-La renovación del Constitucional, ¿una maniobra dilatoria?

-Más bien una táctica político-electoral. Tenemos en el otoño las elecciones catalanas, los partidos del tripartito quieren llegar con el tema de la sentencia liquidado, si es favorable, o que salga después, si no lo es. Son regates en corto, puro tacticismo. Demuestra que no hay respeto a las reglas del juego.

-El Constitucional dice que no se inhibe respecto al Estatut.

-Está ganando en credibilidad poquito a poco. Lo que tiene que hacer, cuanto antes mejor, es dictar la sentencia que proceda de acuerdo a la Constitución. Lo que no cabe en la cabeza de nadie es que, cuando el Tribunal está debatiendo una sentencia de esa naturaleza, los grupos parlamentarios se pongan a renovarlo, sería cambiar el Tribunal. Los partidos conciben el Constitucional como una cámara parlamentaria. No cuenta la razón jurídica, sino la gente que se tiene ahí para votar la sentencia del Estatut. Y como no les salen los cálculos, se plantean sustituir a los magistrados, que ya deberían haber sido renovados, de acuerdo. Pero no puedo cambiar el Tribunal en función de cómo vaya el partido.

-Es ahora cuando la presidenta sale en defensa del Tribunal.

-Es que lo que hemos visto en las últimas semanas, con los ataques al Tribunal Supremo por lo de Garzón y lo que ha habido con el Constitucional por parte de los partidos catalanes, es algo inaudito en cualquier democracia. Ha habido un auténtico levantamiento contra el Estado de derecho, para decirle a los tribunales que no resuelvan conforme a derecho, sino que se atengan a postulados ideológicos y consignas políticas. Hemos vuelto al nivel africano.

-¿Un golpe contra el Estado?

-Más que un golpe, que quizá suene un poco fuerte, se está noqueando al Estado con unos discursos antisistema que no los concibo en Inglaterra, en Francia, en Alemania... Que se reúnan en la Complutense o en Barcelona una serie de señores insultando al Tribunal Supremo, diciendo que están a favor de los crímenes del franquismo, es un ataque de locura. Que salga alguien como Jiménez Villarejo, que ha sido fiscal de sala del Supremo y ejerció bajo el franquismo, diciendo auténticas barbaridades contra el Tribunal es bastante grave.

-Usted es presentado como un juez enfrentado a Garzón.

-No, no. Espero que el caso se desarrolle con la normalidad que debe y no interferido por estas últimas algarabías. El Supremo está actuando de forma ejemplar, callada y muy imparcial, y la prueba es que el juez que ha abierto el juicio, Luciano Varela, es de Jueces para la Democracia. Ese levantamiento de la izquierda radical le ha causado daño a Garzón, que debería haber puesto tierra de por medio. Se han servido de él para rescatar el discurso del victimismo, del «no pasarán», de que «vuelven el franquismo y las hordas fascistas». Viven en un discurso muy anticuado.

-¿Puede un juez suspendido ir al Tribunal de La Haya?

-El problema es, más bien, que el Tribunal de La Haya fiche a un juez suspendido por haber indicios serios de responsabilidad penal.