Alba es investigadora y "tiktoker" oncológica

"Hay que divulgar la ciencia para que otros no se lucren con el desconocimiento"

ASTURIANOS EN OVIEDO: Alba Morán

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Alba Morán Álvarez. Investigadora del Instituto Universitario de Oncología de Asturias (IUOPA). Tiene 27 años y además de su trabajo de investigación doctoral en el campo del cáncer, esta lenense también es divulgadora y recientemente logró respaldo europeo para abrir un canal en Tik Tok donde explicar de modo comprensible la investigación oncológica y combatir el auge de las pseudociencias.

"Yo soy investigadora en el IUOPA (Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias). Soy bióloga de formación. Estoy a punto de acabar el doctorado con Rosa Sainz, la directora del IUOPA. Investigo la relación que hay entre cáncer de próstata y diabetes. Y también me dedico a la comunicación científica. Di varios cursos en la Universidad para profesores y para otras personas que están haciendo la tesis, y colaboró regularmente como divulgadora con la Asociación Española contra el Cáncer. Hablo a pacientes y familiares en los eventos que organiza la asociación, porque todavía hay una parte de miedo muy asociada a la enfermedad. Y ahora, más recientemente, me dieron un proyecto europeo de divulgación científica a través de Tik Tok, para hablar sobre todo de la investigación oncológica".

"Empecé en noviembre. Voy poco a poco, pero hay bastante interacción. Hay algunas muy guapas con pacientes, que lo agradecen mucho. Tik Tok tiene muchas cosas, está la parte de bailes que todo el mundo conoce, y luego hay una parte muy importante que te permite aprender gracias a un contenido de vídeo. También es un poco jungla, en el sentido de que entras en contacto con ‘haters’ y con mucha pseudociencia. Por ejemplo, todos mis ‘haters’ son gente a la que no le gustan los medicamentos aprobados por protocolos establecidos. O a los que les me gusta beber dióxico de cloro, esa moda súper peligrosa de beber lejía durante la pandemia, que es falsa y lo recomendó Trump. Pero si los científicos no sacamos un ratín para explicar con palabras sencillas lo que hacemos en el laboratorio, otra gente se va a lucrar con el desconocimiento, y habrá quien se vaya a creer lo que dicen y eso es peligroso".

"Creo que hay una crisis de confianza en la ciencia. Desde que aumentó el consumo de redes sociales hay gente usa palabras que se disfrazan de científicas, pero no lo son. Y la desesperación y la vulnerabilidad de recibir un diagnóstico de una enfermedad, lleva a que alguna gente se lo crea. Es algo totalmente punible: quienes se lucran a sabiendas de que lo que están haciendo es falso. O quienes, irresponsablemente, se lucran sin saber muy bien de qué va la historia, pero como a ellos el cuento les encaja más o menos, viven de contárselo a otros".

"Hace falta una comunicación más honesta y transparente. Si no explicamos las cosas con claridad podemos acabar en ideas como que el cáncer ‘es un bicho que se te mete dentro, contra el que vas a luchar’. Un lenguaje superbélico y muy destructivo. Trae consigo muchísimos problemas. Primero, si el cáncer fuese un bicho a lo mejor podríamos utilizar estrategias que solo afectasen a ese bicho, como hacemos con las bacterias. Pero el cáncer no es un bicho, es una parte de tu cuerpo, células tuyas que funcionan mal y están creciendo descontroladamente. Por eso, a la hora de la terapia, es más difícil distinguir esas células enfermas de las sanas. Esa es una de las razones por las que es más difícil de tratar, aunque no la única. Y entonces cuando utilizamos un vocabulario bélico y decimos ‘eres un luchador y vas a vencer esta batalla’, eso puede animar mucho en un primer ciclo de quimio. ¿Pero qué pasa cuando el tumor reaparece y volvemos a necesitar otra terapia, o dos terapias? ¿Pierden una batalla? No. No son perdedores. Hay que acabar con esos mitos y ese tipo de lenguaje".

"Otro problema muy recurrente es eso de que el pensamiento positivo cura el cáncer y el pensamiento negativo lo alimenta. Por desgracia es una creencia que está extendida y hay gente vendiendo libros al respecto. Es algo muy destructivo. Haces que los pacientes se sientan culpables de manera totalmente injustificada: si no te curas es porque no quieres, porque no eres suficientemente positivo. Esa toxicidad del pensamiento hiperpositivo, que hace tanto daño sobre la salud mental, también afecta a los pacientes oncológicos".

"En el ámbito de la investigación científica donde trabajo, creo que en Asturias tenemos muchísima suerte y retenemos un talento espectacular. Y lo retenemos especialmente por el amor a la tierra. Y por esfuerzos de personas que también volvieron, se dedican a esto, y están esforzándose por crear un clima adecuado para hacer investigación. Tenemos profesionales excepcionales que tenían una carrera increíble fuera de España y que, a pesar de eso, decidieron volver con peores condiciones laborales. Gente que volvió hace 10 o 20 años y que se puso a construir aquí un ecosistema que reuniese condiciones para que otros investigadores, después de haber estado fuera de España –que esa es una etapa esencial de la carrera investigadora–, podamos también regresar a Asturias. El IUOPA, y también el ISPA, atraen muchísima inversión, con contratos individuales de investigadores muy buenos que tienen buenas ideas y que consigue financiación propia de Europa, del Ministerio, de distintos sectores".

"Después de pasar un periodo de formación fuera, que ahora es lo que me gustaría hacer, me encantaría poder volver a Asturias para aportar parte de lo que yo recibí aquí durante mi formación. Pero creo que ahí tenemos un reto todavía. Para que volver no signifique encadenar una temporalidad de contratos de dos o tres años, con periodos de paro hasta que consigas estabilizarte. Los científicos no nos dedicamos a esto para hacernos ricos. Si tu objetivo es ganar mucho dinero, dedicarte a la investigación no es el mejor plan. Pero seguimos teniendo que pagar facturas. Entonces, tener enfrentarte a un periodo encadenando contratos de dos años hasta que llegas a los cuarenta años, que es cuando llega la estabilización laboral… En ese periodo es donde mucha gente se cae. No porque no tenga ideas sino porque humanamente es muy difícil enfrentarse a ese periodo de precariedad. Hace falta un soporte más sólido desde la administración. Y, mira, los investigadores de las etapas senior se preocupan mucho por intentar mejorar esto porque lo vivieron y lucharon para cambiarlo. Una cosa muy guapa que se ve en la Ciencia es cómo luchamos por mejorar las condiciones laborales, aunque sepamos que nosotros no lo vayamos a ver".