José Ramón Campillo, propietario de la primera inmobiliaria que se abrió en Llanes. Fue su padre, José Campillo, quien empezó a dedicarse a finales de los años setenta a un oficio insólito en Llanes: agente inmobiliario. Abrió la primera agencia del concejo dedicada a la venta de casas, pisos y solares. Llegó a haber doce en la villa, a principios de siglo, cuando los ladrillos parecían llover del cielo. Luego, aquella burbuja estalló. ¿La pandemia habrá hinchado otra? 

“Yo tenía una granja en África, a los pies de las colinas de Ngong”. Así, tan inolvidable, empieza la novela “Memorias de África”, de Isak Dinesen. Las “Memorias de Llanes”, donde todo el mundo quería –y quiere– tener casina, podrían comenzar también del mismo modo. Pero no. José Ramón Campillo, de 54 años, hijo del primero que abrió una inmobiliaria en el concejo de las casinas a los pies del Cuera, arranca así:

“Mi padre, José Campillo, que ahora tiene 83 años, a principios de los años setenta era comercial de productos de ultramarinos, suministraba a todos los bares tienda desde Arriondas hasta San Vicente de la Barquera. La gente creía que era muy buen comercial y le iban comentando: aquí fulano quería vender esti terrenu, esta casina... Vio como un nicho de mercado y empezó. Montó la oficina en el piso en el que vivíamos, en la calle Mayor. Entonces era muy sencillo el tema de la documentación. Los tratos, casi todos, eran de palabra, estrechando la mano”.

“Lo primero que vendió fue a los primeros turistas. Eran gente de Oviedo y alguno de Madrid. A finales de los 70, o principios de los 80, vendió a mucha gente que había emigrado de la zona a México y Venezuela, donde eran años muy buenos y les favorecía el cambio de la moneda y buscaban propiedades. A ver si en el pueblo había una buena casa. En el año 82-83 montó la oficina donde la tenemos ahora, en la calle Colegio de la Encarnación. Tener una inmobiliaria en Llanes era muy raro de aquella. Y puso un fax. Fue de los primeros en Llanes en mandar los papeles a México. Los mexicanos, si podía ser, querían una buena quintana tradicional o alguna casa de los primeros de 1900. Si podría ser, la mejor. Querían volver a darles un poquitín de esplendor. Pa decir: aquí tengo un vínculo y compré esta propiedad, que es de las mejorcitas de pueblu de origen o de cerca. Mi padre vendió la mayoría. En operaciones de palacetes, no tanto como veinte, pero más de diez sí vendió.

“Cuando yo empecé en la oficina en el 92 ahí estábamos mi padre, mi hermana y yo. Yo tenía recién acabada la carrera en Oviedo, Empresariales. Ya vienes con otras ideas. Lo que hicimos fue informatizar la oficina. Al principio mi padre era un poco reacio porque era de la antigua escuela. Decía: yo sigo haciendo los tratos aquí con la gente. Pero ya empezaron a haber más complejidad jurídica en las ventas, era todo cada vez con más exigencia”.

José Ramón Campillo, propietario de la primera inmobiliaria que se abrió en Llanes. JULIAN RUS

“Ya empezaba a haber otras agencias. Ya empezó a crecer bastante el turismo. Había clientes de Oviedo y de Madrid, pero fue el boom el País Vasco. Como iban mejorando las comunicaciones, iban abriendo tramos de autovía, Llanes les quedaba muy cerca. A ellos les parecía una zona bastante más económica que la suya y arrasaban prácticamente. Se empezaban a construir bastantes más pisos en Llanes y se vendía de todo. Los vascos tenían un poder económicu más altu. Tú veías cosas que igual creías que estaban altas, pero llegaba el turista vasco y es que ni te regateaba en el preciu. En el 93-94 me acuerdo haber vendido el palacio de Pendueles de los Mendoza Cortina a un vasco por, te hablo de memoria y en pesetas, por 50 o 60 millones. Y él llamó para preguntar si el precio era de verdad o un anuncio pa captar clientes. Y se quedó con la propiedad, le parecía un regalu”.

“Tuvimos unos años, del 93 al 95, aquella pequeña crisis que afectó un poco a España. Pero fue muy corta. Después ya empezamos a crecer y crecer, como del 95 al 2000. Y en el 2000 y hasta el 2008, el crecimiento fue explosivo. Coincidieron muchos factores. Llanes estaba de moda, la economía en España iba bien y la banca facilitaba la inversión. Había muchísima promoción y hasta se fomentaba el crecimiento especulativo. No era: voy a comprar mi segunda residencia en Llanes y quiero un pisu. No. De repente te llegaba uno y te compraba seis o siete y los revendía antes de terminar la obra. La banca, a la gente que no aportaba nada de dinero, les daba financiación. Les financió al 110-120 por ciento. Hubo muchos factores. Al final fue una burbuja... que ya ves lo que pasó en el 2008. La gente se metió, claro, en bocados que no pudo masticar. Con la crisis perdieron el trabajo, ya no se podía pagar la hipoteca y empezaron a pasar inmuebles a manos de la banca”.

“En aquel momento te digo que yo no era muy consciente del todo, pero sí veía que no era normal que el precio de una propiedad cada año fuera subiendo entre un 20% y un 30% cuando tú veías que los sueldos subían un 2% o un 3%”.

“Cuando estalló la crisis en el Llanes urbano casi todas las promociones que había estaban ya terminadas, pero, por ejemplo, en Posada se quedaron muchas en estructuras. Ahora, poco a poco, se fueron terminando. Pero estamos hablando de 15 años después”.

“A partir del 2017-18 empezó a notarse una mejoría. A pesar del año de la pandemia, tanto el 20 como el 21 fueron años en los que estoy contentu. La pandemia nótase por ejemplo en que la gente te demanda pisos con terraza. Antes a mucha gente le daba igual que una casa no tuviera terreno. Si era una casa coqueta, la gente compraba igual. Ahora mismo la gente quiere aunque sea una corralada de 15 o 20 metros, tener un sitio donde poder salir a tomar el aire. Ahí se notó que lo pasamos muy mal encerrados”.

“Las perspectivas las veo bastante buenas. Nos hace falta que haya una seguridad jurídica con el plan (Llanes es el único concejo de Asturias que está sin plan urbano). Para que la gente sepa al comprar lo que puede hacer o no hacer. El plan siempre fue un caballo de batalla muy polémico. Ahora que van de la mano el Ayuntamiento y el Principado a ver si terminan la aprobación inicial y sacan el plan adelante”.

“A mí personalmente tampoco me interesa un plan que favorezca el crecimiento especulativo para que al final vengan mogollón de promotores de fuera o empiecen a florecer mogollón de agencias, como pasó la época del 2000 al 2008. Aparte, también tenemos que preservar el paisaje, lo contrario sería tirar piedras contra nuestro tejado. Yo creo que el concejo se salvó. Pudo haberse estropeado si hubiera seguido la burbuja, posiblemente. Esperemos que aprendamos de eso, de lo que pudo haber pasado y no pasó”.