Oviedo

LA NUEVA ESPAÑA alcanza mañana su cita número 25.000 con los lectores asturianos. Serán veinticinco miles de ediciones, muchos cientos de millones de ejemplares repartidos en los 75 años, seis meses y trece días que van desde la España de la Guerra Civil a la de la crisis de la deuda soberana, de aquella Asturias del «cerco a Oviedo» a esta de la resistencia minera camino de Madrid. El titular en el que este periódico dirá mañana si es España o Italia la campeona de la Eurocopa de fútbol redondeará el número 25.000 en la historia del medio de comunicación preferido por los asturianos. Con éste habrán sido 25.000 periódicos a lo largo de algunos más de 25.000 días -972 meses y 13 días de citas diarias- entre un periódico y un público que se han aceptado mutuamente casi desde el mismo origen de la cabecera. Poco después de su fundación, al finalizar la guerra, LA NUEVA ESPAÑA adquirió una condición de liderazgo en el mercado de la prensa en el Principado que fue consolidando progresivamente a continuación y que nunca ha abandonado desde entonces.

Mañana se redondea una historia que, con un afianzamiento gradual de su superioridad en el favor de los asturianos, atravesó las etapas complejas del conflicto bélico y el franquismo para reforzarse en el clima de libertad tras la restauración democrática. Para llegar a esta privilegiada posición insólita que sitúa hoy a este periódico, con su mercado reducido casi exclusivamente a los límites de la región, como el octavo diario de información general más leído de España. No era en su día habitual el liderazgo de la prensa oficial durante el franquismo ni lo es hoy que entre los ocho primeros periódicos de España figure uno cuyo mercado potencial es el millón de habitantes de una comunidad autónoma uniprovincial con la población estancada.

De los 25.000 números que alcanzará mañana, por encima de los primeros 15.000 corresponden a la etapa en la que LA NUEVA ESPAÑA, nacido como órgano de Falange Española, perteneció a la Prensa del Movimiento primero y más adelante a la cadena de Medios de Comunicación Social del Estado, ambas de titularidad pública. El periódico alcanzó su edición número 15.000 el 23 de noviembre de 1983 y poco después, el 1 de abril de 1984, emprendió su última etapa al ser adquirido en subasta pública por Editorial Prensa Asturiana, lo que dio paso a la fase de modernización y crecimiento que ha elevado la cabecera hacia las cotas descritas de liderazgo social. Antes y después, en el formato sábana primero y a partir de los noventa en el tabloide actual, y desde los albores de este siglo también en internet, la comunión permanente con los lectores y el sustrato propicio que configuran las altas cotas de consumo de prensa que caracterizan colectivamente a los asturianos se han confabulado para consolidar a LA NUEVA ESPAÑA como el periódico más leído e influyente de Asturias, como uno de los más apreciados de España por su público.

El número uno vio la luz el 19 de diciembre de 1936, a quince céntimos el ejemplar, elaborado en la redacción de la calle Asturias de Oviedo. El equipo que patroneaba Francisco Arias de Velasco, fundador y primer director, convirtió muy pronto a LA NUEVA ESPAÑA en el líder del mercado periodístico asturiano, una condición que durante el régimen franquista no se dio ni mucho menos en todas las regiones de España, donde era más frecuente que los medios propiedad del Estado fueran superados en el favor del público por los de titularidad privada. Lo que desde muy pronto decían los números sobre la aceptación colectiva tuvo incluso alguna manifestación palpable, por ejemplo, en la multitud que se congregó en Oviedo en 1944 para recibir a Pinín, personaje creado por Alfonso Iglesias en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA.

Al bucear en los motivos de aquel éxito sostenido en el tiempo, el recientemente fallecido Juan Ramón Pérez Las Clotas, que formó parte de la generación que se sumó al grupo de Arias de Velasco en los años cuarenta y llegó a ser director del periódico en los sesenta, no escondía que había entonces «unos esquemas ideológicos claros», pero que dentro de esos márgenes a veces estrechos prevalecía el espíritu que marcó el propio Arias de Velasco en aquella divisa que decía que «el periódico se hacía seriamente, con criterios más profesionales que políticos». LA NUEVA ESPAÑA, según afirmaba Pérez Las Clotas en la edición que conmemoró en 1998 los 20.000 números del diario, «a pesar de su yugo y sus flechas se leía, y mucho, en las cuencas mineras, y era porque se sabía cuál era el terreno de juego y las inquietudes sociales» del medio.

Con aquel mismo afán transmitido a través de los tiempos, cambiando la rudimentaria linotipia de los primeros años por la sofisticada Mitsubishi que llegó al periódico en 1999 -la única rotativa de prensa que funciona hoy en Asturias, con capacidad para imprimir 30.000 ejemplares a la hora-, LA NUEVA ESPAÑA ha solidificado el vínculo con sus miles de lectores. Lectores de un periódico en papel resistente al paso del tiempo, pero también, últimamente, de ordenador y tableta táctil desde que la revolución tecnológica alteró los cimientos de las condiciones tradicionales de recepción de la prensa escrita. Las cifras certificadas por la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) hablan de casi dos millones de usuarios únicos mensuales que complementan en internet el liderazgo del papel.