Como asturiano y responsable de la Secretaría de Estado de Infraestructuras en la época en que -bajo la dirección de Álvarez-Cascos- se acordó incorporar a Asturias a la red europea de ferrocarriles de Alta Velocidad, sigo con atención y decepción las noticias que se han ido desencadenando desde la publicación en LA NUEVA ESPAÑA de una información acerca de la instalación de vías de ancho Renfe en la variante de Pajares de Alta Velocidad, seguidas por el anuncio del ministro José Blanco de la novedad exclusiva en España de una vía de tres hilos entre La Robla y Pola de Lena, túneles incluidos. Mi atención parece justificada puesto que pasar del ancho UIC al ancho Renfe es degradar la nueva conexión ferroviaria de Asturias excluyéndola de la Alta Velocidad, e instalar el tercer hilo es reducir y limitar la velocidad de circulación de los trenes.

Yo, que viví ilusionado -como asturiano- la decisión de Álvarez-Cascos de incorporar a Asturias por primera vez en la historia al más moderno sistema de transporte del siglo XXI a la vez que lo hacía el resto de España, recibo con profunda decepción este retroceso que vuelve a colocar a Asturias a la cola: su ferrocarril no será ya el óptimo posible con el que contarán las comunidades autónomas más pujantes, sino uno de segunda que no aprovechará en términos de desarrollo la gran inversión que ha supuesto la construcción de la variante de Pajares. Puedo certificar que Álvarez-Cascos estaba convencido y repetía una y otra vez que si lográbamos licitar y empezar la variante de Pajares para Alta Velocidad -cosa que hicimos bajo su impulso- ya no habría manera de que nadie parase la incorporación de nuestra región a este moderno sistema de transporte. Compruebo ahora que Cascos se equivocó: aunque la Variante que él dotó presupuestariamente y cuyas obras puso en marcha ha resultado imparable, un (aparentemente nimio, para los desconocedores del sistema ferroviario) cambio en el diseño del ancho y configuración de las vías puede hacer que estúpidamente se limiten las posibilidades de la Variante, dejando a Asturias fuera de la Alta Velocidad tal y como la entendemos los europeos.

Mi decepción por este retroceso se impregna, además, de cierta tristeza, pues veo cómo los gobernantes asturianos socialistas parecen no dar importancia alguna a este paso atrás absolutamente injustificable e, incluso, intentan justificarlo falseando la historia para atribuir contra toda evidencia documental la decisión actual del Gobierno de Zapatero de retirar a Asturias del proyecto europeo de Alta Velocidad a quien lo impulsó y lo convirtió en una realidad: a Álvarez-Cascos. Por eso escribo este artículo: para no ser cómplice con mi silencio de una gran mentira que pretende falsear la historia convirtiendo al héroe en villano y al villano en inocente alondra.

He sido testigo privilegiado de la fobia «anti-Cascos» de los socialistas asturianos, fobia forjada probablemente en las sonoras derrotas electorales que les infligió repetidamente y en los «imperdonables» éxitos de su apasionada gestión a favor de Asturias: autovías, Alta Velocidad, puertos, aeropuertos, Plan de la Minería, Aceralia, inversiones culturales, auditorios, sedes judiciales, institutos oceanográficos, etcétera. Por eso quizá no me extraña que los líderes actuales del PSOE sigan esa estela y no tengan reparo en manipular la historia, los documentos administrativos fehacientes y las evidencias de hemeroteca en un intento orweliano de rehacer la historia como pretendían hacer Fernando Lastra el pasado 16 de julio en estas mismas páginas de LA NUEVA ESPAÑA y el presidente Álvarez Areces en sus declaraciones del domingo. Más difícil de entender me resulta que -bajo la apariencia estética de aséptica crónica periodística firmada- se permute ética periodística por propaganda, falsificando el pasado para pretender el descrédito personal de un político como Álvarez-Cascos, al que nadie serio puede negar su obra a favor de su tierra y -especial y singularmente- su apuesta por incorporar a nuestra región a la Alta Velocidad ferroviaria.

¿Cómo se puede responsabilizar a Francisco Álvarez-Cascos, ministro de Fomento entre 2000 y 2004 y autor del plan de infraestructuras de transporte 2000-2007 que incorporó Asturias a la Alta Velocidad, del contenido de un estudio informativo encargado en 1997 para dar cumplimiento a la ley 47/1997 sobre la variante de Pajares (por cierto, aprobada en la Junta General del Principado y en las Cortes Generales con los votos en contra de todos los socialistas asturianos y españoles)?

Aquel estudio informativo se concluyó en 1999 y se sometió a información pública ese mismo año, para pasarlo inmediatamente al procedimiento ambiental de la DIA. Álvarez-Cascos todavía no era ministro de Fomento y, por tanto, Asturias no se había incorporado a la Alta Velocidad, dado que ésta fue decisión de Álvarez-Cascos como ministro de Fomento. ¿Por qué se omiten estos datos básicos en una información pretendidamente seria? Que esto lo hagan Álvarez Areces o Fernando Lastra en un intento poco creíble de rehacer la historia al servicio de su partido puede entenderse, aunque sea repugnante; pero que lo mismo se haga bajo la apariencia de estar informando al lector ya no es comprensible desde ningún punto de vista, por benévolo que uno sea. Para salir al paso de estas cosas escribo este artículo al servicio de la verdad histórica.

Quiero pensar que ningún asturiano de pro hubiera deseado que Álvarez-Cascos, al llegar en 2000 al Ministerio de Fomento, desandara el camino recorrido por el expediente de trazado y medioambiental de la variante de Pajares y perdiera tres años volviendo a su origen sólo para corregir las palabras «ancho Renfe» y sustituirlas por las de «ancho internacional». En cualquier caso, no lo hicimos en el Ministerio de Fomento porque aplicamos el sentido común para introducir en 2000 la Alta Velocidad, con su ancho internacional, en la fase de proyectos de la variante de Pajares, sin perder tiempo ni incumplir precepto administrativo alguno, al amparo del nuevo PIT 2000-2007. Gracias a eso, la variante de Pajares se incorporó sin retrasos al desarrollo del programa de Alta Velocidad español amparado en la directiva europea, se pudo licitar sin más demora y las obras se pusieron en marcha en 2004, a impulso del ya citado aforismo de Álvarez-Cascos: «Obra iniciada, obra imparable».

Si Álvarez-Cascos y yo (a sus órdenes, pues a mí me correspondía la competencia administrativa para ello) hubiésemos anulado el estudio informativo y de DIA en marcha para hacer ese cambio de palabras, las obras de la Variante no habrían podido iniciarse antes de 2004 y, por tanto, la decisión política de ponerlas en marcha hubiese correspondido -a partir de las elecciones generales de ese año- a quienes siempre habían votado en su contra tanto en la Junta General del Principado como en el Congreso de los Diputados. Como asturiano, agradezco que ese escenario no se haya dado. La primera gran decisión política y administrativa de Francisco Álvarez-Cascos y de su equipo fue la de encomendar, desde la Secretaría de Estado que yo dirigía, la elaboración del proyecto básico de la variante de Pajares al GIF en noviembre de 2001. Ese mismo mes, el Consejo de Administración del Gestor de Infraestructuras Ferroviarias acordó la licitación de dicha asistencia técnica, que fue adjudicada en marzo de 2002 a la UTE Ineco-Geoconsult. Previamente, en 2000, se habían encargado los estudios geotécnicos, con sus correspondientes sondeos, para disponer de toda la información necesaria para abordar el proyecto de la variante de Pajares. En todos estos encargos aparece siempre el rótulo de «Línea de Alta Velocidad León-Asturias», lo que conllevaba la elección de ancho internacional para el diseño de la variante de Pajares. Negar todo esto tras las viejas y obsoletas previsiones del estudio informativo y de la declaración de impacto ambiental de la variante de Pajares previas al PIT 2000-2007 de Cascos es una grave manipulación histórica sin fundamento en la realidad de las cosas, hágalo un adversario político de Cascos o un observador de un medio de comunicación que firma una crónica.

La segunda gran decisión que acometimos, dirigidos por Álvarez-Cascos, fue la de obtener del Gestor Infraestructuras Ferroviarias, primero, y del Consejo de Ministros, después, previo paso por la Comisión Delegada para Asuntos Económicos que presidía Rodrigo Rato, la autorización para licitar las obras, con un compromiso de inversión plurianual de 1.900 millones de euros para los 50 kilómetros de la línea de Alta Velocidad La Robla-Pola de Lena, incluidos los dos túneles de 25 kilómetros cada uno de la Variante. Se trataba de la mayor inversión ferroviaria de la historia de España en un proyecto concreto.

Me produce una sonrisa apenada leer ahora que alguien se refiere a las previsiones de tráfico ferroviario de viajeros y mercancías entre Asturias y el resto de España que hicimos en aquellos momentos para justificar la inversión en la Variante como si fuese una prueba de que la Variante en nuestra mente no iba a ser de ancho UIC. ¡Qué ignorancia! Teníamos en la cabeza, y así quedó escrito en los expedientes administrativos, un escenario de excelentes infraestructuras nuevas de Alta Velocidad que liberarían surcos en la red convencional, permitiendo así crecer unos y otros tráficos, que se ubicarían en la red más adecuada (la de ancho UIC o la de ancho Renfe) según costes y criterios de explotación en un escenario progresivamente liberalizado conforme a la normativa europea que incorporamos en la nueva ley ferroviaria aprobada en la legislatura 2000-2004.

Lo que pensaba y piensa Francisco Álvarez-Cascos de la variante de Pajares de Alta Velocidad ya lo ha recogido LA NUEVA ESPAÑA hace unos días, aunque en medio de otras opiniones y crónicas profundamente distorsionadoras de la realidad histórica documentada. Como testigo privilegiado de aquellos años, certifico que jamás se le pasó por la cabeza a Paco Cascos proyectar un corredor de Alta Velocidad ni en ancho Renfe ni con vías de tres hilos. Como también certifico que nunca se mostró cerrado a que la variante de Pajares en ancho internacional se usase eventualmente para mercancías en los surcos que estuvieran disponibles dentro de la imprescindible prioridad del transporte de viajeros y según los criterios del administrador público de la infraestructura y de los operadores del transporte. Eso sí, bajo la premisa de mantener abierta la actual línea de ancho Renfe, y teniendo en cuenta el sobrecoste del mantenimiento que exigiría el paso de mercancías pesadas. Es decir, con los mismos criterios generales que se aplican en el resto de la red.

¿Cómo se pueden negar ahora los hechos que jalonan en Asturias la etapa de Francisco Álvarez-Cascos, con quien tuve el honor de colaborar estrechamente, cuando resulta difícil encontrar un precedente dentro y fuera del Principado de un impulso semejante en tan poco tiempo en las autovías, los puertos, el aeropuerto o las líneas ferroviarias de Alta Velocidad?

Me apenan estas cosas en mi propia tierra asturiana. Me entristece ver cómo el poder político se usa más para destruir que para construir. Me disgusta profundamente la negación sistemática del trabajo, del esfuerzo y del mérito, dentro y fuera de la política. Y me decepciona comprobar que el mal se extiende más allá de la contienda política partidista. Percibo un grave y creciente empobrecimiento material y mental en Asturias. Lo que está sucediendo con el debate sobre el AVE es un ejemplo paradigmático de ello.