Hernán Haces, ganadero de Porrúa. Junto a su hermano Pelayo, Hernán Haces regenta la ganadería La Peña de Porrúa, que se ha convertido en referencia del sector por su altísimo nivel de robotización y de apuesta por el confort animal, pero también por un modelo de negocio en el que los Haces se han salido del circuito de la industria lechera y controlan un producto de muy alta calidad –de la leche fresca a derivados como queso, croquetas, yogur y arroz con leche– desde el ordeño hasta la distribución al cliente final.

–Hoy en día esta será la granja más robotizada de Europa. Y todo eso gira en torno al “cowfort”, el confort de las vacas. Nosotros invertimos muchu dinero ahí, en robotizar una granja donde el animal está, vamos, como en un hotel de cinco estrellas.

Hernán Haces Romano, de 35 años, y su hermano pequeño Pelayo encabezan la ganadería porruana La Peña de Porrúa, que, bajo la marca “Leche Leche”, comercializa sus propios productos, desde leche fresca a queso fresco, croquetas y arroz con leche. Es un prodigio tecnológico en el que tanto la alimentación como la limpieza y el ordeño están robotizados. Los techos de este “palacio” para las vacas se abren automáticamente cuando la temperatura empieza a molestar a las reses. Esta ganadería no solo es un modelo a seguir por el proceso de producción. También por su concepto de negocio. Los Haces controlan el ciclo completo: desde la producción hasta la entrega final al cliente. De estas vacas se aprovecha todo: las visitas a la granja se han convertido en una de las grandes atracciones veraniegas de Llanes. El año pasado, solo en agosto, pasaron por allí 3.000 turistas. Hace la visita guiada Hernán:

“A ver, yo con 18 años me fui pa Oviedo. Estudié dirección comercial y marketing y entré a trabajar en Tartiere Auto. Me iba a ir pa Madrid, que tenía dos o tres colegas allí. Pero no ganaban un putu duru pa pagar el pisu. Quedé en Tartiere, estuvi siete años en la Volkswagen. Estaba muy bien, tuvi unos compañeros cojonudos, pero llegó un momento en que, con veintipocos, pensé: ¿voy a estar toda la vida? El día que-yos dije que me iba, uno me dijo: pero si tú vas a llegar a ser aquí el que manda. No, no, no me cuentes películas. Yo quería ser ganaderu. Lo que pasa es que, a ver, antes de marchar pa Oviedo, yo chocaba muchu con mi padre. Y llegó un momento en que pensé: aquí el que sobra soy yo. No voy a obligar a mi padre, que aún tien 40 años, a hacer lo que yo quiera. En el instituto nunca fui ningún lumbreras, porque era muy vagu, pero lo saqué y me fui pa Oviedo”.

“Luego, sobre la crisis del 2010 o el 2011, mi padre se estaba buscando la opción que quitar las vacas de leche. No eran rentables. Ahí hubo unos años que estuvo más mangoneao incluso que ahora. Un día él dijo: esto si lo queréis, pa vosotros. Y yo-y lo dije: pues vengo pacá”.

“Yo quería quedame con esto. A mí me gusta vivir aquí y la viabilidad no la iba a sacar con la industria. Yo me hice mi business plan, que con 2.000 litros de leche que moviera ganaba veinte veces más que produciendo una burrada pa la industria. Y empezamos así. Gracias a Dios me fue bien, la gente valoró muchu el productu. A ver, pa que te hagas una idea. Si tú controlas, con la leche tienes tú muchu margen. Si estás vendiendo la leche a la industria a 30 o 35 céntimos, y estás palmando dineru, la industria lo vende a la hostelería en 70-80 céntimos. En esa diferencia tengo un margen muy buenu pa mí, pa empezar. Y, claru, después la calidad no tien na que ver”.

“Volví al diseñu original del lecheru. Igual, igual, igual. Aquí había un paisanu, hay todavía, Raúl, que tien un almacén de piensos, que empezó a vender leche por las casas. Cagon la mar cómo me presta que tal, me decía. Quién me iba a decir que esto iba a volver. Coño, vuelve porque hay necesidad de ello. Si la gente no me lo comprara, no lo vendía”.

“Ya empecé con un plan de negociu: transformar la leche que producíamos en la granja de mi padre, que tenía veintipicu o treinta vacas. Yo me decía: con esa materia prima si la transformo más rentabilidad-y saco. Hicimos un pequeñu obrador y empezamos a vender leche líquida pola hostelería, para hacer los postres y eso. Empezamos con la leche, tuvimos mucha aceptación. Luego hicimos quesu frescu, luego yogur, croquetas y arroz con leche. El arroz es el boom y lo que nos trae locos por toda España. La clave son los limones de Porrúa. Un día me quedé sin ellos por tou el pueblu y compré otros distintos. Al segundo día los tiré. Digo: pa gintonics o pa lo que queráis, pero pa arroz con leche no”.

“Yo puede que quizá tenga una ventaja: aprendí a ganarme la vida vendiendo, con la experiencia que tuve en Tartiere Auto. Yo aquí-y lo digo a mucha gente: tú haz quesu porque es la manera de saca-y dineru a la leche que produzcas, pero no se te olvide una cosa: que el dineru está si tú controlas el cliente. Si vas a hacer quesu pa que cuatro distribuidoras te mangoneen, quédate como estás. Y eso es lo que pasa en Asturias, que hay mucha quesería pero hay muy poca cultura de vender. Como digo yo hay que ser un pocu más americanu, no date miedu vender. Puedes hacer un productu muy buenu, pero como no lo sepas vender vas a tomar pol saco.

“Venga, pasa, que os enseño la ganadería. Aquí-y lo digo a la gente: esto es una granja de verdad. Las vacas tienen el olor. Si entras en una granja de cerdos, huele a cerdos. Y la vaca huele a vaca. Os enseño un pocu las instalaciones. Ahí un robot que les da de comer. Después, las vacas, que son de raza Holstein, la ideal pa producir leche, duermen en una colchoneta de látex. Y la gente empieza: ¿por qué ves una vaca así durmiendo, tan cómoda? ¿Tú, cuando gastas cien euros más en un colchón, a que lo disfrutas? Pues esto es lo mismo. Yos enseñas también que las vacas se cepillan. Que hay un robot como el de casa, el “roomba”, que anda tou el día limpiándolas. La cubierta abre a partir de catorce grados pa potenciar la ventilación. Estos cubículos son de Dinamarca. En cualquier granja ves que las vacas meten la cabeza entre los hierros y aprovechan pa trancarlas. Aquí la vaca está completamente libre, anda a su bola”.

Hernán Haces Julián Rus

“Nosotros aquí tenemos vacas frisonas de la ganadería con la mejor genética de Europa, que es Badiola. Esto es una granja donde tou gira en torno al confort de las vacas. A mí me preguntan: ¿no-yos pones música? Mira, callar un pocu: ¿qué ruidu hay aquí? (llega una brisa de la costa, pájaros) ¿Tú tas en tu casa y quies tener la radio tou el día encendía?”.

“Las actividades que hacemos son: visitar la granja, dar el biberón a los terneros y ordeñar una vaca. Aquí vienen los críos a da-yos el biberón a los jatos y es el boom. Los padres acaban disfrutando más que los críos. Hoy en Asturias hay gente de treinta y cuarenta años que nunca vio mecese una vaca. Y es triste decilo. Pero es la verdad. Pues imagínate la gente de Madrid. Lo de ordeñar es pa hacer vídeos y ser trending topic, eh. Cuando-y lo dije a mi padre y a ún que vien por aquí tolos días, me decían: tas como una puta regadera, ¿quién va a pagar por mecer las vacas? ¿Que quién va a mecer las vacas? ¡Lista de espera! Y diez euros cobraba”.

“Mira, la ‘Keisi’ entra ahora al robot de ordeño. Entra cuando le da la gana y el robot la ordeña automáticamente. Aquí la vaca anda a su puta bola, hablando mal. La leche va a salir ahora por esa piezas rojas y blancas, por la pezonera. La leche no se toca para nada, no se puede contaminar. El robot la analiza y yo tengo la opción que de escoger si la quiero para elaborar o no. La puedo mandar al tanque de la leche general o me la manda al obrador, pa hacer yogur, por ejemplo”.

“Con un robot te haces un pocu más independiente, no estás tan esclavu a ordeñar por la mañana y por la tarde, pero además controlas muchísimu la calidad del productu. A un extremu inigualable hoy en día. Y controlas muchísimu el bienestar del animal. Tú date cuenta, y esto lo decía a las visitas, que una madre, mi mujer es madre ahora, da el pechu cada dos o tres horas, cuando el críu lo quier. Yo tengo una cría pequeña de tres meses. Y una vaca es igual. Tú imagínate una vaca que da cuarenta litros de leche y que en la producción normal se ordeñe dos veces al día. Veinte kilos aquí, sufre esa ubre la de Dios. Eso es un estrés de la hostia. Pues aquí una vaca que dé cuarenta litros de leche se ordeña cuatro veces al día, ella sola. El robot desconecta independiente cada pechu. Esa es una ventaja brutal. En un ordeñu normal se conectan los cuatro a la vez, sobreordeñando los pezones. ¿Por qué se viene a ordeñar ella? Por confort. Tú vas a una granja cuando se ordeñan por la mañana y por la tarde y una hora antes de ordeñase hay unos muyidos ahí… Todas las vacas esperando: me voy a meter yo primero que tú”.