José Antonio Villar Toraño, empresario jubilado. Junto a su socio José Luis Pérez creó la discoteca Toype, ya cerrada, que convirtió a Arriondas en el centro de la movida del Oriente entre los años setenta y noventa. Además, es el creador de las conocidas Pastas Campoamor, todo un souvenir obligatorio para los viajeros que hacían parada en Arriondas.

"Fueron más de veinte años en la discoteca Toype de Arriondas, que era lo más entre la Pola y Llanes. Pasaron muchas cosas, muchas. Recuerdo una pandilla, al poco de abrir, a mediados de los años setenta. No sé de la zona que eran, no sé si de la Pola, no sé exactamente. Me avisan: oye, vigila la pista que allí hay una gente que está haciendo el ridículo. Voy para allá y me los encuentro en calzoncillos, bailando en medio de la pista. Y entonces me dicen que ahora ya se puede hacer de todo, que había llegado la democracia y que ya se podía hacer de todo. Y cosas así. Pero, afortunadamente, nunca nos pasó nada grave. Nosotros también vigilábamos muchos".

(José Antonio Villar Toraño –Cofiño, 1942– empezó a trabajar con solo 12 años de edad en el negocio que había abierto su tío, la confitería Campoamor de Arriondas, que luego compraría en 1964 junto con su socio José Luis Pérez, un parragués que acababa de llegar de la emigración en Suiza y falleció en 2009, a los 76 años de edad. Con Pérez emprendería también otros negocios: construcción, una fábrica de pastas –Pastas Campoamor, que hoy regentan sus hijas y son una de las marcas más reconocidas de la región– y también uno que marcó la vida de Arriondas y del Oriente durante décadas: la discoteca Toype, ya cerrada. Hoy, con la memoria, José Antonio Villar Toraño reabre el Toype).

"El nombre viene de Toraño y Pérez. Yo soy Villar Toraño y él, Pérez. Anduvimos dándole vueltas, salió Toype y Toype quedó. Hubo una época, sobre todo en los ochenta y noventa, en el que Arriondas fue el epicentro de los fines de semana. Hay mucha gente, mucha, que se conoció en el Toype y que hoy son matrimonio. Todavía el otro día me encontré a una pareja que llevan 40 años casados".

"La verdad es que la primera discoteca, que abrimos en 1971, era muy pequeña. Bueno, la abrimos exactamente el 29 de diciembre del 1969. En 1972 ya la ampliamos. En octubre de ese año terminamos la ampliación y fue cuando trajimos a la inauguración a Massiel. Nosotros trabajábamos de invierno. A partir de octubre y hasta la fiesta de San Antonio en Cangas de Onís. Cerrábamos de verano, que era cuando teníamos mucho trabajo en la confitería Campoamor, que acabamos vendiéndola en el 1979. En las inauguraciones de temporada del Toype siempre venía una atracción".

"Claro, Massiel fue un boom en la inauguración del Toype. Ella había ganado Eurovisión en 1968. Fue un boom porque, además, hubo un poco problema entre ella y el público. Llamamos la atención un poco por aquella actuación. El público que estaba delante empezó un poco a meterse con ella y ella cometió el error de que hablaba por el micro y se enteraba toda la sala. Sus palabras no eran las más adecuadas para dirigirse al público. Pero bueno, nada. No tuvo mayor importancia, hubo simplemente que parar la actuación, calmar a la gente, y luego seguir. Fue un éxito total. Después en el Toype estuvo gente como Víctor Manuel, Danny Daniel, Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina, y después gente de Asturias que estaba de moda en la época. Siempre inaugurábamos la temporada con una actuación".

"Venían orquestas de toda España. Las tuvimos muy buenas. Hubo una época que estaba muy de moda el mexicano. Tuvimos una orquesta que se llamaba ‘Salsa Mandinga’ (acompañaron a Rocío Dúrcal y a Pedrito Fernández cuando cantaba ‘La de la mochila azul’) y tuvimos mucho éxito con ellos. Tenían dos pases. En uno hacían música de todo y y en el segundo pase música mexicana nada más. Además de todo tipo de actuaciones, hacíamos sorteos. Sorteamos viajes, coches, motos. Procurábamos tener siempre alicientes, aparte de lo que era la discoteca".

"Nosotros teníamos miedo de quitar las orquestas. Estuvimos un año que solo actuaban una hora, como atracción. Teníamos miedo de quitarlas y que la gente se fuera. Pero todo al contrario. De aquella era la entrada sin consumición y al quitar la orquesta pusimos la entrada con consumición, que fue un aliciente más, tuvo éxito. El disc-jockey hacía bailar a la gente mucho más fácil en aquella época".

"A mediados de los ochenta, sobre el 82 o el 83, fue cuando quitamos las orquestas, ya empezamos con lo que era la discoteca. Ya los sábados eran mejor que los domingos. Los sábados, al principio, funcionaban regular tirando a mal. El día principal nuestro al principio era los domingos, de siete a diez y media. Llenazo y llenazo y llenazo y tal. Luego empezaron a bajar los domingos, subieron los sábados. Los sábados empezamos a hacer una sesión continua de siete de la tarde a tres o cuatro de la mañana. Fue un éxito total".

"En aquella época en Arriondas, además de ser el epicentro de salida de la gente, entre la Pola y Llanes, estaba la fábrica de Arias (hoy Quesería Lafuente) y había mucho de carpintería de mueble y después vino lo del hospital. La verdad es que todo eso influyó en positivo. Arriondas era una zona de mucha parada para los turistas, y a principios de los sesenta y en los setenta la pesca del río Sella fue importantísima. Era terrible la gente que caía por aquí y en Cangas de Onís. Hoy, sobre todo, hay las canoas. Ves la opiniones y yo no sé en qué parará porque está desbordado el tema. Bajan miles de canoas los fines de semana, y eso es un problema para el río. Salmones este año salieron 54, cuando eran miles los que salían antes. Está limitado el horario de once a siete, pero tenían que haber limitado el volumen también. Es increíble. También es verdad que tiene mucha influencia económica. Es de verano nada más, pero con mucha influencia económica".

"En 1995 o así, José Luis, mi socio, se jubiló y decidimos deshacer la sociedad y cada uno quedarse con lo suyo. Yo me quedé con el negocio de las pastas. Ahora ya estoy jubiláu y con 80 años hay que caminar muchu. Hay que intentar caminar. La afición que tengo es la familia. Tengo seis nietos, de 6 años a 24. Tengo para todas las edades. Y como afición, luego, soy del Sporting. Dejé de ser socio en la época mala aquella, pero ahora volví a hacerme para ir con ellos al Molinón. También me gusta viajar con la mujer. Salimos dos veces al año. Bueno, salíamos, quiero decir. Hasta que llegó la pandemia".