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Enrique López, con sus hijos, en un encuentro de trabajadores de Camisas Ike en 2019. | Ángel González

Un niño ideó la marca de las camisas más famosas de España

LA NUEVA ESPAÑA publica hoy la segunda y última parte de las memorias del empresario Enrique López, que en agosto cumplirá 101 años y nacido en Bustapena (Villanueva de Oscos). Fundó Confecciones Gijón, fabricante de las famosas camisas Ike en la España de los 60 y 70, y de Industrias Lácteas Monteverde (Quesos Tres Oscos). Este testimonio en primera persona, cedido por la familia del industrial, proviene del libro de memorias que recogió minuciosamente el periodista Manuel Cimadevilla.

El empresario Enrique López González fundó en 1955 Confecciones Gijón, que se convertiría en la mayor empresa de textil de Asturias, con sus conocidas camisas Ike. López, nacido en Bustapena (Villanueva de Oscos), cumplirá en agosto 101 años de edad. Dictó sus memorias al periodista Manuel de Cimadevilla y, por cortesía de la familia del empresario, LA NUEVA ESPAÑA continúa hoy la publicación en un extracto de las mismas. En esta entrega, el empresario de los Oscos que llegaría a presidir la Autoridad Portuaria de Gijón, a ser senador por UCD en la Transición y a fundar en los años 70 Industrias Lácteas Monteverde, fabricante del conocido queso Tres Oscos, relata, en primera persona, cómo fue la creación de Confecciones Gijón y la elección del nombre de sus afamadas prendas. Uno de los grandes aciertos comerciales de la marca, además de sus campañas de publicidad, fue la creación de los "tres largos de manga por talla".

Confecciones Sierra. (A finales de los 40 Enrique López ya es gerente y socio de la empresa Confecciones Sierra) "Por entonces, durante los años 1948 y 1949 hacíamos ciento cincuenta mil camisas al año, que era una cifra tremenda para aquellos años, con tejidos de sarga y percales baratos apropiados para el trabajo y también la de corbata, pero barateja, sin tener ningún atisbo de moda, ni estilo. Yo, en aquellos momentos, veía que no había una buena camisa de vestir para un buen traje a nivel nacional. Era algo que veía que faltaba en el mercado nacional, por lo que soñaba y desgranaba las posibilidades de hacerla algún día".

Persiguiendo una idea. (En 1949, Enrique López vende sus acciones en Sierra y se lanza detrás de esa intuición) "Los mimbres con los que yo estaba creando la nueva empresa de Confecciones Gijón eran con planteamientos empresariales muy diferentes a lo que había dejado atrás. Así que durante 1950 y 1951 tuve que lograr los permisos para la instalación de talleres y la búsqueda de maquinaria casi imposible de conseguir en aquellos momentos. (...) Así que me fui sin más a Barcelona a la Casa Singer porque allí estaba la central para toda España, para ver si podría lograr la importación de treinta máquinas industriales. Me advirtieron que era difícil, muy difícil, aunque lo lograríamos si el pago se hiciese cuando el gobierno hubiese concedido el permiso".

El día de San Enrique. "Tardaron más de dos años, pero al fin, precisamente el día de San Enrique, el 15 de julio de 1951 (Fue en 1952. Si las memorias ponen 51, es un error) llegaron a Gijón. Aquel mismo día se desembalaron y al día siguiente se empezaron a instalar en los puntos eléctricos que habíamos diseñado para cada tipo de máquina. En el tiempo de espera por esta maquinaria ya se había montado las zonas de corte y de plancha".

"Para todos estos trabajos tenía comprometidos a dos amigos, Francisco Argiz, un gran experto en métodos y organización del trabajo en serie buscando la ley del óptimo rendimiento con el mínimo esfuerzo. Un amigo que a los dos o tres años se convirtió en mi cuñado. Para el área técnica, más específicamente mecánica contaba con un elemento extraordinario que estaba casado con mi prima Aurora. Se llamaba Manuel Fernández y era primo del famoso actor Fernando Fernán Gómez y pelirrojo como él".

Socio financiero y maestro empresarial. "Gracias a haber coincidido en la casa de los Hulton, conocí a José María Fernández de la Torre, un hombre con una gran visión financiera y empresarial y que acababa de casarse con Amparo Hulton Barcia. José María Fernández de la Torre, procedía de una aldea en las montañas del concejo de Pravia y era primo del director del colegio San Luis, don Manuel de la Torre, que tenía fama de ser muy duro, pero excelente enseñando. (...). Como tantos otros asturianos tuvo que emigrar siendo un adolescente a Cuba, donde pudo desarrollar la inteligencia, la listeza, el sentido común para ser práctico, muy práctico. De Cuba regresó con un fortunón según se comentaba".

"La trascendencia del conocimiento y relación en los años siguientes con José María Fernández de la Torre y su importancia tanto en lo personal, como en los intereses del negocio siempre contando con su decidido apoyo influyeron en mi trayectoria en aquella década. Y con él, al cincuenta por ciento fundamos Confecciones Gijón, S.A. en el número seis de la calle de Usandizaga, en unos bajos alquilados de unos trescientos metros cuadrados donde había un almacén de papelería".

Persiguiendo la elegancia. "Por entonces pensábamos en llegar a una fabricación de cuatrocientas camisas al día, aunque aquel primer año no lograríamos pasar de las trescientas. Aquellos primeros años fueron tremendamente difíciles porque eran tiempos que todavía se denominaban como la España de la alpargata por el bajísimo nivel de vida y el pobre consumo en vestir. Las camisas de mediana calidad las fabricaban en Cataluña y, más concretamente, en Barcelona. Sin embargo, lo que más se vendía en confección de serie eran camisas muy baratas de percal, con el dibujo solamente por una cara, además de otras de vichis y sargas más toscas y duras para el trabajo. En Confecciones Gijón teníamos la idea de hacer una camisa más elegante y fue poco a poco cambiando las sargas por popelines que se hacían con cuello y puños de repuesto, ya que así se podían cambiar en casa cuando se gastaban los bordes. Poco a poco la expansión proseguía y aquel taller se nos quedaba pequeño".

La lanzadera vital. "El año de 1952 lo consideraré siempre como una lanzadera de mi propia vida, tanto profesional como familiar. (...) Ese año se inició por así decirlo ‘el camino al andar’ de toda mi vida profesional, así como el logro de hacer realidad el sueño de un hogar celebrando la boda con mi esposa María de los Ángeles, motor y alma de todos mis afanes, que tanto equilibrio y cordura supo llevar a lo que podríamos llamar todo un torbellino de ideas y proyectos, como yo tenía en la cabeza·".

La clave publicitaria. (Enrique López encontró en Barcelona a la agencia de publicidad Dayas. Su gerente era Evelio Puig Doria, de su misma edad, un hombre clave en la historia de Camisas Ike, la marca de Confecciones Gijón. Quedaron como amigos toda la vida). "Nos llamábamos siempre para cualquier acontecimiento y siempre me recordaba las maratonianas reuniones en Gijón para trazar las campañas de temporadas, aunque siempre teniendo muy presente Los Oscos y el Sporting, del que alguna vez me decía: ‘Seguro que estás contento, Enrique, viendo jugar al Sporting en Turín y al Oviedo en Turón".

La idea de un niño. (Aunque Evelio Puig difundió la marca, el nombre lo sugirió Ángeles Ordieres, encargada de talleres. En una reunión contó que una amiga tenía un hijo pequeño llamado Enrique pero que, al decir su nombre, decía "Ique"). "Lo pasamos a la agencia de publicidad y cambiaron la ‘qu’ por la ‘k’, por estimarse más sencillo, claro y sonoro. De esta manera tan graciosa salió la marca de camisas de más relieve e importancia de España. Por lo que nada tenía que ver con el apelativo del presidente de los Estados Unidos (Dwight David ‘Ike’ Eisenhower) a quien no conocíamos, ni sabíamos nada de él. Otra cosa es que nuestro agente de publicidad lo supiera".

Provechosa coincidencia. "Esta (coincidencia) la aprovechó muy bien metiendo alguna cuña sobre la camisa IKE siempre cercana a cualquier información sobre la estancia en España del presidente de los Estados Unidos (año 1959) Por ejemplo, con motivo de la llegada del avión al aeropuerto de Barajas insertó en los minutos que había tras la recepción de las autoridades un anuncio en el que un señor aparecía bajando la escalerilla de avión palpándose los pechos y que decía: ‘Caramba, me han robado la camisa’ y otro que baja después de él desplegaba al aire una camisa con la marca bien visible diciendo: ‘¡Claro era una Ike!".

"(Esta coincidencia) nos hizo dar un gran salto para la notoriedad de la marca en el mercado. Y, naturalmente, la demanda de nuestras camisas y productos aumentó tanto que ya no podíamos atender con nuestra propia fábrica. Así que recurrimos al alquiler de la totalidad de la fabricación de Sierra, además de las de Confecciones Gijón y posteriormente también las de Yunque, lo que nos permitió llegar a mil camisas diarias más".

La expansión en los sesenta. "En El Coto había muchos huertos vacíos, por lo que logramos comprar un solar cercano en la calle de Balmes a uno de nuestros principales clientes de Oviedo, Máximo Secades quien era propietario de almacenes Al Pelayo. Como no teníamos dinero se lo pagamos en camisas y recuerdo que hizo una gran oferta llenando con nuestras camisas la acera de la calle de Uría".

"Uno de nuestros grandes clientes en Oviedo era Almacenes Botas. Luis Botas Rezola quien siempre iba muy puestín, aunque fue uno de los grandes renovadores de las tiendas de Oviedo aplicando las mismas pautas que su amigo Pepín Fernández, fundador de Galerías Preciados, quien las había aprendido a su vez en los famosos almacenes de El Encanto, en La Habana. Todo lo aprendido en Cuba tuvo una gran importancia para la creación de una nueva forma de entender las ventas y la comercialización".

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