Guillermo Simón, pintor y profesor. El maliayés Guillermo Simón, el artista plástico con más proyección de Villaviciosa, comparece hoy en la serie «Asturianos» por otra de sus facetas, la de profesor de Instituto de Educación Plástica. Hay una cosa que le preocupa especialmente: el impacto que están teniendo las tecnologías digitales en sus alumnos, en los que está apreciando un desplome de la atención y de la capacidad de concentración, tal y como refrendan expertos de todo el mundo. Este es el precio que estamos pagando por la digitalización.

El maliayés Guillermo Simón Gallego (1969) es el pintor del agua y el mar, lo mismo que su abuelo, Guillermo Simón Sánchez (1917-1981) –con busto y paseo dedicado en la Villa– fue «el pintor de lo asturiano». Sus obras, las del nieto, se exponen este mes en la galería Llamazares de Gijón y también, en la Villa, en la nueva sala de exposiciones del Ateneo Obrero. Pero además de pintor, Guillermo Simón también es profesor. Lleva desde los 22 años compaginando su carrera artística con la docencia. Da clase en Colunga de Educación Plástica y Visual. Sus alumnos tienen entre 12 y los 18 años. Lo mismo que este artista escruta todos los movimientos del agua para llevarlos a sus lienzos –bien como fiera ola marina, como vaivén de un reflejo en la ría de Villaviciosa o como las gotas de la lluvia de la memoria escribiendo en los cristales– así también observa cómo han ido cambiando sus alumnos con el paso de los años, en un contexto de sucesivas reformas educativas que, según opina, «no han permitido asentar una continuidad». Ahora este profesor tiene una preocupación: cómo sus alumnos han ido cayendo hipnotizados por las pantallas de sus teléfonos móviles. El que quiera saber cuánto está afectando al desenvolvimiento cognitivo del ser humano ese aparato llamado «teléfono inteligente» –inventado hace sólo 15 años– que se pase por un aula. Así pinta Guillermo Simón lo que está pasando en colegios e institutos:

"La caída de la atención entre los alumnos es ahora la mayor preocupación en cuanto al normal desarrollo de la enseñanza. Estamos, en general todos, dependiendo ya de esa adicción a la pantalla. Hay una mirada distraída en el alumno. Prácticamente, una ruptura con la experiencia real. Estamos en un continuo e incesante presente volátil. Están casi expoliándonos la mirada. No hay silencios, no hay vacíos para la mirada. Hay una especie de horror vacui. Hay tantos estímulos visuales que los alumnos no son capaces de concentrarse".

"Estamos en una crisis de percepción, en una crisis de atención. Hay un consumo de imágenes sin capacidad de análisis ni de crítica. Ese es el mundo que nos quieren proponer, una especie de olvido programado. Que consumamos imágenes para olvidar. Que seamos simples consumidores sin demasiada capacidad crítica".

"Lo que yo percibo en los alumnos es que, dentro de ese vértigo visual en el que estamos, con esa especie de pantalla omnipresente, ellos también están inmersos en una economía de la atención brutal, que va relacionada con nuestras pautas de consumo. Hay esa sensación de estar narcotizados o anestesiados y ese mundo influye notablemente en el alumno. En estos últimos años, la pérdida de concentración es brutal. Llega un momento en el que para mantener la atención ya no sabes muy bien qué hacer. La sociedad está demasiado hiperestimulada".

"La creatividad sigue estando en ellos, pero el embotamiento de esa sensibilidad que producen las pantallas es un peligro muy claro. El informe PISA habla de que se emplea el 20% de las horas en mantener un cierto orden en las aulas, en el sentido de decirle al alumno: estate quieto, atiende, no te distraigas…Y ya no hablo del comportamiento, hablo de la falta de concentración. Eso tiene mucho que ver con que los chavales están sometidos a demasiados estímulos".

Guillermo Simón Julián Rus

"Yo creo que ellos no son conscientes de que nos están controlando por medio de las nuevas tecnologías. Mis alumnos prácticamente hacen un uso de consumo, sin pararse a analizar que todo lo que tú publiques va ser aprovechado por una red social, por las empresas, para tener tus datos, para saber qué tipo de cosas consumes. Esa parte crítica la desconocen totalmente. Muchas veces casi nunca son conscientes de que están intentando robarles la atención".

"Por eso creo que necesitaríamos un poco más de pausa, de silencios, de vacío para que busquen la contemplación. Tanto desde el arte como desde la educación y la cultura hay que plantar cara a todo este mundo empantallado y buscar un poco la contemplación. Por ejemplo, disfrutar de un poema acabará siendo una heroicidad. Toda la parte contemplativa de la existencia, que no siempre fue mayoritaria, creo que está claramente en peligro. Puede convertirse ya en algo de otra época".

"En clase, lo primero que les enseño es que el lenguaje visual y plástico es un lenguaje como cualquier otro. Existe un emisor y un receptor y un código que debes de conocer porque tú no puedes mandar un mensaje visual si no conoces el alfabeto. Y si se desconocen esos códigos no puedes tener capacidad crítica con la imagen ni con los mensajes que nos están continuamente invadiendo. Digamos que la publicidad impregna cada poro. No tenemos ni un segundo de descanso con reclamos de todo tipo. Hay un déficit en la lectura de las imágenes y estamos en un mundo eminentemente visual que les cuesta leer".

"La educación debe fomentar el pensamiento crítico en nuestros alumnos. Pero si quieres conseguir un alumno con capacidad crítica tienes que fomentar el conocimiento.Y yo creo que la escuela está dejando atrás un tanto el conocimiento y convirtiéndose más en otro tipo de cosa, ya no digo en un parque de atracciones, pero, no sé cómo decirte, creo que estamos buscando un perfil de un alumnado un tanto acrítico".

"Pienso que las reformas educativas dan menos importancia a la capacidad de adquirir conocimientos. Hay que buscar que el alumno se esfuerce. Si bajamos el listón podemos crear una sociedad muy fragmentada, con una especie de élite cognitiva y dejar a la escuela pública un poco desamparada. En ese sentido creo que hay una deriva de la meritocracia. Sigue habiendo esa idea de que la meritocracia está un poco de capa caída. El esfuerzo no está valorado en España. Se mira mucho más el mundo de las relaciones que el currículum".

"Hay que estimular a los alumnos brillantes. Un reciente manifiesto respaldado por algunos intelectuales criticaba la desaparición de las notas numéricas. Creo que eso va a ser igualar por abajo y el alumno más brillante se va a desmotivar".