Oviedo, L. Á. VEGA

Los que los británicos llaman los «berries», o sea, los frutos del bosque o frutos rojos, no son un producto que haya calado en Asturias como otros productos foráneos, como los kiwis. Sin embargo, la región presenta unas condiciones inmejorables para la producción de esta familia frutícola, entre las que se incluyen el arándano, la frambuesa, la grosella o la fresa silvestre. Hablamos de frutos frescos, no sólo dirigidos a elaborar mermeladas y productos similares. En Asturias puede iniciarse la cosecha antes que en otras regiones europeas, sometidas a un clima más rígido, y la producción puede adentrarse más en el otoño. Esta circunstancia no ha pasado desapercibida a los productores, de los que hay medio centenar en la región, con una producción anual que se acerca a las 140 toneladas.

La mayor parte de los productores, concretamente 46, con más de cien hectáreas de terreno, se agrupan en la cooperativa Asturian Berries, con sede en el polígono de Roces (Gijón) y que además cuenta con una finca experimental de 18 hectáreas en la localidad La Rasa (Villaviciosa). Pero junto a ésta, que copa la producción de estos productos en Asturias, con 130 toneladas anuales, conviven otras más pequeñas, como Frutos Rojos de Asturias, que agrupa a cuatro cooperativistas y cifras de producción más modestas.

El medio millar de productores venden sus productos sobre todo en el mercado exterior, principalmente Gran Bretaña, donde se pirran por estos pequeños frutos, pero también en Holanda, Suiza, Alemania, Portugal, Hungría e incluso en países escandinavos como Suecia y Noruega. En el mercado nacional, «son principalmente las grandes ciudades, como Barcelona, Madrid, Sevilla o Valencia» las que se llevan la palma, según indicó José Antonio Monjardín, de Frutos Rojos, que posee fincas con estos productos en Lieres (Siero).

Juan Carlos Miranda, gerente de la cooperativa Asturian Berries, indicó que en España se consumen cinco gramos de frutos rojos por persona y año. La cifra se queda pequeña si se tiene en cuenta que, en 2006, según cifras del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida), en Europa, y sólo de arándanos, se consumen 60 gramos por persona y año. Y en Estados Unidos, esa cifra sube a 250 gramos. Según Miranda, «el consumo en España hay que atribuirlo sobre todo a los turistas que acuden a la zona del Mediterráneo y que quieren comer lo que comen en casa».

Miranda indica que «Asturias es lo más al sur del norte, lo que le hace tener un clima benigno e inmejorable para este producto». Puso el ejemplo de Polonia, el más director competidor de España en la producción de estos productos. «Tiene un otoño muy frío en el que abandona la producción. Nosotros, en Asturias, comenzamos en mayo con una pequeña producción de frambuesa, cosechamos arándanos entre el 10 de junio y el 10 de octubre, y finalizamos en el otoño con una gran cosecha de frambuesa», indicó Miranda.

La producción no ha hecho más que incrementarse en los últimos años. Un estudio del Serida, a mediados de los años ochenta, descubrió a los productores las potencialidades de este producto. Las fincas no alcanzan la plena producción hasta los siete años. Asturian Berries comenzó a cosechar en 2006, por lo que será dentro de dos años cuando alcance el pico de producción, que ahora está en unas 110 toneladas de arándanos y el resto de frambuesas.

José Antonio Monjardín también asegura que «Asturias tiene el clima ideal para los pequeños frutos. Damos producción cuando otros no tienen. En septiembre y octubre seguimos cosechando, y puede recogerse la frambuesa hasta el 1 de diciembre», indica. Otras regiones productoras son Galicia, Cantabria y el País Vasco, aunque en esta última «ya cambian las condiciones», añade.

La cooperativa de Monjardín lleva apenas dos años y quiere incorporar a más productores. Están realizando un gran esfuerzo de diversificación. «Sacaremos 3.500 kilos de frambuesas, queremos llegar el año que viene a cinco toneladas de arándanos. El año que viene también intentaremos sacar grosella, por primera vez, entre 200 y 300 kilos», indica. Además, esperan obtener para la primavera que viene la primera cosecha de fresa silvestre. Cifras modestas, pero están justo al inicio de la producción que, como ya quedó apuntado más arriba, alcanza su cénit a los siete años.

La asignatura pendiente para esta pequeña cooperativa es realizar el salto fuera de España. Ahora se centra en el mercado nacional. Y si Asturias comenzase a consumir este producto, miel sobre hojuelas. «Pero aquí no se consume. En los países del norte de Europa se comen como si fuesen naranjas», asegura Monjardín. Los frutos rojos no entran en el paraíso.