Yolanda cree que el Oviedo clásico puede resonar más allá

"Aquí tenemos la programación musical que tienen grandes ciudades"

ASTURIANOS EN OVIEDO: Yolanda Vidal

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Yolanda Vidal Valles, profesora de Conservatorio y pianista jubilada. Tiene 54 años y nació en Mieres. Su padre, Manuel Vidal, gran melómano, la introdujo en el mundo musical de niña. Fue, con 19 años, la profesora de conservatorio más joven de España y alcanzó notoriedad como pianista acompañante de cantantes líricos. Fue concejala en Oviedo. Está jubilada, padece esclerosis múltiple. No se pierde ninguna ópera, ningún concierto. Es tesón puro.

"Oviedo es una ciudad musical. Cuando mis padres y yo nos vinimos de Mieres a vivir a aquí, en 1984, fue un gran cambio: tenía mucho más cerca poder asistir a la ópera, a los conciertos de la OSPA… Y, obviamente, con el paso de los años, la oferta ha mejorado todavía más con los Conciertos del Auditorio o las Jornadas de Piano. También entré en contacto con la Sociedad Filarmónica. Y el movimiento coral. Porque cuando digo que Oviedo es una ciudad musical distingo dos capas. Por una parte, están los grandes conciertos del Auditorio o la ópera. Y ahí tenemos que ser conscientes de que vivimos en una ciudad privilegiada, aquí nos llega lo que pueden ver en ciudades con muchos millones de habitantes. Y, además, como está subvencionado, podemos verlo a un precio muy razonable".

"Y hay otra capa: en Oviedo hay una tradición coral enorme, de bandas... Creo que no hay muchos hogares en la ciudad en los que no haya un instrumento o un vínculo con lo instrumental. Y tenemos nuestra orquesta, la OFIL, somos la sede de la OSPA y la Universidad tiene también su orquesta, lo mismo que el Conservatorio Superior. Todo eso, en realidad, es una industria y tenemos que ser muy valientes e invertir. Invertir, no gastar. Cuando oigo decir que en música se gasta el dinero, me rechina. La cultura es siempre una inversión a largo plazo".

"Oviedo ha despertado muchísimo de unos años acá. Y ahora hay que ser valientes y salir de nuestros propios límites. Toda esta programación es muy exportable, muy vendible. Para conciertos que hubo en enero, por ejemplo, tengo amigos que me han llamado desde la otra punta de España: sácame tres o cuatro entradas que me voy el fin de semana a Oviedo. Hay un turismo cultural que viene y deja su dinero no solo en la música, también en la hostelería o en el comercio. Hay que potenciarlo".

"Siempre podríamos exprimirlo más. Un turista el año pasado me preguntaba dónde podía ver un cartel con los conciertos que va a haber todo el año, yo le decía que no había. El teatro Campoamor no tiene página web. En Europa te mueves en ciudades que tienen un nivel musical cultural muy parecido a esta, aunque normalmente son mucho mayores, eso es cierto, y tienen sus carteles con todos los conciertos del trimestre, del año. Y aquí me decían: es que llego a mi hotel y no encuentro publicidad de la programación musical. Cada vez estamos demandando más turismo cultural y hacer política cultural no es solo programar conciertos». «Oviedo ejerce la capitalidad y debería ejercerla más a nivel cultural. No somos conscientes de la potencia cultural que tenemos. Y de lo que ello representa económicamente para la ciudad. Si nos sentáramos a reflexionar sobre cuánta gente ‘come’ de lo musical y de lo cultural en Oviedo nos quedaríamos muy sorprendidos. No son solo los músicos, es el personal de sala, maquilladores, peluqueros… un montón de profesiones ligadas a la ópera o a la música. Tendríamos que meditar mucho sobre ello".

"Y sobre la calidad de la programación. Este verano estuve de vacaciones en Nueva York y pasé delante del Carnegie Hall. Me pongo a mirar los carteles y me digo: a este lo hemos escuchado en Oviedo, a este otro también, y a este. Si pregunto cuánto me cuesta escucharlos en Nueva York, me muero de susto. Mira, Camarena vino a cantar en enero a Oviedo y las entradas rondaban los 30 euros. Verlo en el Rigoletto del Teatro Real son trescientos y pico euros. Somos unos privilegiados en ese sentido y tenemos que ser conscientes".

"Por eso creo que hay que potenciarlo mucho más allá de Asturias. No todas las ciudades al norte de Madrid pueden disfrutar de una programación así. Creo que nuestros tentáculos de captación de público tenían que ir mucho más allá de donde van. Y también a las ciudades de alrededor, a Gijón, a Avilés. Habría que potenciar ese trabajo en común a la hora de programar y de intercambiar los públicos. Se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, facilitar el transporte para asistir a los conciertos. A lo mejor una personas tiene 75 años y no le apetece coger el coche por la noche para venir a ver la zarzuela a Oviedo, pero si le ponen un autobús especial pues igual se anima. Con la oferta de las tres ciudades se cubren todas las artes escénicas y las artes plásticas, pero hay una tendencia a no trabajar en común. Yo siempre hablo de que hace falta un pacto por la cultura más allá de las diferencias políticas. Esto es lo que te hace crecer y lo que te hace ser grande. Eso facilitaría que Oviedo, y Asturias, despegaran culturalmente".

"La llegada de la enfermedad (esclerosis múltiple), a los 30 años, cuando una está profesionalmente en ese momento viajando un montón y acompañando a muchos cantantes de fuera de España, fue un mazazo. Te quedas pensando: ¿y ahora qué? Pero siempre dije que a la enfermedad le daría el espacio que ella me fuera robando poco a poco, pero que yo no le iba a regalar un minuto de mi vida. Ahora tengo 54 años, han pasado veinticuatro años y lógicamente ha habido un deterioro. Pero siempre he intentado que el deterioro fuese lo menor posible y siempre intento estar activa. Ya no trabajo, estoy jubilada, pero intento que la mente no pare, seguir haciendo cosas. Me motivo con cualquier cosa. Ahora, por ejemplo, todos los lunes tengo un pequeño programa de radio para animar a la gente a ir a escuchar música clásica. Me considero una persona bastante positiva. No me deprimí en ningún momento. Ahora ya no puedo tocar, entonces digamos que toda mi potencialidad musical se centra en ser público. Pero me lo paso muy bien, lo disfruto un montón. Como mi vida ha sido siempre la música, que para mí es emoción pura, lo sigo viviendo exactamente igual en ese sentido. Así que intento ir a casi todo. Estoy abonada a la ópera, a la zarzuela, suelo ir a todos los conciertos de la Filarmónica cuando puedo. Porque, claro, tengo un crío de 13 años y tengo que estar pendiente de mi hijo Álvaro".

–¿Le gusta la clásica?

–Digamos que tiende a otros géneros en cuanto a gustos musicales. Pero va conmigo a las óperas encantado y le gustan muchísimo. La música sinfónica o la música de cámara, eso ya son palabras mayores...