El Sporting contado en treinta años de telegramas

"Y decíame el telegrafista: oye, Tomás, falta que te fichen pa Tablero Deportivo o algo"

ASTURIANOS EN GIJÓN: Tomás Gracía

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Tomás García, marino mercante jubilado y sportinguista acérrimo. Durante treinta años como marino mercante nunca pudo ver al equipo de su corazón, pero desde que se jubiló no pierde partido y, además, va a recibirlos y a despedirlos al aeropuerto cada vez que los rojiblancos viajan.

"Me llamo Tomás García Díaz, nacido en Bañugues, Gozón, y residente desde hace cuarenta años aquí en Piedras Blancas. Nací en 1956 y embarqué en la marina mercante con 17 años. Un guaje. Mi padre era pescador en Bañugues, a la langosta y eso. Todos marineros, una generación de la mar de siempre. Yo fui el primeru de la familia en embarcar, luego ya fueron primos míos".

"Era un guaje cuando subí al barcu. Primero tuve tres años aquí con mineraleros, el Trasona y el Llaranes. Mineral de hierro y carbón. Tuvimos yendo tres años a por carbón a Polonia y luego fuimos pa África. Luego embarqué en petroleros hasta que me retiré. Echa cuenta desde los 17 hasta los 50 que me jubilé… Mucha gente piensa que en cada puerto tenemos un amor y nun ye así. Conoces lo que ye el puerto y los alrededores. En petroleros a veces íbamos a la factoría a descargar, pero la mayoría de veces quedábamos muy lejos del puerto, no había forma de ir a tierra. Era con una monoboya la descarga. En 48 horas ya descargabas y a otro viaje. Así que lo que vi fue: barcu, barcu, barcu, mar y cielo".

"Empecé de mozu cubierta, al poco tiempo pasé a marinero, haciendo timón y demás, y luego ya col tiempo pasé a contramaestre y me jubilé. Caséme con Bendi, que ye de un pueblín de al lado, San Jorge de Heres. Tuve tres fíos. Lo que pasa ya que, a principio, cuando venía a casa de vacaciones me miraben como diciendo ‘quién ye esti paisano’. Tengo tres hijos: uno con 44, otro con 42 y la pequeñaja que tien 27 años, que vino en un día que no sabemos cuándo fue. Se ve que venía apuráu y ahí pasó eso. Y tengo dos nietos, David y Sofía, tienen 14 y 6 años y ¡sportinguistas!".

"Navegué con mucha gente gallega y eren fenomenales. Pero el mar no lo echo de menos, desde que me jubilé nun quise saber ya más nada. Ni a les llámpares. Y desde que me pasó esto, menos".

–¿Qué fue?

–Ye un pocoñín largo de contar. Ingresé con una neumonía y luego quedé sin habla, una ataxia cerebelosa aguda. En palabras llanas, que me afectó al cerebelo, que ye lo que se encarga, por lo visto, del andar y el equilibriu. Y me dejó tirao. Desde entonces voy en una silla de ruedes. Fue hará unos 6 años. Pasome en casa. Taba en la cama. La mujer fue a hablar conmigo y yo ni hablaba ni nada. Cogiéronme entre ella y el guaje mayor y lleváronme pa la residencia. Yo lo que toi pensando ahora ye que si eso mismo me llega a ocurrir en el barcu, madre de dios, ahí quedo.

–Pero eso no le impide ir a recibir y a despedir al Sporting al aeropuerto.

–Ay, no. Eso no me lo quita nadie. Eso pa mí ye sagrao.

–¿Cómo empezó su afición por el Sporting?

–Me viene de mi padre, que también era sportinguista y me lo metió en la sangre. Y tando en el barcu era todo a base de telegramas. Era casi imposible hablar por teléfono y lo que hacía la muyer era mandame siempre que había partido un telegrama con el resultado del Sporting. (Se emociona) Todes les semanes. Cada vez que me mandaba un resultado negativo, ¡mecagon!, ya me ponía de mala hostia. Pero bueno la mayoría eren buenos…

"Y decíame el telegrafista: oye, Tomás, falta que te fichen pa Tablero Deportivo o algo. Eren todes les semanes. Esa era la vinculación que tenía yo con el Sporting, no tenía otra. Mucho me acuerdo de los telegramas. En los telegramas no te podíes alargar mucho, a lo mejor ella poníame: metió un gol Quini que ni te enteras de cómo lo metió. Madre mía. Esos telegramas eran la unión que yo tenía con casa y con el Sporting, no había otra. Esa era mi forma de estar pendiente de ellos. Porque yo, hasta que me jubilé, nunca pude ir a verlos. Era muy difícil, cuando yo venía era en verano y no jugaben.

–Entiendo que su mujer también ye aficionada.

–La muyer ye más que yo. Te lo digo de verdad. Aparte de que por ella estoy aquí, como sportinguista no creo que haya una muyer lo que ye ésta. A ella también le venía en la sangre porque mi suegru era también del Sporting. Tuve esa suerte de encontrala, que ye lo mejor que me pudo pasar. Encontrala a ella. Cada vez que lo pienso… Tengo la mejor muyer que pueda existir. A lo mejor si fuera otra, hale, esti que quedó inválido que se quede allí. Pero no, ye ella la que lleva el motor de casa. Y de todo.

"Cuando me jubilé, con 50 años, nos hicimos socios los dos y ya no perdimos partido. Antes de tener de esto yo a algún partido fuera también iba, pero ahora con la silla de ruedes no te puedes mover a gusto. A sí no se puede ir. Pero al Molinón vamos los dos siempre. El número 18 en grada Este, en la parte de abajo, en la zona de minusválidos, allí tenemos el sitio para los dos, para ella y para mí. No te digo nada cómo lo pasamos. Pero cuando perdemos venimos para casa desde el Molinón en coche sin dirigirnos la palabra. Ella ye muy aficionada, no sé cómo explicátelo, no hay palabras".

"Ella y yo, discutir nunca por el Sporting. Tamos de acuerdo en lo que hay. Discutimos a lo mejor por otros equipos, eso no te lo pierdas. Porque ella ye del Madrid y yo soy del Barca así que hay piquilla. Pero donde esté nuestro Sporting... Que no nos lo quite nadie".

"Haz 13 años que estamos yendo sin parar al aeropuerto a ver a los jugadores. Vamos cuando marchan y vamos a recogelos cuando vuelven. Cuando tuvimos el ascenso taba aquello lleno pero por, lo demás, quién va a ir… No aparez nadie allí. Ya me conocen los guardias porque yo llevo la boina con el escudo del Sporting y ye una seña de identidad. Una vez me dijo uno: pero qué haces aquí esperándolos, tas locu, que son las tres de la mañana. Y yo: no, locu no toi, toi muy bien".

"Todos me conocen en el equipo. Son una plantilla excelente de verdad y la dirección también. Aunque tengo que decirte que el mejor presidente pa mí fue Don Manuel Vega Arango. Pero tengo otro recuerdo más grabáu todavía: Quini no sabía cómo estaba yo en silla de ruedes y en el primer viaje que fuimos al aeropuerto a despedilos, cuando me vió, madre mía, no lo creía. Se abrazó a mí y me dijo: ‘Venga, Tomasín, que eso no ye nada ¿non ves lo que me pasó a mí y toi aquí? Así que tranquilu’. Me dijo: ‘Tou pasa’. Yo lo llamaba Enrique. Gustába-y más que lo llamaras Enrique. Y a mí decíame Pinón porque mientras pude andar llevaba madreñes y la boina del Sporting. Mira, les madreñes aquí tán en una vitrina con las firmas de Enrique, de Preciado, de Villa... Todos".