Virginia Revuelta, empresaria. Regenta, junto a sus otros tres hermanos, la empresa de helados de Revuelta, que acaba de entrar en la marca Alimentos del Paraíso Natural. Son una de las grandes empresas del concejo y, sin duda, aportan el sabor más característico del veraneo llanisco. Sus helados se funden con los recuerdos de la niñez de muchos naturales, turistas y emigrantes que retornan. Ahora Revueltsa cumple cien años de existencia, lo que en una empresa familia no resulta fácil. Así es cómo han logrado mantenerse y romper la estacionalidad del producto.

Hacen helado para abastecer a Llanes cuando está a reventar de turistas en verano. Varios miles de litros semanales. Y cada litro, ojo, da para diez personas. Helados Revuelta, que en la temporada estival llega a contar con cerca de cuarenta empleados, es sin duda el sabor del veraneo llanisco y una de las principales empresas del concejo: están con sus furgonetas en todas las fiestas, en las playas principales. Es un sabor que impregna los recuerdos de infancia y juventud de decenas de miles de personas, nacido en una empresa familiar que ahora cumple un siglo de existencia. Van por la tercera generación y ya están formando a la cuarta. Así lo han conseguido. Lo detalla todo su gerente, Virginia Revuelta, que en realidad no se llama así. Pero que ella lo aclare.

“Mi abuelo y mi abuela vinieron de Santander. Mi abuelo era barquillero y venía aquí a las fiestas. Cuándo se casó con mi abuela y se tenían que establecer pensaron en Llanes, que hay turismo y había una fábrica de hielo. Hablamos ahora de hace 100 años y, mira, seguimos aquí. Mi abuela se llamaba Virginia Sainz y mi abuelo Lisardo Revuelta. Tenían carritos y se iban a vender por ahí. Somos una empresa que está muy arraigada en Llanes. La gente está acostumbrada a ir a cualquier sitio y que esté Revuelta allí. Yo me acuerdo cuando iba a los pueblos y estaban los críos como fieras esperando a que llegásemos, jaja”.

“Mis abuelos tuvieron cinco hijos y dos hijas. Los otros hermanos se dedicaron a otra cosa y mi madre fue la que se quedó con el negocio. Mi padre aprendió a hacer helados. Ellos dos fueron los que sacaron adelante la empresa. Mi padre se llama Alfonso Rumayor, es de Tineo. Pero a él le llaman Revuelta. Yo soy Virginia Rumayor Revuelta, pero nadie sabe quién soy si digo Rumayor. Somos Revuelta. Mis padres compraron el primer coche pa repartir helados por Llanes, un Mehari, un coche de esos de plástico, que la gente se acordará. Aún lo tenemos. Mi padre le ponía un tenderete y estás así alto y a vender helados. Era el coche que teníamos por el invierno”.

Virginia y Maite Rumayor Revuelta, frente a su furgoneta Julián Rus

“Cuando se retiraron, mis padres me dijeron que ellos habían sobrevivido gracias al cariño de la gente, de nuestros clientes. Vives de que la gente te conoce y se mantiene fiel. Ves que la gente te recuerda, que recuerdan a mis abuelos, que recuerdan a mis padres. Mucha gente recuerda venir a Llanes y, siempre, lo primero que hacía, es ir a comer un helado a Revuelta. Hay gente que viene de México y dice: lo primero que tengo que hacer es ir a comer un helado de Revuelta, porque me llevaba mi padre, me llevaba mi abuelo. Les pasa como a Ratatouille, jejeje, qué cuando comía se acordaba de cuando era pequeño. Cuánta gente se acuerda de mi madre en el kiosco del puente. Mira, yo nací en agosto, el 18 de agosto, en pleno verano, en uno de los días más fuertes del año. Imagínate: mi madre trabajando hasta el día en el que yo nací. Hasta el último día estaba allí”.

“Cuando el negocio pasó de mis padres a nosotros hicimos, en 2012, el nuevo obrador en Posada que sólo para de trabajar dos meses al año. Entonces diversificamos. Nos planteamos que teníamos que mantener la popularidad del helado, para que un críu pueda comprar un helado de Revuelta, y que por eso teníamos que seguir en los puntos turísticos a tope, pero también teníamos que abrirnos a la distribución por toda Asturias a restaurantes. Para poder vender todo el año. Tienes que tener estrategias de mercado porque hay muchísima competencia. Nosotros tenemos que unir la tradición y la innovación. Y las dos cosas tenemos que llevarlas a la par”.

“Nosotros hacemos sabores muy nítidos. De chocolate, de mantecado, de fresa… Hacemos bombones de palo y polos naturales, todos de zumo natural, no hacemos del tipo arcoiris-pitufo-chicle. La clave está en la calidad. Mira nos acaban de dar la etiqueta de Alimentos del Paraíso. Y lo que nos hace ser buenos es el producto natural y fresco, de aquí. La leche viene de Porrúa. Toda la fruta es natural. Y el helado lleva 72 horas hacerse, tiene que macerar, tienen que mezclarse los sabores. Esto no es una máquina que echas agua, leche en polvo y listo. Nosotros hacemos helado como lo hacía mi abuelo, con cada ingrediente, con cada sabor y su mimo. Cada helado tiene sus recetas y el helado que vendemos en las furgonetas por todo Llanes es el mismo que te puedes comer en un restaurante de Pravia. El mismo”.

“Mis padres dicen que sobrevivieron gracias al cariño de la gente”

“Nosotros somos muy competitivos porque fabricamos y distribuimos nosotros. Tampoco vamos más allá de los podemos agarrar. Nos piden en Madrid pero no podemos ir a Madrid. Esto es un producto que tiene un mantenimiento muy particular, es muy frágil. Dejamos muy buen margen a los clientes. Hay clientes que me dicen: me tienes que poner la terraza como hacen los de la marca tal. Y yo le digo: no te puedo poner la terraza, pero si te gusta el helado esto no tiene nada que ver; ven, come uno del nuestro y ya me dices. Nosotros vendemos lo que somos. Nosotros tenemos que dar lo que sabemos hacer bien”.

“Somos cuatro hermanos y nos llevamos fenomenal. Yo a mi madre le digo: lo mejor que hiciste fue que conseguiste que estuviéramos unidos. Cuando tú tienes una empresa familiar es como si tuvieras un hijo pequeño que hay que cuidar. Y lo hacemos entre todos. Nos cubrimos cuando hace falta, cuando uno tiene que coger el día. Salimos por ahí juntos, nos llevamos bien porque nos entendemos bien, tenemos el mismo sentido del humor. Y oye, tampoco, somos gente complicada”.

“Somos mi hermana Maite, mi hermano Alfonso, es el que está en el obrador, y mi hermano Lisardo, el pequeño, que siempre está en la cafetería. Y yo. Yo me encargo de la gestión y de la administración del personal. Nosotros trabajamos con mis padres desde pequeños. Nosotros crecimos en el obrador. Yo con 12 años hacia relevos para vender helados. También estudiamos. Todos fuimos a la Universidad. Yo hice Magisterio”.

“Ya están con nosotros nuestros hijos. Nosotros somos la tercera generación y la cuarta está trabajando en la empresa. Están estudiando, pero ellos trabajan por el verano. Y la verdad, sí, esto de da mucha ilusión. Es lo que te da ganas de tirar para adelante. Tenemos relevo, sino no te merece la pena. Nuestros hijos lo tienen bastant claro. El hijo de mi hermano, por ejemplo, está haciendo una formación en Alicante y tiene claro que esto es lo que le gusta. Mi hija de pequeña decía que, de mayor, iba a ser jefa de Revuelta. Mi hija nació en Francia. Con 25 años ya me fui a Francia y después volví para el cambio generacional de la empresa. Mi madre decía: si no vienes tú, no hay relevo. Fue una decisión muy difícil porque yo vivía en Normandía. Vivía muy bien, una vida con derechos laborales y conciliación familiar. Era profesora, tenía mis amigos, mi casa, mi trabajo, vacaciones y fines de semana. Pero me vine en 2008 a retomar la empresa con mis hermanos. Fue una decisión personal difícil porque dejé muchas cosas. Pero volví y me metí a tope porque pensaba: en el cambio no podemos perder, no podemos hacer lo que dice la gente, que las empresas familiares se acaban en la tercera generación. Yo tengo muy buena relación con mi hija. Nunca creció engañada, sabe que lo que tiene es por trabajar. Me dice: mamá, me quiero marchar a un concierto en agosto a no sé dónde. Y yo le digo, en julio y agosto, no. Puedes ir a las fiestas y si sales con que estés pa trabajar por la mañana no te quito. Los cuerpos jóvenes aguantan lo que sea. Ahora, como tiene que hacer prácticas para la carrera, me dice: pero mama á si me tengo que ir de prácticas ¿cómo me voy a pagar el resto del año si no trabajo en los helados por el verano? Es lo que está pensando. Ella sabe que lo que tienes es porque lo trabajas”.

“Ya te digo, los que vienen son los que dan ganas de tirar para adelante porque la situación empresarial es muy complicada. Con esto del covid, que se suspendieron todas las fiestas y eso nos afectó, y la estacionalidad y todas las normativas e impuestos se ahoga un poco la vida de una empresa pequeña como somos nosotros. Y fíjate ahora la subida de la gasolina y de luz para una empresa como la nuestra que tiene conservación en frío. Ni te cuento lo que pagamos. Y nosotros no podemos subirlo demasiado, te lo tiene que poder seguir comprando un críu. Y además en España estamos estables en consumo de helado. Cuando me dicen que el helado no se toma en invierno porque está frío yo les digo ¿Y los gintonics? Los gintonics también se toman en invierno y están fríos. ¿No?”