Claudia y Aarón tienen en La Farrapona el food truck más alto de la Cordillera

"Somiedo lo ha hecho bien, hay turismo pero no está masificado"

ASTURIANOS EN SOMIEDO: Aarón González y Claudia Fernández

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Claudia Fernández y Aarón González, empresarios de turismo activo. Ella es publicista y él es ingeniero. Han montado la empresa Wild Somiedo, que comenzó con alquiler de raquetas de nieve y ahora, entre otras actividades, tiene un food truck (camioneta/remolde de comidad) en el alto de La Farrapona, a 1.708 metros. Es el más alto de la cordillera Cantábrica. Hamburguesas de ternera y jabalí y cerveza, en un lugar increíble. Los atardeceres de cine son gratis.

"Somos Claudia Fernández y Aarón González. Tenemos 32 años y 36 años respectivamente. Yo tengo una agencia de comunicación y Aarón es ingeniero. Aaron es de Gijón y yo soy mitad de Pola de Allande, de donde es mi padre, y mitad de Somiedo, de donde es mi madre. Viví ocho años en Madrid, a donde fui a estudiar Publicidad, pero en el ambiente de la pandemia decidí venirme para Asturias. Madrid me estaba costando la vida, la salud y los pocos ahorros que tenía".

"Allí adquirí una experiencia brutal, hice muchos contactos y demás, pero Madrid no era para mí. Yo soy muy del Occidente y del monte. Entonces me la jugué y vine para Asturias. Estuve trabajando en una agencia un año y luego monté la mía propia, que se llama Orúa Comunicación, que es el nombre de un monte de Allande".

"Los dos somos muy aficionados a la montaña y hacemos mucho deporte. Venimos mucho a Somiedo. Aquí, desde hace años, sí que están intentando desestacionalizar el turismo, pero a efectos reales, en invierno no hay infraestructura. A nivel de hostelería está casi todo cerrado, así que es muy complicado que el turismo venga. Pero sí que hay demanda de raquetas de nieve, de hacer actividades, de tomarte un café un domingo de enero. Entonces, hace dos inviernos, teníamos 500 euros en la cuenta del banco y lo que hicimos fue compramos unas raquetas, gestionamos un seguro, sacamos licencia de turismo activo y nos pusimos a alquilarlas. Fue un bombazo".

"Empezamos a alquilar raquetas como locos para Navidades. Se nos ocurrió sacar unos bonos-regalo para que la gente pudiese regalarlos por Navidad, con un chocolate caliente con frixuelos al acabar la ruta en raquetas. Mandábamos a los clientes a una zona común que tienen los apartamentos de mi madre, los apartamentos «Buenamadre», en Pola de Somiedo. Hay una chimenea y poníamos música... Y lo llenamos. De hecho, tuvimos que dejar de vender bonos porque ya no había fines de semana suficientes para que la gente pudiese canjearlos".

"La gente nos decía: ¿qué más vais a hacer? La empresa surgió un poco a raíz de lo que nos iban demandando. Hay un nuevo perfil de turista, gente más de nuestra edad, más deportista, que quiere cosas diferentes y no hay una oferta para toda esa gente. Yo soy profesora de iniciación al yoga también, así que planteamos unos amaneceres con yoga en el entorno de los lagos (de Saliencia) en verano. Además, hacemos iniciación a la orientación, una actividad pensada para familias o para niños. De cara al año que viene queremos hacer actividades de escalada".

"Y, mientras tanto, el año pasado se nos ocurrió la idea de poner un food truck (una camioneta/remolque de comida). Y ponerlo en el sitio que más nos gustaba de Somiedo, el alto de La Farrapona. Todos nos decían que era una locura. Pero fue increíble la acogida que tuvo. Y eso que fue un proyecto muy complejo porque en el alto de La Farrapona no hay agua, ni luz, ni cobertura, ni nada, y el food truck tenía que estar en funcionamiento con neveras. Aaron se puso a hacer cálculos de voltios, de watios, de todo y diseñó un food truck autónomo: todo el techo es una placa solar y tenemos unas baterías que se van cargando. Las cocinas son de gas y el agua para fregar la cogemos en la fuente que tenemos a 200 metros todos los días. No damos envases de plástico, lavamos con jabón ecológico y no damos patatitas porque no queremos encontrar bolsas de plástico en los lagos. Lo estamos haciendo todo lo más sostenible posible y coherente con los valores que queremos transmitir. Y al final de verano hacemos una recogida de residuos en el entorno de los lagos".

"Somos el food truck más alto de toda la cordillera Cantábrica, estamos a 1.708 metros. De hecho, avisamos a la gente que viene de que, si sube a cenar, que traiga un forro polar, que traiga la chaqueta de invierno, porque aunque en verano durante el día tengas 30 grados, por la noche te puede bajar a 6 grados perfectamente. No sé si habrá otro más alto en toda España, pero en la cordillera Cantábrica, no".

"Los dos tenemos otros trabajos, pero no nos vemos ni el uno ni la otra siguiendo toda la vida en lo que estamos haciendo ahora. Somos gente muy activa y yo me paso muchas horas al día sentada delante de un ordenador, gestionando cosas y me lleva los demonios el estar viendo un bien día y no poder estar aprovechándolo fuera, tener que estar delante de la pantalla del ordenador. Y a Aarón le pasa un poco lo mismo, pero estando en fábrica o peleándose con máquinas y cosas de éstas. Entonces, nuestra idea a futuro es desarrollar nuestra actividad en montaña al aire libre y que, evidentemente, nos dé un reporte económico para poder vivir de ello. Así que, poco a poco, mientras tanto, como no se puede dar el salto, hay que compatibilizarlo todo, dormir muy poco y no tener fines de semana, básicamente".

"Ha habido una evolución brutal en Somiedo con respecto a hace veinte años, cuando yo pasaba los fines de semana aquí. Creo que es una evolución más controlada y mejor ejecutada que en otros sitios. Sí que la gente está preocupada de que se pueda masificar, pero si lo comparas con los Lagos de Covadonga o con la zona de los Picos, ni de lejos es todo eso. Sí que es verdad que hay mucha más afluencia de turistas, sobre todo a raíz de la pandemia. El primer verano post pandemia fue una locura, pero ahora como que se está relajando un poco".

"Evidentemente, todo tiene sus fallos y se podrían haber hecho cosas mejor, seguramente, pero creo que sí que se hicieron bastante bien. El turismo fue creciendo de una forma bastante más conservadora, precisamente para no denigrar la zona y para poder mantener la riqueza de Somiedo, su fauna y su flora. Eso se ve, por ejemplo, en la población de osos, que se ha recuperado en los últimos 20 años".