Oviedo,

E. URQUIOLA

nacho orejas

El periodista Juan Manuel Menéndez, presidente de la agencia «Febus», pronunció el martes, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, la conferencia «Jaime Menéndez "El Chato", primer redactor de "The New York Times" y pionero de la transición periodística». Manuel Menéndez es nieto de El Chato (1901-1969).

-¿Cómo comienza El Chato a forjarse como periodista y escritor?

-Mi abuelo nace en Sobrerriba, Salas, que tenía diez casas. Era hijo del maestro, que le inculca el amor a la cultura y los libros. A los 12 años ya se había «ventilado» a Voltaire, Rousseau, Montesquieu o Shakespeare.

-¿Por qué emigra a Cuba?

-Cuando cumple 18 años marcha a Cuba porque sus hermanos ya estaban allá y su padre le recomienda irse para crecer intelectualmente. Pudo haber sido un hombre rico en esta región, pero en ningún momento el dinero le importó, siempre le interesó la cultura, y en ello nunca escatimó. En Cuba trabajó en unos almacenes por el día y por las noches estudiaba periodismo por su cuenta, además de inglés, alemán, italiano, francés, y también hablaba asturiano y catalán. Estudiaba siempre. La dueña de su pensión en Cuba le decía: «¡Apaga el candil que me vas a gastar el petróleo!», puesto que estudiaba toda la noche. Su obsesión era ser periodista en Nueva York.

-¿Por qué esta obsesión?

-Porque tenía una visión muy democrática y Nueva York representaba la libertad y la democracia. Cuando domina el inglés, marcha a Estados Unidos y trabaja en «La Prensa», el primer rotativo en castellano de Nueva York. En octubre de 1925 se convierte en director de ese rotativo.

-¿Cómo llega a ser periodista de «The New York Times»?

-El primer redactor español. Primero pasa una prueba para ser redactor de deportes y, poco después, llega a la sección de política internacional, su verdadera pasión. Y funda, junto con otros como Ortega o Madariaga, la Alianza República Española de Nueva York y crea la revista «España Republicana».

-¿A qué se debe su vuelta a España?

En 1932, «The New York Times» lo envía a Madrid y, poco después, el Gobierno de la República le ofrece trabajo. También le hacen ofertas otros periódicos, «El Sol», «Mundo Obrero», «Leviatán» o la agencia «Febus», que en ese tiempo abastecía a los principales rotativos.

-¿Cómo llega a Berlín?

-La República le encarga un estudio de la situación nazi. Establece contacto con altos mandos, entre ellos con Goebbels, y escribe «Vísperas de catástrofe», donde vaticina la Segunda Guerra Mundial.

-¿Participa activamente en la guerra civil?

-Se dedica a ser cronista en diversos frentes y, en julio de 1938, el jefe de Gobierno, Juan Negrín, lo nombra comisario de brigada, una especie de mando político que coordinaba el mando militar dentro de cada frente. El comisario político tenía como lema «los primeros en avanzar, los últimos en retroceder».

-¿Cómo le gustaría que se recordase en el futuro a El Chato?

-La transición no comenzó con la muerte de Franco, comenzó el 1 de abril de 1939. Hubo gente que en los mismos campos de concentración luchó por las libertades, la democracia y el Estado de derecho, personas como Jaime Menéndez, «El Chato».