Una empresaria biotecnológica emergente casada con uno de los últimos mineros

"Desarrollamos un dispositivo que abarata y acelera la medida de oxidantes y antioxidantes"

ASTURIANOS EN LLANERA: Henar Muñoz

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Henar Muñoz Cimadevilla, CEO y fundadora de la empresa biotecnológica Bioquochem. Esta langreana de La Felguera, de 38 años, química doctorada en Biomedicina, fundó en 2015 la empresa Bioquochem, alojada en el CEEI del Parque Tecnológico de Llanera. También es la vicepresidenta de Bioasturias, la nueva asociación de empresas biotecnológicas del Principado de Asturias, en la que están integradas 21 compañías.

–En mi entorno me ven como una extraterrestre, completamente. Me dicen: "Pero tú cómo te metes en esos líos"; "pero tú, todo el día viajando por ahí"; "¿pero tú crees que te merece la pena echar todas estas horas?".

Henar Muñoz Cimadevilla, langreana de La Felguera, de 38 años, parece una extraterrestre porque en su núcleo familiar conviven los dos extremos que definen el cambio socioeconómico de la Asturias entre el siglo XX y el XXI. Su marido, de 37 años, es uno de los últimos mineros de Hunosa. Y ella es uno de las primeras empresarias biotecnológicas que surgen en la región. "A él le quedarán tres años para prejubilarse". Ella, química doctorada en Biomedicina, prefiere no saber lo que le queda por bregar para sacar adelante la compañía de base tecnológica Bioquochem, una startup que fundó en 2015 junto con su director de tesis, David Hevia. La empresa, que ya tiene diez empleados, nació y está alojada en el CEEI (el Centro Europeo de Empresas e Innovación del Principado), una entidad pública financiada por el Idepa y radicada en el Parque Tecnológico de Llanera. Esta es su historia:

"Durante mi tesis desarrollamos un dispositivo para la medir la capacidad antioxidante en muestras biomédicas. La tesis versaba sobre pacientes con ictus y miramos los niveles de oxidantes y antioxidantes. Fuimos capaces de desarrollar una metodología para medir antioxidantes en esos pacientes. Cuando terminé la tesis me anclaba mucho Asturias el estar casada –mi marido tenía un trabajo fijo aquí– y tener una ‘peque’, que tenía en aquel entonces 2 años. No podía echar la vida de ellos a perder por buscar yo una oportunidad fuera".

"Pero todos esos hándicaps se acabaron convirtiendo en una cosa positiva. Cuando se hace una investigación, como yo había hecho, normalmente se queda en un cajón o, como mucho, se genera un artículo científico o una patente que quedan ahí y no valen para nada. Con mi director de tesis decidimos que esto no iba a ser así. Vamos a lanzarnos, vamos a crear una empresa, dijimos".

"Lo primero que hicimos fue acudir al CEEI. Antes no sabía ni siquiera lo que era. Ahora en los grados sí que empiezan a hablar más de emprendimiento a los alumnos, ya es más normal, pero en aquel entonces era cero. Era: o haces el doctorado o te vas fuera a una empresa multinacional a buscarte las castañas y, si puedes, vuelves. Esto de emprender todavía no estaba muy bien visto".

"Llegamos al CEEI a ciegas. Lo típico que llegas con tu idea debajo del brazo pensando: ‘Yo con esto revoluciono el mundo y me hago millonaria en dos días’. Y cuando llegas aquí te ponen los pies en la tierra. Tu idea es fantástica, pero: ¿tienes mercado?, ¿has hecho una cuenta de pérdidas y ganancias?, ¿has hecho una previsión de cuánto vas a vender y en cuántos países? Tuvieron muchísima paciencia con nosotros. Éramos unos científicos que no tenían ni idea de lo que era una empresa".

"Nosotros desarrollamos métodos para medir oxidantes y antioxidantes. Los oxidantes se miden en biomedicina porque la oxidación celular da lugar a muchísimas enfermedades como el cáncer y dolencias inflamatorias. También en el mundo alimentario es importante. Por ejemplo, en las mantequillas es lo que le da el sabor a rancio. En las industrias alimentarias esa medición se usa para los procesos de calidad. Imagina que estás haciendo un empaquetado, produciéndolo a diferentes temperaturas. Pues puedes ver a cuál de esas temperaturas o con cuál de esos almacenamientos oxida menos el producto".

"Acabamos de terminar el desarrollo de unos dispositivos que son como un glucómetro (el medidor de glucosa en sangre indicado para los diabéticos), muy chiquititos y que funciona con tiras reactivas fungibles. En un minuto tienes el resultado. Los dispositivos que nosotros desarrollamos sustituyen técnicas que son muy costosas y que tienen unos tiempos de respuesta larguísimos, incluso de días. Con un técnico que tengas poniendo gotitas en las tiras reactivas tienes el resultado y no necesitas un personal que tenga una tesis doctoral para manejar un equipo de 200.000 euros"

"Hace aproximadamente cinco o seis meses entró en la empresa un fondo inversor, Tech Transfer Agrifood, de Navarra. Se dedican al tema alimentario. Así que estamos virando hacia ese sector. Este fondo inversor no solo nos muestra las necesidades el sector, también nos aportan clientes. El más importante que ahora tenemos por parte de ellos es Mahou San Miguel. Estamos con el proceso de envejecimiento de sus cervezas para ver si somos capaces a predecir cuándo va a envejecer una cerveza justo cuando se produce".

"Somos diez personas trabajando y ahora que tenemos este nuevo dispositivo, esperamos ir creciendo exponencialmente, pero al principio la empresa éramos una mesa, un ordenador y yo. Era yo la que desarrollaba el producto, la que intentaba vender, todo… Hubo momentos en los que me decía: ‘No sé si daré para atrás y me quedaré en casa a cuidar de mi peque y que sea lo que Dios quiera’. Son muchas subidas y bajadas, es una noria constante. Si quieres emprender tienes que tener muy claro qué es lo que quieres hacer y que las horas que vas a invertir son infinitas. Tienes que estar muy motivado".

"El Idepa y el Principado nos apoyaron muchísimo en este camino. Sí es verdad que se apoya mucho a las empresas que nacen, pero luego para las que estamos en un proceso de dar un paso más adelante y crear empleo y crecer, las ayudas bajan bastante. Es necesario apoyarnos cuando estamos intentando crecer para que esto siga y no acabe en que se han creado de cuatrocientas empresas biotecnológicas pero luego sobreviven dos. Entiendo que los números son los números. Decir que se han creado veinte empresas biotecnológicas este año queda muy bonito, pero quizás habría que ir más allá. Poder decir: hemos creado tres pero hemos conseguido que las diez que tienen ya más de diez empleados pues consigan otros diez empleos más. Lo veo más ahí".