Oviedo, Nicole CACHO

Su libro, «Vivir sin jefe», con ocho ediciones en el mercado, se ha convertido en un manual indispensable de cosas que uno no debe hacer cuando abre su propio negocio. Sergio Fernández, descendiente de Asturianos, manifiesta en una entrevista con LA NUEVA ESPAÑA que el panorama laboral está cambiando a un ritmo vertiginoso, y que los trabajadores van a tener que subir al carro empresarial para hacerse emprendedores y adaptarse a los nuevos tiempos.

-¿Qué impulsó este libro?

-«Vivir sin jefe» lo empecé a escribir en el año 2007 cuando me di cuenta de que mi modelo de negocio pasaba por una crisis. Me di cuenta, un poco por casualidad, de que los errores que yo había cometido los habían tenido otros muchos emprendedores. Los emprendedores no leen libros de empresa porque les suena a chino. Así que, como yo me dedico al «coaching», que en la práctica es ayudar a otras personas, escribo el libro desde la «perspectiva coaching».

-¿Somos todos emprendedores en potencia?

-No sólo en potencia, sino también en acto. Porque yo creo que una de las cuestiones que más van a cambiar el panorama laboral tanto por emprendedores como por trabajadores por cuenta ajena en el siglo XXI es que todos, cada vez más, vamos a tener que ser emprendedores. De hecho, ya se habla de una figura que es el «intraemprendedor», el emprendedor dentro de una empresa. Vivimos en un tiempo que va muy deprisa y aquellos que no sean muy creativos o muy innovadores lo pasarán mal. Con los tiempos que corren, tenemos que ser emprendedores.

-¿Qué debe venir primero? ¿Las ganas de ser emprendedor o la idea de un negocio concreto?

-Creo que son dos caminos que llevan a un mismo sitio. Hay muchas personas que tienen primero la idea, y muchas ideas surgen de necesidades. «Huy, a mí me gustaría que hubiera un restaurante chino en mi barrio y no lo hay», y lo montas. Hay otras personas que llegan por el otro camino: «No soporto más que me paguen una miseria» o «no soporto el horario que tengo», o «no tengo empleo, así que la solución que me queda es trabajar por mi cuenta». No creo que ninguno sea mejor que el otro. Tampoco tengo mucha reflexión sobre este aspecto, pero creo que los dos son igual de válidos.

-En la actualidad, ¿cuál es el sector más prometedor?

-El más prometedor es el que tiene que ver con la innovación, la creatividad y las nuevas tecnologías. Es un sector que está en auge. Y todo aquello que está relacionado con seguir haciendo mismo, con la tradición, con el «más de lo mismo», con «voy a hacer lo que ha hecho mi padre, mi tío o mi amigo a ver si funciona», creo que todo eso tiene poco futuro. Vamos a adentrarnos en una era en la que cada día se van a personalizar más los productos. Un tiempo en el que vuelven los servicios creativos, los innovadores.

-Eso pasa en tiempos de recesión. Cuando hay crisis económica, la creatividad se ve potenciada por necesidad, al menos en el campo de las nuevas tecnologías.

-Sí. Bueno, en el campo de las nuevas tecnologías y de todo en general. Hace diez años salías a comer y estaban sólo el restaurante del menú y el restaurante del menú caro. Ahora tienes una variedad de menús, de menús sólo de primer plato, de sandwiches, de comida rápida, de restaurantes caros... Se ve que cada vez hay más oferta. Se trata de la cultura del nicho, donde hay oportunidades de negocio. «Yo voy a montar una revista que hable de persianas», que aunque haya seis lectores en cada país, esa revista te puede hacer rico.

-¿Cuál es el error más común?

-Serían varios. El no saber vender. Emprendedores que se meten en montar una empresa determinada porque dominan muy bien la cocina o porque dominan la pintura, o las nuevas tecnologías, pero no tienen ni idea de vender. Y eso es lo que echa por tierra un porcentaje muy alto de los nuevos proyectos empresariales. Otro error grave tiene que ver con la planificación, con la estrategia, con definir objetivos, con pensar a largo plazo. Todo lo que tenga que ver con la reflexión. Cuando te metes a emprendedor, un error que yo he cometido y que seguimos cometiendo a la mínima es ir de un sitio para otro con una velocidad de vértigo, y no pararte y decir cuáles son mis objetivos, cuál es ese proyecto apasionante que quiero sacar en 2010.

-Ante la crisis, y obviando que «Vivir sin jefe» ya va por la octava edición, ¿no es mal tiempo para este tipo de libros?

-Yo creo que es el mejor, y no lo digo como respuesta hecha. Nunca ha habido tantas personas en paro que no comprenden cómo un sistema laboral puede despreciarlas, por decirlo de alguna manera, estando bien formadas, con ganas de trabajar. Hay muchas personas que la única salida que les va a quedar es montarse por su cuenta. Porque el mercado laboral está cambiando, porque cada vez más las empresas quieren menos personas en plantilla, y porque cada vez más hay menos personas que quieren estar en plantilla. Conozco muchas personas que dicen «¿cómo?, ¿de nueve a siete? Eso no te lo crees ni tú».

-Esa gente que se ve en paro y se ve obligada a montar su propia empresa... ¿no es forzar un poco la máquina?

-Pues sí, no todo el mundo está preparado para todo. Pero imagina cómo se fuerza la máquina si uno se queda sin hacer nada. Eso sí que mina la autoestima. Imagina que te tienes que quedar en casa sin hacer nada porque no encuentras ningún sitio donde hacerlo. Yo personalmente prefiero estar en movimiento. Habrá personas que se verán sin ánimo de vender, de innovar, de crear su propio negocio. Por eso he escrito «Vivir sin jefe», porque creo que es mejor que estés haciendo algo a que te quedes en casa mirando el techo. Cuando haces cosas, pasan cosas.

-Como usted dijo, es un libro empresarial que no suena a chino.

-Me parece que era Hemingway el que decía «escribo para los señores de 12 años para que así los señores de 50 me entiendan». Una idea que tenía muy clara cuando empecé a escribir «Vivir sin jefe» es que quería que fuera un libro ameno. Lo que hablábamos antes: un emprendedor no lee libros de empresa porque le suena a chino, y yo quería romper un poco eso. Hay personas que tienen su propio negocio y que se pueden sentir reflejadas en «Vivir sin jefe», quiero que esas personas puedan leerlo de manera amena y fácilmente comprensible. Por eso lo troceé tanto, por eso salen cincuenta capítulos. Y por eso está plagado de referencias de cine y de otros libros. Creo que eso ayuda a comprender las cosas. Desde tiempos inmemoriales hemos aprendido a través de cuentos, de nuestros padres, de nuestros abuelos. La metáfora es una muy buena forma de aprender. Es una herramienta muy potente para transmitir conocimiento.

Sergio Fernández López

Hijo de asturianos nacido en Madrid y es licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Complutense. Obtuvo también un máster en «coaching» personal, ejecutivo y profesional, y en la actualidad ejerce como consultor especializado en instituciones públicas. Este emprendedor colabora en varios programas de radio, espacios en los que reflexiona sobre cuestiones relacionadas con el desarrollo y el crecimiento personal. También es autor de «Cómo gestionar la comunicación en organizaciones públicas y no lucrativas».