César cuenta qué pasó en el Abre de Pola de Siero desde el primer cliente, que llegó en madreñes

"La noche, amigu, ya queda para la gente muy menuda, y poca"

ASTURIANOS EN SIERO: César Loredo

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

César Loredo, hostelero jubilado, regentó durante treinta años el Abre César en Pola de Siero. César Loredo Lagranda ya está jubilado. Tiene 62 años. Durante casi tres décadas y hasta 2017 regentó el Abre César, el ahora legendario discopub que fue el alma de la movida polesa dominical y que abrió con su hermano Valentín. Media Asturias pasó por este bar que apenas era un pasillo. Pero un pasillo lleno de vida y la mejor música.

"Tengo 62 años. Ya estoy jubiláu, jubilome la vida. También ye que tuve una enfermedad de pequeñu, tuve polio. La verdad ye que soy un espécimen raru. Ya deben de quedar pocos de estos de la polio. A mí afectome a les piernes sobre todo, y a los pulmones. Si mires por ahí un poquitín por internet verás que aquí tardaron mucho en llegar les vacunes. Estábamos muy atrasaos".

"Trabayé en la hostelería. Entre lo mío y lo de otros trabayé más de cuarenta años en hostelería. Soy de la Pola. La mi familia ye originaria de la misma calle donde abrimos el Abre César, en la calle San Antonio. Haz qué sé yo, ochenta años o por ahí, la mi bisabuela, Juana Marón, tenía aquella muyer un parking de animales. La gente que venía a mercar a la Pola los martes, muchos, teníen que dejar los burros a buen recaudu, ¿entiendes? Y ella tenía dentro de la casona dos cuadres, una pa machos y otra para hembres. Lógicamente. Porque, si no, ya sabes tú cómo ye el tema. Cobraba por dejar allí los animales. Digo yo que el agua sería gratis, no lo sé. Pero si queríes da-y forraje caería un tanto más. Como el que mete combustible al coche, digo yo. Pues fíjate tú, luego los bisnietos abren un negociu más abajo en la calle".

"Abrimos un bar que era muy peculiar. De la que fuimos p’allá eren tres chamizos pequeñinos y lo que hicimos fue conectalos. Entonces, era una entrada por la calle Peligros y otra por la calle San Antonio. Era como un pasillo. Y como me decía a mí el amigu Nacho Fonseca: ‘Parez mentira que un bar que era poco más que un pasillu diera tanta vida’. Pues la verdad ye que tuvo mucha vida, vaya si tuvo vida".

"Yo era camareru en la Bodega de Máximo y antes trabayé por ahí en pijauques de chavalucu, para tener alguna perruca para fundir por ahí de fiesta. Empecé en la hostelería cuando todavía eren aquelles barres de hielo que había que partir a maza, a hachu, o la Virgen Santa. Aprovechando que yo era conocíu en la Pola, el mi hermanu Valentín movió un poco hilos y dijo él: ‘Vamos a mirar a ver este local si podemos hacer algo’. Era una casa vieya muy revieya, hicimos la obra nosotros. La casa era alquilao. De aquella cuando abrí no tenía perres pa casi nada y luego ya en el momento en el que ya llevabes diez años con el bar, quién lu compraba. Revalorizástelo tú mismu, ¿oíste? Porque cuando abrí en la calle San Antonio igual había un bar debajo de noche. Estaba la sidrería Los Portales y no había más, creo".

"Abrí en febrero de 1988. Acuérdome del últimu cliente que salió aquel día. Ya está muertu el hombre, era un personaje que venía de madreñes. Pa salir agarrábase a la verja de la puerta para no caer, porque había tres escalones. Taba un poco perjudicáu y el probe decía él: ‘Tengo una moña como un piano, y el piano, de cola’. Llamábase Fermín Cueli, vivía tres puertes más abajo. Tenía una academia, era famosu en la Pola. De aquella daba clases de todo, de Latín, de Matemáticas... Muches veces venía en madreñes. Tenía un dichu que era muy buenu... ¿Cómo era? ‘Soy asturianu, voy en madreñes y tengo los güevos entre les piernes’. Algo así que rimaba. Acuérdome una vez que con esa traza fue pal Lóriga y no lu dejaron entrar y más bajando aquella pila de escaleres. Un tropiezu y, me cagoenrós, baja hasta abajo rodando. Fue uno de los mejores clientes que tuve".

"Un bar ye una colección de personajes y de persones. Por allí pasaron todos los alcaldes de Siero. Hasta vino a algunu después de la cena que ya venía un poco calentucu, pero bueno. Mira que yo soy un poquitín así, tiro un poco pa la izquierda, pero de todos los alcaldes, con el que mejor me llevé fue con José Aurelio (Álvarez, fallecido en 2105), que era del PP. Era muy buen paisanu, un tío cabal. Así acabó, que hasta los de su propio partido dieron-y pasaporte. Portáronse muy mal con él".

"Primero, mucha gente de la Pola marchaba para Oviedo y quedabes descolgáu. Pero luego empezó la gente a quedase un poco. Yo creo que aquello de la movida de la Pola, ye un análisis que yo hago, era que veíes que Oviedo era salir el viernes y el sábado a romper. Pero luego, de domingo, Oviedo no tenía nada y quedaba como un día para ir al cine y comer palomites. Entonces había gente que todavía tenía gana de juerga y empezó a venir pa la Pola en domingo".

"Al principiu el mi bar era de tupés, de cuero negro y de rockabilis, era rock and roll desde que abría hasta que cerrabes. Después empezó a parar más gente. Y siempre había buena música. Variao. A mí siempre me gustó toda la música. Yo venía igual un poco más del hard rock e incluso el rock sinfónico o progresivo, que lo llamaron, pero luego todos los camareros que tuve ayudáronme a coger de todos los gustos. Enseñáronme muches coses. Yo siempre fui muy melómano".

"Luego empecé haciendo conciertos los miércoles. Fue todo por un amigu, Fernando Corujo, que toca el piano y la guitarra. Llegome un día y dijo: ‘Hostia, ¿quieres un concierto?’. Y yo: ‘Vamos a mirar feches’. Y él: ‘No, no, para ahora mismo’. Esto eran las siete y media de la tarde y a las nueve de la noche estaba el bar petáu de gente y flipando con el concierto. Y todo de picu, que no había móviles pa mandar mensajes. Así empezamos los conciertos de los miércoles. Pero vino luego aquella movida con tanta retransmisión de fútbol por semana y empezaron a jodese un poco. Que si un Madrid-Barcelona y no qué sé y ya te jodía el concierto. Ahora no sé, yo creo que la gente fue refalfiando. Ahora lo que se lleva ye la sesión vermú. La noche, amigo, ya queda para la gente muy menuda. Y poca".

"Cerré el Abre porque estaba jodíu. Tenía un hombru rotu por dos sitios y luego tenía yo lo que tenía. Aparte de que ya estaba fartucu de tantes hores que chupé a lo largo de toda mi vida laboral. Un fin de semana salíes sobre doce o catorce horas al día, entre uno y otro. Fue mucho trabayu. Y la noche desgasta. Tengo fotos del día que cerré que tengo una cara cenicientu de tres pares. Dízmelo la muyer: ‘Teníes una cara de muertu de enterrate’".

"Tener un bar de copes ye un trabayu estresante porque, oye, tú vendes alcohol. No vendes vasos de leche. Y la gente, cuando vien al tu bar a lo mejor ya vien de otros cinco antes o de cenar con una botella de vino. Pero, bueno, yo siempre flipé con lo bien que lo controlamos. Cuando veíes a dos que estaben subiendo el tono de la conversación, sin oílos porque teníes la música puesta, ya ibes pallá: ‘Oye, no os enfadéis’. Y luego yo si a última hora veía que a lo mejor se iba a desmadrar la cosa, pegaba un par de voces y alucinaba porque había mucha gente que se cuadraba. Yo debía de tener muy mala cara cuando me enfadaba o no sé lo que sería eso".

"A ver, teníamos mucho aguante. Porque el fenómeno discobar muchas veces ye estar tomando una copa solu y, si tienes al camarero cerca, da-y la vara un pocu. Eso supimos llevalo porque yo creo que la gente también está necesitada un poco de hablar y de desahogar y de descargar y uno y otro. Yo escuché de todo. Y todo lo que no escuché también, porque y ya te digo que muchas veces estabes ahí de cuerpu presente pero no de mente, ¿entiendes? Porque en un momento dado mucha gente lo único que quier ye tener una cara delante pa solta-y un rollu. Y que de vez en cuando le digan un ‘sí’ o un ‘vale, vale’ y cosas así. Y ya está, perfecto. Como decía-y yo a un amigu: lo que no te aguanta la muyer en casa tengo que aguantátelo yo aquí en el bar y vienes a dame la turra a mí. Pero eso sólo a gente de mucha confianza, eh".

"Buf, ye imposible quedase con una historia de todes les que pasaron. Mira, voy a contate un experimento sociológico que hizo el mi hermanu, que pa eso ye muy buenu. Era el típicu cliente así un poco cotilla, que cuando-y cuentes algo lo quier publicar como si lo publicase en LA NUEVA ESPAÑA. Pues el mi hermanu contó-y una mentira muy buena y adornola bien. Y al final dijo-y: ‘Oye no-y lo digas a nadie’. El tío marchó. Esto era un viernes a las nueve de la noche y a las once o por ahí ya llegó gente preguntando-y al mi hermanu sobre aquello. Y el mi hermanu: ‘¿Ves? Ya lo cascó’. El sistema de propagación era muy fácil: los chigres. Era este sistema el medio de información más eficaz de aquella. Para que veas tú lo de las fake news. Así que ahora por internet ye muy fácil, ye facilísimo...".