Oviedo, Javier CUARTAS

Asturias ha estado muy protegida, tanto durante el franquismo como luego, y también en la actualidad, afirma el catedrático asturiano de Economía Aplicada Juan Velarde al analizar la evolución económica regional durante el anterior régimen. Este periodo histórico (1937-1975) será objeto de un estudio en profundidad por parte de LA NUEVA ESPAÑA, que el domingo inicia un coleccionable integrado por 52 fascículos de distribución gratuita con el ejemplar del diario. Velarde (Salas, 1927), premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, es un experto en esos casi 40 años de historia española como estudioso y como testigo directo de la época.

-Más que un régimen uniforme, el franquismo tuvo etapas económicas muy diferenciadas. ¿Cuál fue el efecto de cada una de ellas en el caso de Asturias?

-Entre 1939 y 1975 se aprecian tres grandes etapas. La primera, tras la Guerra Civil, sigue el viejo modelo, intensificado además por una economía de guerra. Se prolonga hasta 1947-1948, que es cuando comienza la llamada «Guerra fría». A partir de ese momento pierde cualquier posibilidad de éxito el movimiento guerrillero comunista y esto permite que España recorte el gasto en Defensa y en Orden Públicos en relación con el producto interior bruto (PIB). Es a partir de esta etapa cuando cobra un gran protagonismo Asturias, con el carbón como base de desarrollo industrial. Asturias pasa en ese momento a asumir una posición central. La tercera etapa arranca en 1959. El carbón pierde relevancia y se aprecia un punto de inflexión a causa del reinado del petróleo y la apertura económica de España. Por ello en Asturias el impulso ya no vendrá a partir de entonces del carbón, sino de las industrias siderúrgica, metalmecánica y química. Arranca así la explosión de Asturias, que dura hasta el choque del petróleo de 1973.

-¿Las transformaciones posteriores destapan la endeblez de las bases económicas asturianas?

-Al régimen de Franco le sigue la Transición y lo que podemos llamar el choque de Europa, con la entrada de España en la Comisión Económica Europea (CEE) en 1986. Desde entonces para acá se produce la degradación del Cantábrico, pero es un proceso que, sobre todo en el caso de Asturias, está larvado desde antes y arranca en la crisis del petróleo del 73. Todas estas etapas son muy distintas entre sí y cada una tiene sus protagonistas, sus tensiones y sus problemas.

-¿Se puede deducir de ese largo periodo histórico que a Asturias sólo le ha ido bien cuando ha estado ultraprotegida?

-Sí. Y aún sigue están muy protegida. Hasta 1959 Asturias estuvo amparada por un fuerte proteccionismo. A partir de esa fecha, con la apertura económica de España, Asturias siguió protegida porque el Estado pagaba el déficit de todo el sector público industrial asentado en la región. Y ahora sigue estando protegida por los instrumentos del Estado del Bienestar. De ahí que siempre, en unas etapas y otras, se oyeran en otras regiones quejas recurrentes por el trato de protección que se dispensa a Asturias.

-¿La vulnerabilidad del modelo industrial asturiano está en su mismo origen, en tanto que se fundamenta en la posesión de hulla muy poco competitiva?

-Sí. Es la posesión de carbón lo que explica, junto con otro factores (lejanía de focos carlistas y de fronteras exteriores), la implantación en Asturias de industria militar, muy ligada a la posesión de mineral de hulla. La implantación en Trubia de los primeros hornos de coque supuso un cambio revolucionario, aunque fueron subvencionados.

-El primer franquismo fue autárquico. Aunque se intentó justificar luego por el aislamiento diplomático, ¿no fue aquélla una decisión deliberada, coherente con el ideario económico fundacional del régimen?

-Sí, aunque, como demostró Román Perpiñá en 1935, la vía autárquica ya está presente en la II República. El régimen republicano trata de aislar a la economía española para evitar su contagio por la Gran Depresión de 1929 y con la finalidad de que, evitando la competencia, pudiera mantenerse la actividad industrial española. Franco sigue esa vía, con el añadido de que España practica en ese momento una economía de guerra. Hay que sacar cosas de hasta debajo de las piedras.

-¿La Dictadura de Primo de Rivera no había seguido una estrategia análoga?

-Primo adopta el nacionalismo económico, que ya había proclamado Francisco Cambó en Gijón en septiembre de 1918. Cambó llamó a prescindir de productos, empresas y técnicas extranjeros. Maura lo retoma. Se pasó del proteccionismo de Cánovas al nacionalismo de Cambó, que recoge Primo, y luego a la autarquía.

-Visto con perspectiva, ¿fue un error la opción autárquica?

-Estaba en el espíritu de aquel tiempo. Pero muchos economistas advirtieron que aquel modelo llevaba plomo en las alas y que era muy difícil promover el desarrollo por la vía de la autarquía porque esa vía generaba lo que Manuel Torre denominó autofagia y economía «sasi parere», el nombre de un diosecillo brasileño que se come a sí mismo.

-¿Qué importancia tuvo en la evolución posterior el año 1953, con los pactos de Franco con el Vaticano y con EE UU?

-Fundamental. Ese año se rompe la neutralidad española para siempre. España había optado por la autarquía para, como decía Ganivet, no depender de granero ajeno y para que no se pudiera presionar al país para su incorporación a alianza alguna. Pero en la «Guerra fría» participamos y pasamos a ser un país beligerante cuando Europa estaba dividida en dos mitades: una, del lado de un bloque; y la otra, del otro. El economista Joaquín Muns ha narrado cómo en una visita a Franco por parte de representantes de EE UU, éstos sugieren a Franco que España debe abrir su economía a una mayor competencia. Franco responde: «Estamos casi sin divisas y si abrimos las fronteras, será un desastre». Y el interlocutor le replicó: «EE UU jamás abandonaría a un aliado que contribuya al desarrollo económico occidental».

-La creación de Hunosa y de Uninsa ¿fueron los amparos con los que el franquismo intentó proteger a Asturias para que su economía no saltase por los aires con la liberalización de los sesenta?

- En el origen de Hunosa está el intento de impedir que un cierre de las minas de carbón que estaban en quiebran pudiera generar un caos por el fuerte arraigo en Asturias del movimiento obrero. Como las minas estaban en ruina, se decidió que se las quedara el Estado para evitar una tensión social que pudiera haber sido tremenda y que podría haber causado un gran perjuicio. Pero además, y con sólo dos votos en contra (el mío, como vicesecretario de Estudios del Ministerio de Trabajo, y el de Valero Bermejo, subsecretario de Hacienda) se aprobó dar cantidades importantes de dinero a los empresarios por minas que no valían nada.

-¿Fue una forma de comprar paz social?

-Bueno, pero para eso no era necesario dar dinero a los empresarios.

-¿Demuestra eso que la burguesía industrial y financiera asturiana sí tenía capacidad de presión política y mucha influencia?

-Sin duda. Yo lo recuerdo perfectamente. El empresariado y la Cámara Minera tenía una gran capacidad de influencia.

-¿Y Uninsa?

-Ante la evidencia de que se estaba creando Ensidesa y que, por tanto, necesitaban lograr economías de escala y que no podían competir, los empresarios siderúrgicos presionaron para crear Uninsa. Pero Uninsa acabó siendo absorbida por la estatal Ensidesa porque era inviable.

-¿Tenía razón Juan Antonio Suanzes, presidente del INI, cuando apostó por aumentar la producción siderúrgica nacional, con la creación de Ensidesa, ante la negativa a hacerlo por parte de los empresarios privados?

-Se enfrentó a los empresarios porque creyó que ese aumento de capacidad era necesario. Pero los empresarios siderúrgicos eran incrédulos y tenían la mala experiencia de 1929-1930 cuando se hundió el sector a causa de la Gran Depresión pero también porque España había ampliado capacidad con Altos Hornos del Mediterráneo. Así que no estaban dispuestos a volver a arruinarse. Los siderúrgicos vascos, citando a Maura, dijeron aquello de «Nosotros somos nosotros. Aquí no se mueve nadie».

-¿Con López Bravo en Industria se afianza el poderío vasco frente al asturiano?

-Hubo siempre tensión y el País Vasco gozó tradicionalmente de mucha influencia. Y eso operaba, claro que operaba. Yo lo vi muchas veces.