Oviedo, J. A. ARDURA

Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular y del Partido Popular, se enteró de la muerte de Luis Fernández-Vega a través de Isidro Fernández Rozada. El diputado por Asturias llamó al ex presidente de la Xunta de Galicia a su casa familiar de Perbes (Coruña) ayer por la mañana para informarle del fallecimiento del oftalmólogo ovetense. Horas después, el que fuera líder de la derecha española valoraba a LA NUEVA ESPAÑA la figura de uno de sus hombres de confianza en Asturias. «En una gran pérdida, se va un amigo», declaró un Manuel Fraga cuyo tono de voz evidenciaba la emoción que le ha causado la muerte de Luis Fernández-Vega Diego.

«Tenía un gran afecto por él y por sus hermanos. He mantenido una relación muy estrecha con los Vega, que se ha visto interrumpida por diversas razones», manifestó Fraga, quien elogió «la responsabilidad» de la que hizo gala el oftalmólogo ovetense cuando le pidió que se presentara a las elecciones al Senado en 1978. «Se vio en la obligación de hacerlo», rememoraba ayer quien compartiera con Luis Fernández-Vega numerosas tertulias veraniegas en la casa familiar de Ceceda y más de una partida de dominó en el bar «Casa Julián» de Niserias (Peñamellera Alta), a donde el líder conservador rendía visita verano sí y verano también para pescar.

Fraga tampoco quiso dejar a un lado la categoría profesional de Luis Fernández-Vega Diego. «Era uno de los mejores especialistas en oftalmología que he conocido, me operó de los ojos», reveló el político gallego, que ayer mismo transmitió su pésame a la familia del que fuera unos de sus colaboradores más estrechos en Asturias, tal y como le confesó hace años a Antonio Masip: «En una de las pocas conversaciones que tuve con Fraga me reconoció que Luis Fernández-Vega y Ricardo Pire eran sus amigos más cercanos en Asturias». El ex alcalde de Oviedo, que se acercó hasta la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento, destacó la trayectoria y la generosidad de Fernández-Vega hacia su ciudad. «Fue una personalidad científica que se volcó con Oviedo de una manera ejemplar y digna de reconocimiento».

Las relaciones entre ambas familias, los Fernández-Vega y los Masip, se remontan dos generaciones atrás. Esa afinidad permite a Masip recordar una anécdota que sirve de ejemplo para dibujar el talante reconciliador, en plena transición, del oftalmólogo. «Vino a tratarse una exiliado español, Renato Ozores, y Luis prácticamente le devolvió la vista. Cuando Ozores le preguntó cuánto le debía por la consulta la respuesta de Fernández-Vega fue: es suficiente con que usted haya venido de nuevo a España desde Panamá». Gestos de ese tenor o similares también han quedado grabados en la retina y en la mente del empresario Blas Herrero. «Luis era de una personalidad extraordinaria. Era entrañable, atendía lo mismo al Rey que a cualquier otra persona de la calle; para él no había diferencias sociales. Nunca olvidaré su sonrisa y su mano, siempre tendida». Herrero sostiene que la pérdida de Luis Fernández-Vega Diego «será muy difícil de cubrir en Asturias y en España. Es un asturiano que ha hecho méritos sobrados para pasar a la historia».

«Gran médico, generoso y muy buena persona. Ojalá hubiera muchos como él». Así definió Juan Luis Rodríguez-Vigil, ex presidente del Principado, al oftalmólogo fallecido. Vigil incluso recordó unas palabras que le había dicho su tío, Emilio, años atrás: «Fíate de ellos, que son muy buena gente». Durante la etapa de Rodríguez-Vigil al frente del Principado se firmó la cesión de los terrenos de Monte Alto para ubicar el Instituto Oftalmológico. «Siempre creí que era bueno que estuviera cerca de un hospital, y Luis Fernández-Vega tenía gran ilusión en este proyecto, que el paso del tiempo ha demostrado que es todo un acierto. Esta clínica ha sido una gran iniciativa para Oviedo y para Asturias».