tienes ahí, triunfando desde hace casi 14 años (risas)".

"En el grupo somos todes yogurines. Ahora somos catorce y llegamos a ser diecisiete. Las más jóvenes tienen 63 o 64 años. Y tenemos actrices que van a hacer 89 años y con una memoria prodigiosa. Ahora con la pandemia hemos bajado todas, lógico. A gente con estas edades estos dos años de paro nos dio el bajón. Si todo eso lo está sintiendo la gente joven, imagínate nosotras. Se notó, se notó. Lo noté y lo notamos. Esto fue una época muy cruda y muy dura. No pudimos actuar y ten en cuenta que esto del teatro nos viene muy bien para la memoria. Cuanto más empeñada estás en aprender el papel eso te mantiene en un estado mucho más alerta. Cuando salimos de la pandemia estábamos, no atontadas, pero como que no sabías a qué atenerte. Pero, gracias a Dios, remontamos. Espíritu de remontar y de seguir con el teatro eso lo tenemos al cien por ciento".

"Aquí en Carreño tenemos la joya de la corona, que es el Salón de Teatro Costumbrista. Nosotras siempre abrimos el festival. Y luego también salimos a actuar por las parroquias del concejo y por los ayuntamientos que nos llamen. Vamos encantadas. Si nos llaman, marchamos que nos pelamos y ahí rejuvenecemos todes. Si hace falta, vamos a a la pata coja. Les que teníen les rodilles recién operaes, de repente teníenles como pa jugar al fútbol. Sí, sí, verdad, verdad".

"Esto del teatro reanima a cualquiera. Si andas desanimada, si tienes bajones como todo el mundo, cuando llega la hora de ensayar se nos olvida todo. Esto es una terapia que mejor no puede ser. Te lo digo de verdad, me cae la baba hablando de ello. Socializas. La memoria no la puedes tener como una persona de 50 años, pero la tienes bastante bien para hacer una comedia de hora y media de duración, un monólogo o lo que sea".

"Por cierto, que no quiero que se me olvide la última obra que hicimos. Ahí cambiamos un poco el tercio y tuvimos la osadía de atrevernos con una de Federico García Lorca, con ‘Doña Rosita la soltera’. Está mal que lo diga yo pero hay que decirlo: la bordamos. Hicimos llorar a la gente. Y eso dice mucho. Nos metimos en una obra absolutamente desconocida para nosotras, por el lenguaje y todo. Mucha poesía que tiene esa obra, mira. Como éramos tantas, se hicieron tres Rositas: la más joven, la de mediana edad y la mayor. Y yo hice de la mayor. Hay un monólogo enorme que me lo papé y las demás compañeras, todas, salieron brillantes y más. Es una obra que es un poco dura. Por el título pienses que lo vas a pasar bien, pero luego es la vida misma. Todas quedamos encantadas y a la gente la hicimos llorar".

"En el Salón del Teatro Costumbrista de Candás hicimos unas cuantas. Hicimos una de monjas que era ‘El calendario’, que transcurre en un convento. Esto eren unes monjes que estaban pasando necesidades, les probes, y no teníen ni pa comer. Entonces inventaron hacer un calendario con les monjes y esto llegó a oídos del obispado y mandó una monja, que en esti casu era yo, en plan bulldog; a poneles pingando, amenazándoles con que iba a cerralu. Y no lo debí hacer mal, oye, voy a echame yo una floreada también, no lo debí hacer mal porque la gente del público insultábame, al personaje quiero decir. Decíame: “Marcha de ahí, desgraciada”".

"Otra que hicimos era ‘Les olímpiques’, donde teníamos la osadía de ir a participar a las Olimpiadas de México. La última fue ‘El secreto de les marañueles’. Son cómicas y ahí nos movemos muy bien.

"El teatro costumbrista es eterno. Yo vengo observando en el teatro que hay muchísima gente joven también. Además, ellos se modernizan dentro del costumbrismo y lo ponen muy al día. Tenemos buenos escritores y unos actorazos tremendos, todo amateur. Gracias a Dios, el teatro costumbrista es indestructible. Tiene muchísima gente. Este certamen de Candás está a tope los días que dura. Y gente joven. Te lo dicen mis ojitos, que yo llevo dos años de jurado y observando. Y bien que se ríen y lo disfrutan, sí, sí, sí, sí".

–En en su perfil de WhatsApp tiene escrito un lema: "La vida es un carnaval".

–La vida es un carnaval... ¿No es cierto? No hay que tomar a pecho las cosas, no hay que disgustarse ni llegar a como están llegando las cosas ahora mismo. No, home, no. Vivir y dejar vivir, que es lo principal. Y pasarlo bien, pasarlo bien. No ofender a nadie y pasarlo bien. Bueno, hale, entonces quedamos mañana para hacer una foto en el Teatro Prendes. Y, mientras, a ver si nos llama Almodóvar.