Oviedo, Javier CUARTAS

El 1 de septiembre de 1970 entró en la factoría de Central Lechera Asturiana en Granda (Siero) un camión conducido por José Antonio Suárez, de Llanera. Transportaba la primera recogida de leche. Esto ocurrió hace hoy 40 años y justo entonces arrancó el proceso productivo de una compañía, participada por 4.200 ganaderos, que estaba llamada a cambiar el sector lácteo nacional. Su enseña, la marca Central Lechera Asturiana, protagonizó una sostenida expansión, primero regional y luego nacional, hasta erigirse en la referencia líder del país en leche, queso y mantequilla. Hoy es la decimocuarta marca comercial (española o extranjera) con mejor reputación en España.

Cuando el 1 de septiembre de 1970 comenzó a operar la nueva planta de Granda sólo hacía tres años que el ambicioso proyecto de crear una gran central lechera participada por el sector campesino asturiano se había puesto en marcha.

Central Lechera Asturiana (Clas) nació de un conflicto sectorial en pleno franquismo, y aunque el proyecto se fortaleció desde abajo, con una vigorosa operación de captación de socios y la convocatoria de más de 200 asambleas locales y comarcales de ganaderos para difundir el proyecto, su impulso primero y primordial llegó de arriba y desde instancias oficiales. Esta singularidad de origen creó una cultura corporativa que aún hoy perdura y que permite explicar muchos de los comportamientos societarios de este grupo, la mayor organización agroalimentaria asturiana y una de las tres sociedades española de espíritu cooperativo que figuran entre las 100 más relevantes de Europa.

El principal impulsor del proyecto y quien acabó liderando al campesinado fue Jesús Sáenz de Miera, nacido en Valencia de Don Juan (León) en 1920 y afincado en Oviedo desde 1942. Sáenz de Miera era presidente de la Cámara Oficial Sindical Agraria (COSA) de Asturias, miembro de la Diputación Provincial y de su comisión de Gobierno, presidente de su Comisión de Agricultura y procurador en Cortes cuando entre 1966 y 1967 se desencadenó en la región un frontal enfrentamiento entre los productores de leche y las grandes compañías lácteas de la época.

El conflicto, que reproducía otros anteriores, como el de 1931, se desencadenó por el anuncio por la industria, en la primavera de 1966, de una reducción del precio de la leche del 25%, a lo que el campesinado replicó con la suspensión del abastecimiento a las fábricas.

En ese contexto Sáenz de Miera logró el respaldo capital del presidente de la Diputación, José López Muñiz, cuyo apoyo fue decisivo para que la iniciativa prosperara.

La extracción social de Sáenz de Miera, hijo de comerciantes, y su pensamiento joseantoniano explican en buena medida su apuesta por aquel movimiento, que supuso tanto el rechazo a la posición hegemónica y de dominio de las grandes corporaciones capitalistas en la fijación de precios como la integración de los productores en las fases de transformación y comercialización, desarrollando nuevas formas de organización empresarial.

Junto con otros colaboradores relevantes -caso de José Busto-, Sáenz de Miera logró aglutinar los 2.500 primeros socios, y una aportación de capital inicial de 40 millones, con los que el 12 de mayo de 1967 se constituyó Central Lechera Asturiana (Clas) con el propósito, ya manifiesto en su razón social, de optar al concurso convocado por el Ministerio para la creación de una central lechera, una figura que databa de 1952 y con la que el Estado trataba de impulsar nuevas y modernas industrias lácteas que garantizaran la salubridad de un bien básico como la leche y que, al tiempo, contribuyeran a mejorar la renta del campo. En Gijón ya se había adjudicado una de ellas a Lagisa, y antes se había constituido otra en Villaviciosa, que fracasó. Ahora el Ministerio pretendía hacer lo mismo en Oviedo, Avilés, Mieres y Langreo. Con esta medida se trataba de consolidar la pacificación del sector, una vez que la mediación gubernamental ya había logrado acercar posiciones en el precio de la leche. Pero la presión de la COSA y del Sindicato Vertical logró que sólo se concediera una única central láctea para la región, además de la ya existente en Gijón. Clas, que se había constituido con ese fin, logró ser la adjudicataria.