Me quedo en el pueblo

La faba de Landrio (Las Regueras) llega a Madrid: "Si empezamos con esto es para continuar"

La madrileña Noelia García y el asturiano Arián Cueto dejaron la capital de España en 2021 para vivir en el medio rural, a caballo entre Grado y Las Regueras, dedicados al cultivo faba asturiana IGP

Arián Cueto Fernández y Noelia García Núñez, con sus fabas IGP, en el hórreo de su casa de Landrio.

Arián Cueto Fernández y Noelia García Núñez, con sus fabas IGP, en el hórreo de su casa de Landrio. / Ana Paz Paredes

Que los comienzos no son fáciles, y aún más en el campo, lo saben bien Noelia García Núñez y Arián Cueto Fernández, que dejaron atrás Madrid en 2021 para dedicarse a la plantación de faba asturiana IGP en terrenos de la familia de Arián, en el pueblín de Landrio (Las Regueras). "El año pasado, que empezamos con nuestra plantación, tuvimos muy mala cosecha; nos pasó de todo, lo que podía salir mal, salió, pero al final sacamos nuestras fabas adelante porque si empezamos con esto es para continuar. No gusta y creemos en lo que hacemos", dice Noelia.

Se conocieron en Madrid, de donde es ella, mientras que la familia de Arián se reparte entre Las Regueras y Grado. Arián Cueto estudió Composición de Músicas Contemporáneas y, como tantos jóvenes, se fue a Madrid en busca de trabajo. "De música no me salió nada a excepción de trabajar un año como profesor para un coro de niños en una ONG", recuerda.

Noelia y Arían con parte de su producción, en el hórreo familiar en Landrio.

Noelia y Arían con parte de su producción, en el hórreo familiar en Landrio. / Ana Paz Paredes

Al año siguiente conoció a su pareja, Noelia García, licenciada en Turismo y que durante un tiempo trabajó en una agencia de viajes. "Luego llegó el covid, echaron a un montón y me ofrecieron trabajo en otra agencia. Al principio, y cuando ya estábamos en Asturias, lo compaginaba, teletrabajando, con la agricultura, pero al hacer la incorporación a esta última, lo tuve que dejar. No me gustaba estar encerrada nueve horas en una oficina en Madrid delante del ordenador. Eso no es vida, la decisión de venir a vivir a Asturias y a trabajar en el campo fue la mejor decisión que tomamos", cuenta esta joven que, como Arián, habla con pasión pero a la vez con racionalidad, del camino que han elegido.

Viven a caballo entre la casa de los abuelos de Arián, en Grado, y los terrenos que tiene su padre en Landrio. "Se puede decir que partimos de cero porque no teníamos experiencia de nada. Cuando quisimos plantar fue cuando empezamos a formarnos, a ir a cursos, a seguir tutoriales y sobre todo a contar con la ayuda y la información de otros agricultores y de los vecinos", recuerda Arián. Poco después decidieron iniciarse en la plantación de faba asturiana IGP. "Pedimos una ayuda al Principado a la primera instalación, que nos concedió. Plantamos una hectárea y media pero claro, de esto no vives. Estamos despegando y nos mantenemos con los ahorros de ambos y el hecho de que ya contamos con casa y terreno", reiteran.

Arián y Noelia con el tractor con el que trabajan.

Arián y Noelia con el tractor con el que trabajan. / Ana Paz Paredes

Su empresa nació con el nombre de Fabas Regueru, que pronto vendieron de forma individual. Sin embargo tuvieron una idea ingeniosa para un público en el que habitualmente no se piensa cuando se habla de fabada y crearon el pack de la "fabada vegana", que de momento comercializan a través de la página Comercompasión. "Lo pusimos en marcha este mes de enero y está siendo un éxito a nivel de ventas en internet. Es ahí donde se puede adquirir, pero esperamos también llevarla al público asturiano, junto con nuestras fabas, a los mercados en Asturias, donde empezamos a acudir este año", dice esta pareja a la que no le falta coraje, ganas e ilusión a la hora de vivir y trabajar en el medio rural asturiano. "Llevamos viviendo dos años aquí y no lo cambiamos por nada", dice Noelia.

Otra imagen de Noelía  y Arián con sus primeras fabes, en el hórreo familiar de Landrio.

Otra imagen de Noelía y Arián con sus primeras fabes, en el hórreo familiar de Landrio. / Ana Paz Paredes

El año pasado recogieron su faba entre septiembre y octubre todo de forma manual. Este año empezarán a sembrar dos hectáreas a finales de abril. "Las plantamos a mano, las vimos crecer, les quitamos las malas hierbas, las recogimos y las trillamos a mano. Que luego nos manden fotos de gente que está comiendo nuestras fabas, disfrutándolas, es una pasada, una locura", dicen con orgullo. Y apostilla Noelia con una sonrisa: "En mi casa al principio me decían si estaba loca, dejar un trabajo fijo para ser agricultora. Ahora ya, cuando voy a ver a la familia a Madrid, siempre me dicen que no se me olvide llevar un kilín de fabas".

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